Parashá 45 VaEtjanán
Deuteronomio 3:23 – 7:11
Por Dr. K. Blad
Segunda edición 2013-14 (5774)
Prohibida toda reproducción lucrativa.
Aliyás de la Torá:
- 3:23 – 4:4
- 4:5-40
- 4:41-49
- 5:1-21(18 heb.)
- 5:22(19) – 6:3
- 6:4-25
- 7:1-11
- Maftir: 7:9-11
Haftará: Isaías 40:1-26
Los Escritos Mesiánicos: Revelación 2:18 – 4:11
VaEtjanán
Significa “y supliqué”.
Comentarios
Primera aliyá, 3:23 – 4:4
3:23 “Yo también supliqué a HaShem en aquel tiempo, diciendo” (LBLA revisada) – La palabra va-etjanán, “supliqué” tiene el valor numérico de 515 y de allí el Midrash deduce que Moshé suplicó 515 veces al Eterno para que le dejara entrar en la Tierra. Su oración no fue contestada antes de su muerte. Sin embargo, cuando vino Yeshúa el Mesías, se habla de que Moshé estuvo con él en uno de los montes de Israel, (posiblemente Tavor), junto con Eliyahu, cf. Mateo 17, pero no fue una experiencia física, puesto que el cuerpo de Moshé no había resucitado todavía, sino una aparición de su espíritu en una dimensión celestial.
3:25 “Permíteme, te suplico, cruzar y ver la buena tierra que está al otro lado del Yardén, ese buen monte y el Levanón.” (LBLA revisada) – Según Rashí, el monte bueno es una referencia a Yerushalayim y Levanón al templo. La palabra “Levanón” viene de laván, “blanco”. El templo es llamado “Levanón” porque blanquea los pecados de Israel. Según Gur Aryé, Levanón es el nombre que se da a un monte que produce muchos árboles, y los árboles mismos son llamados Levanón. Según él, el templo fue llamado así no solamente porque blanqueaba los pecados de Israel, sino porque estaba situado sobre un monte fértil en árboles.
3:26 “Pero HaShem se enojó conmigo a causa de vosotros, y no me escuchó; y HaShem me dijo: “¡Basta! No me hables más de esto.” (LBLA revisada) – La expresión traducida como “basta” es la hebrea rav-laj, “mucho para ti”, que, según Rashí, se puede entender de dos maneras, por un lado como: “¡Basta!”; y por el otro como: “mucho te espera”. Moshé ya tenía una herencia grande esperando para la resurrección de los muertos y por eso no debería preocuparse demasiado por entrar en la tierra en esta ocasión, porque tendría un futuro muy glorioso en el Olam habá, el mundo venidero.
Las Escrituras enseñan que la herencia que recibimos de nuestro Padre celestial se encuentra en dos tiempos, el siglo presente y el siglo futuro, en el Olam haze y el Olam habá. Moshé no recibió ninguna herencia en la tierra en este tiempo, pero la recibirá en el tiempo futuro después de la resurrección de los muertos en la segunda venida de Mashíaj Yeshúa.
4:1 “Ahora pues, oh Israel, escucha los estatutos y los decretos que yo os enseño para que los ejecutéis, a fin de que viváis y entréis a tomar posesión de la tierra que HaShem, el Dios de vuestros padres, os da.” (LBLA revisada) – La palabra hebrea para “escuchar”, shamá,[1] significa: “oír”, “escuchar”, “atender”, “hacer caso”, “obedecer”, “entender”[2]. Esta palabra aparece más de 90 veces en Deuteronomio. Esto nos enseña que cuando el Eterno, por medio de su profeta, nos dice que tenemos que escuchar, no significa que seamos oidores solamente, sino también hacedores de lo que él dice. El significado doble de la palabra shamá, de donde viene la forma imperativa shemá, “¡escucha!”, implica que uno haga caso y obedezca. De esto habla el shalíaj Yaakov en su carta a los judíos donde está escrito en 1:22-25:
“Sed hacedores de la palabra y no solamente oidores que se engañan a sí mismos. Porque si alguno es oidor de la palabra, y no hacedor, es semejante a un hombre que mira su rostro natural en un espejo; pues después de mirarse a sí mismo e irse, inmediatamente se olvida de qué clase de persona es. Pero el que mira atentamente a la Torá perfecta, la Torá de la libertad, y permanece en ella, no habiéndose vuelto un oidor olvidadizo sino un hacedor eficaz, éste será dichoso en lo que hace.” (LBLA revisada)
En Romanos 10:17 está escrito:
“Así que la fe es del oír (shamá), y el oír, por la palabra de Dios.” (LBLA revisada)
La fe es un resultado no solamente de haber escuchado, sino haber escuchado con una actitud de querer hacer caso a lo que se dice. La fe no se desarrolla en aquella persona que sólo lee las Escrituras, sin hacer caso y ponerlas en práctica. La confianza viene como un resultado de hacer caso a la Torá.
“Ahora pues, oh Israel, escucha los estatutos (jukim) y los decretos (mishpatim) que yo os enseño para que los ejecutéis, a fin de que viváis…” – El propósito de los mandamientos es dar vida. Así que si nuestra obediencia a un mandamiento nos causa la muerte, no hemos cumplido el propósito del mandamiento. Podemos quebrantar todos los mandamientos menos tres para salvar la vida humana. Es preferible morir antes de quebrantar alguno de estos tres:
- No blasfemar y cometer idolatría.
- No asesinar.
- No cometer adulterio.
