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54Parashot_A-32

Parashot Behar / Bejukotai

Por Prof. José Alberto Fuentes
Vayikrá (Levítico) 25:1 – 27:34
Haftará: Yirmeyahu (Jeremías) 16:19-17:14

Con  la ayuda de Dios estamos por concluir el libro de Vayicrá, no sin antes ver uno de los temas más importantes de toda la Escritura; esto es, la confianza absoluta en Hashem, bendito sea. 

La Torá dice:

Hashem habló a Moisés en el monte de Sinaí, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando hayáis entrado en la tierra que yo os doy, la tierra guardará reposo para Hashem. Seis años sembrarás tu tierra, y seis años podarás tu viña y recogerás sus frutos. Pero el séptimo año la tierra tendrá descanso, reposo para Hashem; no sembrarás tu tierra, ni podarás tu viña. Lo que de suyo naciere en tu tierra segada, no lo segarás, y las uvas de tu viñedo no vendimiarás; año de reposo será para la tierra.  Mas el descanso de la tierra te dará para comer a ti, a tu siervo, a tu sierva, a tu criado, y a tu extranjero que morare contigo;  y a tu animal, y a la bestia que hubiere en tu tierra, será todo el fruto de ella para comer. (Levítico 25:7)

Dejar de trabajar la tierra durante un año ¿es verdad esto? ¿es racional?

Sí, es verdad, sí, también racional, cuando confías el Hacedor del cielo y la tierra, el Dios Todopoderoso. Si así lo dice en su Torá no hay porque dudarlo.

Hay un profundo mensaje en esta instrucción, como lo dicen los sabios:

Toda la enseñanza de la shemitá es que “la naturaleza” es una ilusión.  Hashem dirige el mundo y así como Él hace que no haya pérdida por no trabajar en shabat, así también Él asegura que nada va a ser perdido por cesar de trabajar la tierra todo un año.  Esto es para enseñarnos a no convertirnos en esclavos de la “naturaleza”, porque este mundo no es más que un corredor al verdadero mundo de la espiritualidad. Pero el hombre no puede desasociarse a sí mismo del marco del mundo en el cual existe; la Torá claramente le ordena sembrar y cosechar por seis años, así como tiene que trabajar seis días por semana. Pero a través de contar los días de trabajo en relación al shabat y los seis años de cultivo en relación al año de shemitá, podemos conectar lo mundano y la rutina con lo sagrado y lo especial. (Mesilot hatorá)

Desafortunadamente, la gran mayoría de nosotros vivimos engañados por el mundo material que nos rodea. Es como si estuviéramos atrapados en un sistema que no  permite  que veamos la “mano de Dios” y el mundo de la verdad -graciosamente podríamos decir que vivimos en la “MATRIX”. Creemos que por trabajar más y ser como máquinas vamos a conseguir todo. Vemos a este mundo como un fin en sí mismo y no como un medio para alcanzar un fin mayor. Pasamos mucho tiempo tratando de ganarnos el sustento, con grandes esfuerzos, cuando la Torá nos viene a abrir los ojos y nos dice que Hashem tiene el control de todo. La respuesta que todo el mundo busca, está en esta porción de la Torá, ¡obedece y confía en Hashem!

Dijo nuestro santo rabino Yeshúa:

No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos?  Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. (Mateo 6:25-33)

Escuche de uno de mis maestros – Dr. Ketriel Blad – decir que, cuando el maestro les dice: “hombres de poca fe”, no significa necesariamente una expresión de menosprecio como comúnmente se entiende, significa que hombres con poca fe pueden lograr mucho, es decir sólo hace falta poca fe. 

Nuestro Dios tiene el control de la naturaleza, así que no temas a oír su voz y obedecerle. En hebreo la naturaleza se dice: hateva que increíblemente tiene el mismo valor numérico que el nombre de Elohim.

Salgamos del sistema amados hermanos en el Mesías, ese sistema que nos engaña constantemente, confiemos en Hashem y no en este mundo pasajero, veamos quien realmente está detrás de todo.

El dulce cantor de Israel nos dice:

Hashem es mi pastor; nada me faltará. (Salmo 23:1)

Quiero compartir una historia que ha tocado profundamente mi vida, justo sobre el tema del bitajón (confianza en Hashem).

Este es uno de los relatos de un jasid que sabía quién realmente era su proveedor, aunque el entorno o la gente pensara lo contrario, él sabía en quien creía, él vivía en base a todos estos textos bíblicos que hablan de la confianza en Hashem. Hablo de Reb Zusia.

Hay una anécdota de Reb Zusia con su shamash (sirviente). Shamash que no siempre estaba del todo bien, sabía que Reb Zusia se pasaba toda la noche estudiando, rezaba en la mañana y continuaba estudiando sin comer nada hasta las cuatro de la tarde. A esa hora, miraba al cielo y decía: “Dios, Zusia tiene hambre”. Al escuchar eso, el shamash sabía que era hora de servirle algo de comer. Depués de servir de esa manera a Reb Zusia durante 30 años, el shamash decidió dar una lección a Reb Zusia y demostrarle que, si no fuera por él, no tendría nada que comer: se puso en huelga.