Los mandamientos fueron dados para vida, tanto en este mundo como en el mundo venidero. Así que si uno guarda estos tres mandamientos y pierde su vida por ello, tendrá una vida superior en el olam habá, como está escrito en Hebreos 11:35:
“Las mujeres recibieron a sus muertos mediante la resurrección; y otros fueron torturados, no aceptando su liberación, a fin de obtener una mejor resurrección.” (LBLA)
El que guarda los mandamientos del Eterno, dados por Moshé, tendrá una vida prolongada, como está escrito en Deuteronomio 4:40; 5:33 y 6:2:
“Así pues, guardarás sus estatutos y sus mandamientos que yo te ordeno hoy, a fin de que te vaya bien a ti y a tus hijos después de ti, y para que prolongues tus días sobre la tierra que HaShem tu Dios te da para siempre… Andad en todo el camino que HaShem vuestro Dios os ha mandado, a fin de que viváis y os vaya bien, y prolonguéis vuestros días en la tierra que vais a poseer… para que temas a HaShem tu Dios, guardando todos sus estatutos y sus mandamientos que yo te ordeno, tú y tus hijos y tus nietos, todos los días de tu vida, para que tus días sean prolongados.” (LBLA revisada)
En Deuteronomio 32:46-47 está escrito:
“Fijad en vuestros corazones todas las palabras con que doy testimonio hoy, las cuales ordenaréis a vuestros hijos que las guarden y cumplan, todas las palabras de esta Torá. Porque no es algo inútil para vosotros; ciertamente es vuestra vida. Por esta palabra prolongaréis vuestros días en la tierra adonde vosotros vais, cruzando el Yardén a fin de poseerla.” (LBLA revisada)
Los mandamientos no fueron dados para limitar al hombre, sino para prolongar su vida y darle beneficios tanto en este mundo como en el mundo venidero. El hombre que quiere liberarse de la Torá se muere, como está escrito en Romanos 8:6-7, 13:
“Porque la mente puesta en la carne es muerte, pero la mente puesta en el Espíritu es vida y paz; ya que la mente puesta en la carne es enemiga de Dios, porque no se sujeta a la Torá de Dios, pues ni siquiera puede hacerlo… porque si vivís conforme a la carne, habréis de morir; pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis.” (LBLA revisada)
Cuando una rama está en el árbol es libre. Si es cortada se muere. La libertad no se encuentra fuera de la obediencia, sino en conexión con Aquel que da la vida y en sujeción a las normas que regulan la vida, como está escrito en Juan 8:34-36:
“Yeshúa les respondió: En verdad, en verdad os digo que todo el que comete pecado es esclavo del pecado; y el esclavo no queda en la casa para siempre; el hijo sí permanece para siempre. Así que, si el Hijo os hace libres, seréis realmente libres.” (LBLA)
En Deuteronomio 5:29 está escrito:
“¡Quién diera que ellos tuvieran tal corazón que me temieran, y guardaran siempre todos mis mandamientos, para que les fuera bien a ellos y a sus hijos para siempre!” (LBLA)
En Deuteronomio 6:3 está escrito:
“Escucha, pues, oh Israel, y cuida de hacerlo, para que te vaya bien y te multipliques en gran manera, en una tierra que mana leche y miel, tal como HaShem, el Dios de tus padres, te ha prometido.” (LBLA revisada)
Estos textos nos enseñan que la obediencia a los mandamientos produce prosperidad tanto para ti como para tus hijos. ¿Quieres ser próspero en la vida? ¡Guarda los mandamientos que te aplican!
4:2 “No añadiréis nada a la palabra que yo os mando, ni quitaréis nada de ella, para que guardéis los mandamientos de HaShem vuestro Dios que yo os mando.” (LBLA revisada) – Está totalmente prohibido añadir a la revelación que fue dada del cielo por medio de Moshé rabenu (nuestro maestro). La misma prohibición se encuentra en 12:32 (13:1 en la versión hebrea) donde dice:
“Cuidarás de hacer todo lo que te mando; nada le añadirás ni le quitarás.” (LBLA)
Esto nos enseña que el cuerpo de literatura revelada llamado Jumash, el Pentateuco, o la Torá de Moshé, se cerró una vez por todas con la conclusión del capítulo 34 de Deuteronomio. Esto quiere decir que ninguno de los libros posteriores, inspirados divinamente, puede añadir mandamientos a los que ya fueron dados, ni introducir conceptos y revelaciones nuevas aparte de los que ya fueron dados a Moshé. La parte de las Escrituras llamada “Nuevo Testamento”, que nosotros llamamos Escritos Apostólicos o Mesiánicos, no puede introducir conceptos ni mandamientos nuevos, ni quitar algunos de los mandamientos que una vez fueron dados por medio de Moshé. Si ese fuera el caso, sería una recolección de escritos rechazable y falsa.
Maimónides escribió:[3]
- Está clara y expresamente dicho en la Torá que sus leyes, de eterna vigencia, no son susceptibles de modificación, merma o añadidura, pues está escrito: “Todo lo que yo os ordeno, guardadlo para cumplir; nada le añadas ni le restes” (Deuteronomio XIII, 1 [versión cristiana 12:32]). De ahí se infiere que a ningún profeta le está permitido introducir innovaciones en la Torá. Por lo tanto, cualquiera, judío o no judío, que presentando señales y prodigios, afirme que el Eterno lo envió para añadir o restar un precepto, o para dar de cualquiera de los preceptos una interpretación contraria a lo que hemos oído de Moshé, o diga que ésos que Israel tiene como preceptos no son para siempre y paratodas las generaciones sino sólo temporales, es un falso profeta, puesto que viene a desmentir la profecía de Moshé. Es pasible de muerte por estrangulamiento por la perversidad de hablar en nombre del Eterno cuando éste no se lo ordenó. Él, bendito sea su Nombre, ordenó a Moshé que esta Torá fuera para nosotros y para nuestros hijos hasta la eternidad, y Dios no es un hombre como para mentir.
- Entonces, ¿por qué está escrito en la Torá: “Les haré surgir un profeta de entre sus hermanos, como tú” (Deuteronomio XVIII, 18)? Es que el profeta aludido no vendría a establecer una nueva religión, sino a reafirmar las palabras de la Torá y a prevenir al pueblo que no la transgrediera, como dijo el último de los profetas: “Recordad la Torá de mi siervo Moshé” (Malaquías III, 22 [versión cristiana 4:4]).
Esto concuerda con las palabras del Mesías Yeshúa, escritas en Mateo 5:17-19, cuando dijo:
“No penséis que he venido para abolir la Torá o los Profetas; no he venido para abolir, sino para cumplir. Porque en verdad os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, no se perderá ni la letra más pequeña ni una tilde de la Torá hasta que toda se cumpla. Cualquiera, pues, que anule uno solo de estos mandamientos, aun de los más pequeños, y así lo enseñe a otros, será llamado muy pequeño en el reino de los cielos; pero cualquiera que los guarde y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos.” (LBLA revisada)
“que yo os mando… mandamientos de HaShem vuestro Dios que yo os mando” – Moshé tuvo la autoridad para transmitir los mandamientos del Eterno, bajo inspiración divina, basada en lo dictado por el Eterno en los cuatro primeros libros del Jumash. Por esto Moshé puede decir que son mandamientos del Eterno los que él manda. Son explicaciones y afirmaciones, expresadas en mandamientos, de lo que ya fue revelado.
Más adelante se da un mandamiento por la boca de Moshé según está escrito en Deuteronomio 18:15:
“Un profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará HaShem tu Dios; a él oiréis.” (LBLA revisada)
Este es uno de los 613 mandamientos que hay en la Torá. Así que hay un mandamiento que nos ordena escuchar y obedecer al profeta que HaShem iba a levantar de en medio del pueblo de Israel, como Moshé. Ese profeta habló de la misma manera como Moshé como está escrito en Juan 5:24:
“En verdad, en verdad os digo: el que oye mi palabra y cree al que me envió, tiene vida eterna y no viene a condenación, sino que ha pasado de muerte a vida.” (LBLA)
En Juan 8:51 está escrito:
“En verdad, en verdad os digo que si alguno guarda mi palabra, no verá jamás la muerte.” (LBLA)
En Juan 14:23 está escrito:
“Yeshúa respondió, y le dijo: Si alguno me ama, guardará mi palabra; y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y haremos con él morada.” (LBLA)
Además, la expresión “yo os digo”, que aparece en la boca de nuestro Maestro más de 80 veces en los Escritos Mesiánicos, muestra que él vino como aquel profeta, anunciado por Moshé, que tiene la autoridad del Padre para interpretar correctamente y definitivamente a Moshé.
En Deuteronomio 18:18-19 está escrito:
“Profeta les levantaré de en medio de sus hermanos, como tú; y pondré mis palabras en su boca, y él les hablará todo lo que yo le mandare.Mas a cualquiera que no oyere mis palabras que él hablare en mi nombre, yo le pediré cuenta.” (LBLA)
En Hechos 3:23 está escrito:
“Y será, que cualquiera alma que no oyere á aquel profeta, será desarraigada del pueblo.” (LBLA)
4:4 “Mas vosotros que os pegasteis á HaShem vuestro Dios, todos estáis vivos hoy.” (LBLA revisada) – Hasta ahora hemos visto que el cumplimiento de los mandamientos trae vida y prosperidad en este mundo y en el mundo venidero. Este versículo nos enseña otro aspecto de lo mismo. La palabra traducida por RV60 como “seguisteis” y en LBLA como “permanecisteis fieles” viene de la palabra hebrea davek[4] que significa: “pegarse”, “asociarse”, “adherirse”. Así que, adherirse al Eterno es lo mismo que serle fiel y no juntarse con otros dioses y sus costumbres. Esta unión con el Eterno es la que da vida. Todos los que se habían adherido al Eterno fueron preservados con vida hasta el día llamado hayom,[5] “hoy”, que, en el nivel drash, puede ser entendido como el presente eterno, y también el día final. El que se apega a HaShem siempre tendrá un hoy, una existencia en el presente. El que se aparta de él, un día perderá el derecho de experimentar el día que entonces será llamado “hoy”. La palabra hebrea hayom (literalmente “el día”), traducida como “hoy”, aparece 75 veces en el libro de Deuteronomio, más de dos veces por capítulo. Esto nos enseña que no hay que dejar el cumplimiento de los mandamientos para mañana. Hoy es el día para cumplirlos. Tú no puedes cumplir los mandamientos ayer ni mañana, sólo hoy. Así que si HaShem te habla hoy, no lo dejes para otro día, como está escrito en el Salmo 95:7b-11:
“Si oís hoy su voz, no endurezcáis vuestro corazón como en Merivá, como en el día de Masá en el desierto, cuando vuestros padres me tentaron, me probaron, aunque habían visto mi obra. Por cuarenta años me repugnó aquella generación, y dije: Es un pueblo que se desvía en su corazón y no conocen mis caminos. Por tanto, juré en mi ira: Ciertamente no entrarán en mi reposo.” (LBLA revisada)
Hoy es el día para ti, querido lector. Hoy es el momento para adherirse al Eterno y cumplir sus mandamientos. Hoy es el día para serle fiel. El que lo es hoy, también lo será cuando en el día de mañana se diga “hoy”.