Esa noche, un judío muy adinerado llegó al pueblo de Annapol, un pueblo muy pobre cuyas aceras consistían en pedazos de maderas muy angostas y por las cuales podía pasar únicamente una persona a la vez. Hacía mucho frio y lluvia cuando llegó la carreta de este hombre adinerado; bajó y se dirigió a la posada. Al otro extremo de la angosta acera, un anciano judío envuelto en un abrigo verde bastante viejo caminaba hacia él, cabizbajo, sin darse cuenta de su presencia. En forma arrogante, el adinerado caminó bruscamente por la acera dando un codazo al anciano y haciéndolo caer en el lodo. El hombre rico soltó una carcajada y continúo su camino.

Cuando llegó a la posada, contó al posadero lo que había pasado, aun riéndose de lo que había hecho, el posadero pregunto:

  • ¿De casualidad ese viejo judío llevaba un abrigo verde?
  • Sí.
  • A las dos de la mañana con una capota verde – dijo el posadero al hombre rico- el único que camina por las calles es Reb Zusia, que va camino a la mikvé (“pila bautismal”)

El judío adinerado dejó de reír y su rostro palideció.

  • ¿El famoso tsadik (justo) Reb Zusia?
  • Sí.
  • ¡Oy vey! ¿Qué hice?

El posadero lo tranquilizó y le dijo:

  • No se preocupe, Reb Zusia es un hombre santo. Estoy seguro que no va a culparlo. Si le quiere pedir una disculpa, le sugiero que espere hasta mañana. Prepare algo de comida, tal vez una botella de vodka y vaya al shul (sinagoga) y espere. A las cuatro de la tarde, Reb Zusia pide a Dios que le mande algo de comer. En ese momento, entre al shul con la comida lista y pídale mejilá (una disculpa). Estoy seguro que no únicamente lo disculpará sino que además lo bendecirá de todo corazón.

Mientras tanto, el shamash esperaba ver la expresión de Reb Zusia cuando levantara los ojos y pidiera a Dios comida, y no hubiera nada para comer. ¿Qué iba a hacer Reb Zusia? Ansiosamente, el shamash esperó mientras espiaba a través de un pequeño agujero de la pared. Exactamente a las cuatro de la tarde, Reb Zusia levantó los ojos y dijo: “Dios, Zusia tiene hambre”. En ese momento, el judío adinerado entró por una puerta lateral del shul con un bandeja llena de comida y una botella de vodka.

Como pueden ver shamash solo era un vehículo de Dios para dar de comer a su tsadik. La grandeza de Reb Zusia fue que se entrenó para depender únicamente de Dios. La recompensa fue que su comida no dependía de ningún otro vehículo. Era como si Dios le diera de comer con sus propias manos. (Del libro “Y nada me faltará”, por el Rabino Ezriel Tauber.) Recomiendo bastante este libro para profundizar en el tema, lo considero uno de mis libros favoritos.

Por su parte la última parashá, Bejukotai, habla sobre bendiciones por obedecer y lo contrario por desobedecer, con esta yuxtaposición, aprendemos que si logramos el nivel de confianza absoluta en Hashem y su Torá, entonces toda la bendición está preparada de antemano como está escrito:

Si anduviereis en mis decretos y guardareis mis mandamientos, y los pusiereis por obra, yo daré vuestra lluvia en su tiempo, y la tierra rendirá sus productos, y el árbol del campo dará su fruto. Vuestra trilla alcanzará a la vendimia, y la vendimia alcanzará a la sementera, y comeréis vuestro pan hasta saciaros, y habitaréis seguros en vuestra tierra. Y yo daré paz en la tierra, y dormiréis, y no habrá quien os espante; y haré quitar de vuestra tierra las malas bestias, y la espada no pasará por vuestro país. Y perseguiréis a vuestros enemigos, y caerán a espada delante de vosotros.  Cinco de vosotros perseguirán a ciento, y ciento de vosotros perseguirán a diez mil, y vuestros enemigos caerán a filo de espada delante de vosotros.  Porque yo me volveré a vosotros, y os haré crecer, y os multiplicaré, y afirmaré mi pacto con vosotros.  Comeréis lo añejo de mucho tiempo, y pondréis fuera lo añejo para guardar lo nuevo. Y pondré mi morada en medio de vosotros, y mi alma no os abominará; y andaré entre vosotros, y yo seré vuestro Dios, y vosotros seréis mi pueblo.  

Yo Hashem vuestro Dios, que os saqué de la tierra de Egipto, para que no fueseis sus siervos, y rompí las coyundas de vuestro yugo, y os he hecho andar con el rostro erguido. (Levítico 26:3-13)

Amén ve amén.

Shabat shalom

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