En Hebreos 3:12-13 está escrito:
“Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad para apartarse del Dios vivo;antes exhortaos los unos a los otros cada día, entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el engaño del pecado.” (LBLA)
Segunda aliyá, 4:5-40
4:5, 14 “Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos tal como HaShem mi Dios me ordenó, para que los cumpláis en medio de la tierra en que vais a entrar para poseerla… Y HaShem me ordenó en aquella ocasión que os enseñara estatutos y decretos, a fin de que los cumplierais en la tierra a la cual vais a entrar para poseerla.” (LBLA revisada) – Aquí la Torá está hablando de dos tipos de mandamientos, jukim y mishpatim, traducidos como “estatutos” y “decretos”. Los jukim son aquellos estatutos que no tienen explicación lógica del por qué hay que cumplirlos. Los mishpatim son mandamientos de carácter social que son fáciles de entender su razón de ser.
También está escrito que hay que cumplir los mandamientos en la tierra. La tierra de Israel es el primer lugar donde hay que guardar la Torá de HaShem. La Torá fue dada para ser guardada en la tierra de Israel, en primer lugar. Fuera de ella hay varios mandamientos que no aplican. Esto convierte la tierra en una tierra santa, apartada, diferente, más elevada espiritualmente.
Esto también nos enseña que la Torá no fue dada a las naciones para ser cumplida en su totalidad por ellas, sino a los hijos de Israel para ser guardada en su totalidad en la tierra que el Eterno les entregó.
4:6 “Así que guardadlos y ponedlos por obra, porque esta será vuestra sabiduría y vuestra inteligencia ante los ojos de los pueblos que al escuchar todos estos estatutos, dirán: “Ciertamente esta gran nación es un pueblo sabio e inteligente.”” (LBLA) – En este texto la Torá revela la mejor manera de llegar a las naciones con el mensaje del Eterno. Guardar los mandamientos es la mejor manera de impactar en las naciones. La segunda cosa se encuentra en los versículos 9-10 donde habla de transmitir la Torá a los hijos. Esto concuerda bien con la enseñanza de nuestro Maestro Yeshúa en Mateo 28:18-20, done está escrito:[6]
“Y acercándose Yeshúa, les habló, diciendo: Toda autoridad me ha sido dada en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones en mi nombre, enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado; y he aquí, yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.” (LBLA revisada)
En Juan 13:35 está escrito:
“En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si os tenéis amor los unos a los otros.” (LBLA)
El hecho de amarnos unos a otros constituye la esencia de la Torá. Así que si cumplimos la Torá, por medio de amarnos unos a otros, todos conocerán a Yeshúa. Lo más trágico que puede pasar es cuando los que dicen ser creyentes en Yeshúa y proclaman las buenas nuevas de salvación no viven según las normas establecidas por la Torá. El Espíritu fue entregado a los discípulos del Mesías, no para testificar, sino para ser testigos, como está escrito en Hechos 1:8:
“pero recibiréis poder cuando el Espíritu de Santidad venga sobre vosotros; y me seréis testigos en Yerushalayim, en toda Yehudá y Shomrón, y hasta los confines de la tierra.” (LBLA revisada)
Ser testigo no es lo mismo que testificar. El que no vive según las normas de la Torá y da testimonio de Yeshúa hace más daño que bien. El mal testimonio de los que se dicen ser el pueblo de Dios, es lo que causa el mayor daño en el mundo. Ello hace que los corazones se cierran para la salvación de Dios. Así que sólo los que viven según la Torá son los que podrán impactar en el mundo y causar cambios sustanciales para el bien de las naciones.
“Así que guardadlos y ponedlos por obra, porque esta será vuestra sabiduría y vuestra inteligencia” – La sabiduría y la inteligencia hebrea no consisten en saber con la cabeza sino tener un estilo de vida y practicar los mandamientos que fueron dados por Moshé y confirmados por el Mesías Yeshúa.
“ante los ojos de los pueblos” – ¿De qué manera los judíos podrán impactar en las naciones para que crean en su Dios y se acerquen a las bendiciones que les fueron dadas por medio de su padre Avraham y que también son para los pueblos? Este texto nos da la respuesta: “al escuchar todos estos estatutos (jukim)” Según la Torá, los jukim, los mandamientos que no tienen explicación lógica, son los que HaShem está utilizando para impactar a los gentiles. Esto es muy extraño, puesto que los mandamientos de carácter juk son los objetos de mayor burla por los que están fuera, por no ser fáciles de entender. ¿Cuál será entonces el impacto entre los gentiles cuando los judíos obedecen los jukim y los mishpatim?
- Verán su obediencia que refleja su amor al Eterno incluso si no entienden la razón por la que obedecen ciertos mandamientos.
- Reconocerán que son una gran nación.
- Reconocerán que tienen sabiduría.
- Reconocerán que tienen inteligencia.
En los mandamientos, pues, hay sabiduría y conocimiento. Hoy la ciencia ha confirmado que los que guardan los mandamientos llamados jukim, entre ellos los del kashrut (dieta bíblica), la circuncisión, la abstinencia durante el periodo menstrual de la mujer, reglas natalicias, etc., tienen menos enfermedades que otros y viven una vida más sana. Ese estilo de vida es lo que tiene que impactar a las naciones, no tanto las palabras. Además cuando el estilo de vida es correcto, las palabras serán respaldadas con poder.
4:8 “¿O qué nación grande hay que tenga estatutos y decretos tan justos como toda esta Torá que hoy pongo delante de vosotros?” (LBLA revisada) – Todos los mandamientos son justos, como está escrito en el Salmo 119:160:
“La suma de tu palabra es verdad, y cada una de tus justas ordenanzas es eterna.” (LBLA)
En el Salmo 119:62, 106, 164 está escrito:
“A medianoche me levantaré para darte gracias por tus justas ordenanzas… He jurado, y lo confirmaré, que guardaré tus justas ordenanzas… Siete veces al día te alabo, a causa de tus justas ordenanzas.” (LBLA)
En Romanos 7:12 está escrito:
“Así que la ley es santa, y el mandamiento es santo, justo y bueno.” (LBLA)
4:9 “Por tanto, cuídate y guarda tu alma con diligencia, para que no te olvides de las cosas que tus ojos han visto, y no se aparten de tu corazón todos los días de tu vida; sino que las hagas saber a tus hijos y a tus nietos.” (LBLA) – Este texto nos enseña que no solamente hay que hablar de los estatutos con los de afuera. Hay algo más importante, transmitir las experiencias personales y las palabras de la Torá a los propios hijos. Los padres y los abuelos tienen una gran responsabilidad para transmitir la revelación a los hijos y a los nietos.
4:10 “Recuerda el día que estuviste delante de HaShem tu Dios en Chorev, cuando HaShem me dijo: “Reúneme el pueblo para que yo les haga oír mis palabras, a fin de que aprendan a temerme todos los días que vivan sobre la tierra y las enseñen a sus hijos.” (LBLA revisada)” – Los padres tienen la obligación de enseñar a los hijos la Torá del Eterno, no otros. Los padres son los responsables para que sus hijos aprendan la Torá. Para cumplir este mandamiento podrán también pedir ayuda de otros.
4:12 “Entonces HaShem os habló de en medio del fuego; oísteis su voz, sólo la voz, pero no visteis figura alguna.” (LBLA revisada) – En esta parashá se encuentra la palabra fuego 14 veces. Diez de ellas se encuentran en relación con la entrega de las palabras de la Torá, como está escrito en 4:15, 24, 33, 36; 5:4, 5, 22, 24, 26:
“HaShem os habló en Chorev de en medio del fuego… Porque HaShem tu Dios es fuego consumidor, un Dios celoso… ¿Ha oído pueblo alguno la voz de Dios, hablando de en medio del fuego, como tú la has oído, y ha sobrevivido?… Desde los cielos te hizo oír su voz para disciplinarte; y sobre la tierra te hizo ver su gran fuego, y oíste sus palabras de en medio del fuego… Cara a cara habló HaShem con vosotros en el monte de en medio del fuego yo estaba en aquella ocasión entre HaShem y vosotros para declararos la palabra de HaShem, porque temíais a causa del fuego y no subisteis al monte… Estas palabras HaShem habló a toda vuestra asamblea en el monte, de en medio del fuego… y dijisteis: “He aquí, HaShem nuestro Dios nos ha mostrado su gloria y su grandeza, y hemos oído su voz de en medio del fuego; hoy hemos visto que Dios habla con el hombre, y éste aún vive… Porque, ¿qué hombre hay que haya oído la voz del Dios vivo hablando de en medio del fuego, como nosotros, y haya sobrevivido?”” (LBLA revisada)
En Deuteronomio 9:10 está escrito:
“Y HaShem me dio las dos tablas de piedra escritas por el dedo de Dios; y en ellas estaban todas las palabras que HaShem os había dicho en el monte, de en medio del fuego, el día de la asamblea.” (LBLA revisada)
En Deuteronomio 10:4 está escrito:
“Y Él escribió sobre las tablas, conforme a la escritura anterior, las diez palabras que HaShem os había hablado en el monte de en medio del fuego el día de la asamblea; y HaShem me las dio.” (LBLA revisada)
En Deuteronomio 33:2b está escrito:
“A su diestra la Torá de fuego para ellos” (LBLA revisada)
En Jeremías 23:29 está escrito:
“¿No es mi palabra como fuego–declara HaShem– y como martillo que despedaza la roca?” (LBLA revisada)
Cuando el Mesías Yeshúa enseñaba desde las Escrituras lo hacía por medio del fuego, como está escrito en Lucas 24:32:
“Y se dijeron el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón dentro de nosotros mientras nos hablaba en el camino, cuando nos abría las Escrituras?” (LBLA)
Cuando el shalíaj Shaúl predicaba, lo hacía con fuego, como está escrito en 1 Corintios 2:4-5:
“Y ni mi mensaje ni mi predicación fueron con palabras persuasivas de sabiduría, sino con demostración del Espíritu y de poder, para que vuestra fe no descanse en la sabiduría de los hombres, sino en el poder de Dios.” (LBLA)
En 1 Corintios 4:20 está escrito:
“Porque el reino de Dios no consiste en palabras, sino en poder.” (LBLA)
De esto aprendemos dos cosas: Primero, la Torá tiene que convertirse en fuego en nuestro corazón para que sea efectiva.
En el Salmo 39:3 está escrito:
“Ardía mi corazón dentro de mí; mientras meditaba, se encendió el fuego…”(LBLA)
La manera de obtener ese fuego es meditar. La palabra hebrea que se tradujo como “meditaba”[7], hagig, significa: “susurrar”, “pronunciar”, “gemir”, “meditar”. La meditación hebrea consiste, no solamente, en usar la mente, sino también la boca, lo cual implica repetir las palabras de la Torá con un espíritu de oración. El estudio de la Torá junto con la oración en el Espíritu es lo único que puede producir el fuego divino en nuestro corazón.
Estos textos nos enseñan, en segundo lugar, que debemos transmitir la Torá a otros por medio del fuego para que haga efecto. Para esto necesitamos ser sumergidos y estar llenos del Espíritu de Santidad y fuego, y dejar que la Torá se convierta en fuego en nuestro interior. No podemos dar algo que no tenemos. Asegúrate que tu corazón esté ardiendo para que puedas enseñar la Torá a los demás en medio del fuego.
“oísteis su voz, sólo la voz, pero no visteis figura alguna” – La palabra hebrea que ha sido traducida como “figura” es temuná[8] que significa “imagen”, “figura”, “silueta”, “retrato”. Esto nos enseña que HaShem no tiene figura, o por lo menos que no ha mostrado ninguna figura a los hijos de Israel, con el fin de que no tengan la tentación de hacer alguna figura de la deidad.
4:13 “Y él os anunció su pacto, el cual os mandó poner por obra; las diez palabras, y las escribió en dos tablas de piedra.” (LBLA revisada) – En el hebreo no está escrito: “los diez mandamientos”, sino “las diez palabras”, aseret ha-devarim.
4:18 “semejanza de cualquier animal que se arrastra sobre la tierra, semejanza de cualquier pez que hay en las aguas debajo de la tierra.” (LBLA) – Está prohibido representar al Mesías por medio de un pez. El origen del símbolo del pez llamado IXTUS es el culto al dios-pez filisteo Dagón que fue infiltrado en la fe por los cristianos durante el segundo siglo después del Mesías. En lugar de abandonar sus ídolos y servir al único Dios arrastraron sus prácticas paganas y las mezclaron con el judaísmo mesiánico. Así se iba formando el Cristianismo como una mezcla del Judaísmo con prácticas paganas populares que existían en todo el imperio romano.
4:23-24 “Guardaos, pues, no sea que olvidéis el pacto que HaShem vuestro Dios hizo con vosotros, y os hagáis imagen tallada en forma de cualquier cosa que HaShem tu Dios te ha prohibido. Porque HaShem tu Dios es fuego consumidor, un Dios celoso.” (LBLA revisada) – El nombre El Kaná, “Dios Celoso”, se encuentra en tres ocasiones en esta parashá, 4:24; 5:9; 6:15.
El Eterno creó la relación sentimental entre esposos para que pudiéramos aprender algo de Su amor por nosotros. De la misma manera creó también el sentimiento de celo en el momento de que uno de los cónyuges deje de ser fiel a su pareja y se junte con otro. El celo que siente un varón cuando su mujer empiece a flirtear con otro es un pequeño reflejo de cómo el Eterno actúa cuando nosotros buscamos en otras fuentes.
4:25-26 “Cuando hayáis engendrado hijos y nietos, y os hagáis veteranos en la tierra, y os corrompáis y hagáis un ídolo en forma de cualquier cosa, y hagáis lo que es malo ante los ojos de HaShem vuestro Dios para provocarle a ira, pongo hoy por testigo contra vosotros al cielo y a la tierra, que pronto seréis totalmente exterminados de la tierra donde vais a pasar el Yardén para poseerla. No viviréis por mucho tiempo en ella, sino que seréis totalmente destruidos.” (LBLA revisada) – Aquí hay una profecía de lo que iba a pasar con el pueblo de Israel. Después de haberse hecho veteranos en la tierra se corrompieron e hicieron ídolos. El resultado de esa idolatría fue las deportaciones a Asiria de las diez tribus del norte y a Babilonia de las dos tribus del sur. Rashí comenta que la palabra “os hagáis veteranos”, en hebreo ve-noshantem, tiene el valor numérico 852, lo cual alude a que el exilio iba a suceder después de 852 años. Sin embargo, como el texto dice que iban a ser totalmente exterminados de la tierra, lo cual no pasó, porque fue dejado un remanente en la tierra, el exilio fue adelantado dos años, para ocurrir 850 años después de la conquista de la tierra, cf. Daniel 9:14. El Talmud[9] menciona que HaShem trató con el pueblo con caridad, en hebreo tsedaká, y trajo el exilio dos años antes de su tiempo destinado. Así no fue destruido todo el pueblo.
4:29 “Pero desde allí buscarás a HaShem tu Dios, y lo hallarás si lo buscas con todo tu corazón y con toda tu alma.” (LBLA revisada) – Todas las veces cuando los profetas hablan de juicio por causa del pecado de Israel, también pronuncian una promesa de restauración. Lo mismo sucede en este texto. Aquí vemos que la promesa de hallar al Eterno es dada a los descendientes de los israelitas que se encuentran entre las naciones. La condición para encontrar al Eterno es buscarle con todo el corazón y con todo el alma. ¿Cómo se hace? El versículo 30 nos da la respuesta: “volverás a HaShem tu Dios y escucharás su voz.” La manera de buscar al Eterno es escuchar su voz. Esa voz se encuentra en la Torá de Moshé y el resto de las Escrituras inspiradas.
4:30 “En los postreros días, cuando estés angustiado y todas esas cosas te sobrevengan, volverás a HaShem tu Dios y escucharás su voz.” (LBLA revisada) – La expresión “los postreros días” hace referencia al tiempo antes de la introducción del reinado mesiánico en la tierra, es decir nuestro tiempo. Tanto el Midrash,[10] como Rambam[11] relacionan esta parashá con la redención final. Por otro lado, Rambán considera que se trata del exilio babilónico y que la redención final es anunciada en las parashás Nitsavim, (Deuteronomio 30:3-4) y Haazinu (Deuteronomio 32).
“escucharás su voz” – En los últimos tiempos los descendientes de Israel van a retornar a la Torá. Esa es la manera de buscarle con todo el corazón y con todo el alma. Es imposible volver al Eterno sin hacer caso a lo que Él dice en las Escrituras. Nuestro amor por Él se manifiesta en nuestro interés en estudiar y poner en práctica la enseñanza de al Torá.
4:31 “Pues HaShem tu Dios es Dios compasivo; no te abandonará, ni te destruirá, ni olvidará el pacto que Él juró a tus padres.” (LBLA revisada) – En los postreros días, cuando los descendientes de Israel se vuelvan al Eterno, escuchando y obedeciendo las palabras de la Torá experimentarán Su compasión y Su fidelidad para ser reintroducidos en el Pacto que fue jurado a los padres, Avraham, Yitsjak y Yaakov.
El Midrash[12] enseña que hay cinco motivos para que venga la redención final, según estos versículos, y de acuerdo con lo que pasó durante la primera redención, de Egipto:
- El pueblo de Israel está en angustia.
- El pueblo de Israel hace teshuvá (se arrepiente y vuelve a HaShem).
- El pacto con los antepasados está vigente.
- La misericordia de HaShem se manifiesta.
- El tiempo predestinado para la redención final habrá llegado.
4:32 “Ciertamente, pregunta ahora acerca de los días primeros que fueron antes de ti, desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra; inquiere desde un extremo de los cielos hasta el otro. ¿Se ha hecho cosa tan grande como ésta, o se ha oído algo como esto?” (LBLA) – La Torá nos exhorta a estudiar la historia de la humanidad desde Adam y Javá. También nos exhorta a investigar en la geografía y las culturas del mundo para asegurarnos de que lo que pasó con la salida de Egipto y con la entrega de la Torá en Sinaí fue algo extraordinario, nunca visto y vivido por otros hombres. Esto es una muestra de que HaShem es el único Dios en el cielo y en la tierra.
Tercera aliyá, 4:41-49
4:45 “Estos son los testimonios, los estatutos y las ordenanzas que Moshé dio a los hijos de Israel cuando salieron de Egipto” – Aquí aparece otro término aparte de los dos términos jukim y mishpatim mencionados anteriormente. Es el término hebreo edá,[13] en plural edot traducido como “testimonios”. Se refiere a aquellos mandamientos que dan una identidad especial al pueblo judío, como por ejemplo tsitsit, mezuzá, tefilín, el shabat y las fiestas. Estos mandamientos son llamados edot, testimonios, porque dan testimonio de que son un pueblo diferente a las demás naciones, escogido para servir al Eterno de una manera especial. También nos dan motivo para dar testimonio a las naciones de los mandamientos del Eterno. El uso del tsitsit se convertirá más y más en este tiempo en un medio para que las naciones conozcan la Torá del Eterno, según está escrito en Zacarías 8:23 donde dice:
“Así dice HaShem de los ejércitos: “En aquellos días diez hombres de todas las lenguas de las naciones asirán el vestido de un judío, diciendo: ‘Iremos con vosotros, porque hemos oído que Dios está con vosotros.'””(LBLA revisada)
Cuarta aliyá, 5:1-21 (18 heb.)
5:6 “Yo soy HaShem tu Dios, que te saqué de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre.” (LBLA revisada) – Como vimos antes, el texto hebreo no habla de diez mandamientos, sino de diez palabras. En los textos en Éxodo 20:1-17 (verso 14 en la versión hebrea) y Deuteronomio 5:6-21 (v. 10 heb.) hay 15 mandamientos diferentes, los mandamientos número 25-38 y 424.
La numeración de estas diez palabras ha sido alterada por la Iglesia Católica y luego por el reformador Lutero. Según la Torá y la tradición judía, la correcta numeración de estas diez palabras es la siguiente:
- Yo soy el Eterno tu Dios…
- No tengas otros dioses…
- No tomes en vano el Nombre…
- Acuérdate y guarda el shabat…
- Honra a tu padre y a tu madre…
- No asesines.
- No cometas adulterio.
- No hurtes.
- No des falso testimonio…
- No desees ni codicies…
Según la tradición, había cinco frases en cada tabla de piedra. Las cinco primeras frases hablan de la relación entre el Eterno y el hombre y las cinco últimas hablan de la relación entre hombres. La relación entre los hijos y los padres es un reflejo de la relación que hay entre el Eterno y los hombres y por eso esta palabra está en la primera tabla. Hay un mandamiento que resume las cinco palabras de la primera tabla: “Amarás al Eterno tu Dios con toda tu corazón, con toda tu alma y con toda tu posibilidad”, cf. 6:5. El amor al Eterno se expresa en la obediencia a los mandamientos, cf. 5:10. También hay un mandamiento que resume las cinco palabras de la segunda tabla: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”, Levítico 19:18.
5:7 “No tendrás otros dioses delante de mí.” (LBLA) – Podemos hacernos unas preguntas para saber si tenemos otros dioses en nuestras vidas:
- ¿Quién dirige mi vida?
- ¿Quién es mi fuente?
- ¿Dónde está mi confianza?
- ¿Dónde está mi pasión?
- ¿Quién es mi alabanza?
5:12 “Guarda el shabat para santificarlo, como HaShem tu Dios lo ha mandado.” (LBLA revisada) – Al comparar los relatos de Éxodo 20 y Deuteronomio 5, se puede encontrar varias diferencias, especialmente donde habla del Shabat. ¿Será que Moshé no podía citar al Eterno de manera correcta? ¿Cómo se puede explicar esta aparente contradicción?
Cuando el hombre habla, sólo puede trasmitir una palabra a la vez, pero así no es el Eterno. Él puede transmitir varias palabras al mismo tiempo. Por eso existen las diferencias entre el primer relato y el segundo de las diez palabras que fueron oídas por todo el pueblo desde el pico de la montaña. Así que, cuando el Eterno habló del shabat hay dos verdades incorporadas en ese anuncio, y las dos están escritas en los dos pasajes que estamos comparando. Rashí dice que ambas expresiones fueron anunciadas en un solo enunciado y en una sola palabra, y también fueron escuchadas en un solo acto de escucha.
Según Éxodo 20, el shabat está conectado con la creación del mundo, pero aquí en Devarim 5 está escrito que el shabat tiene que ver con la salida de Egipto. En Éxodo está escrito que hay que acordarse del shabat y aquí está escrito que hay que guardar el shabat. Acordarse no es lo mismo que guardar. Las dos cosas son necesarias y las dos se complementan.
El shabat fue dado para hacernos recordar dos eventos importantes en la historia; la creación y la salida de Egipto. Esto nos enseña que el shabat también es para los que no salieron de Egipto, los que son hijos de Adam, ellos deben acordarse del shabat. El shabat existe desde la creación y es para todos los hombres. Pero los hijos de Adam y Noaj no están obligados a guardar el shabat, porque ellos no salieron de Egipto.
Además de esto, el shabat fue dado, de una manera especial, a los hijos de Israel, para ser guardado como señal del pacto que fue hecho después de la salida de Egipto, como está escrito en Éxodo 31:13:
“Habla, pues, tú a los hijos de Israel, diciendo: De cierto guardaréis mis shabats, porque esto es una señal entre yo y vosotros por todas vuestras generaciones, a fin de que sepáis que yo soy HaShem que os santifico.” (LBLA revisada)
- El mandamiento nos obliga a acordarnos del shabat. Esto implica una actividad intelectual. Así que, está permitido “trabajar” con el cerebro en shabat, en forma de leer, estudiar, orar y meditar en los caminos del Eterno, especialmente la liberación de la esclavitud, y los caminos de uno mismo. Con esta actividad santificamos el shabat, es decir, lo hacemos diferente y lo consagramos para el Eterno.
Rashí menciona, por otro lado, que el acordarse del shabat significa que uno debe estar pensando en el shabat durante todos los demás días de la semana, y si uno compra algo bonito, lo hace en honor al shabat que viene.
- También está escrito que el pueblo que salió de Egipto tiene que guardar el shabat. Guardar implica una actitud de vigilancia. Guardar tiene que ver con no hacer algo que está prohibido por la Torá en shabat. Los judíos tienen que cuidarse bien para no hacer alguna melajá[14], obra, en shabat. De esta manera, entre otras, podemos guardar el shabat, ser cuidadosos en no profanarlo, y así es santificado.
Santificar significa apartar de los demás y dedicarlo al uso exclusivo del Eterno. En Levítico 23:2-3 se habla también de la necesidad de hacer una reunión congregacional santa al Eterno en Shabat.
El shabat fue creado, en primer lugar, para que el hombre cesara de su actividad de intervención en la creación, lo mismo que hizo el Eterno después de haber creado todo. Pero, vemos que este texto también habla de descanso en shabat. A pesar de que la palabra shabat no significa descanso, sino “cese de actividades creativas”, la palabra “descansar”, en hebreo nuaj[15], también está relacionada con el shabat, como está escrito en 5:14b:
“para que tu siervo y tu sierva también descansen como tú.” (LBLA)
Sin embargo, el concepto de descansar no es el principal para el shabat sino el de cesar de las actividades creativas y productivas.
“como HaShem tu Dios lo ha mandado.” – Según el Talmud,[16] el mandamiento del Shabat no fue dado a Israel por primera vez en el monte Sinái, sino en Mará, donde les dio algunas leyes, cf. Éxodo 15:25.
5:15 “Y acuérdate que fuiste esclavo en la tierra de Egipto, y que HaShem tu Dios te sacó de allí con mano fuerte y brazo extendido; por lo tanto, HaShem tu Dios te ha ordenado que hagas el día de shabat.” (LBLA revisada) – El pueblo de Israel tiene que recordar que fueron esclavos en Egipto. Por haber sido liberados de allí, HaShem ahora les ordena guardar el shabat. Esto nos enseña que no guardábamos el shabat en Egipto. Ahora somos libres para guardar los mandamientos del Eterno, no por esclavitud y amenazas, sino por gratitud y amor. Esto también nos enseña que el que no guarda el shabat o el que está obligado a trabajar en shabat, es todavía un esclavo bajo el sistema de este mundo.
Aquí está escrito que tenemos que “hacer”, en hebreo laasot, el día del shabat. (Lamentablemente no fue traducido así en las dos versiones RV y LBLA.) “Hacer el día del shabat” significa que hay que hacer algo especial para que el shabat sea shabat en relación con los demás días de la semana. Por esta razón surgieron muchas de las tradiciones para el shabat, por ejemplo la de encender dos velas una cantidad de minutos antes del shabat, (como señal del último trabajo que se hace antes del inicio del día del cese), la tradición de beber una copa de vino para iniciar el shabat, (en señal de alegría por la bendición que representa el día festivo), la tradición de poner un mantel blanco sobre la mesa, (en recuerdo de la capa protectora blanca que había debajo del maná en el desierto), la tradición de tener dos panes grandes especialmente preparados para el shabat, (en recuerdo de la doble porción del maná que hubo en el desierto cada sexto día), la tradición de cubrir los panes con un mantel blanco, (como recuerdo de la capa blanca protectora que hubo sobre el maná en el desierto), la tradición de bendecir a la esposa y los hijos de una manera especial, la tradición de comer mucha comida y diferente a la de los demás días de la semana, la tradición de vestirse con ropas elegantes en honor al shabat, la tradición de hacer oraciones especialmente redactadas para ese día, la tradición de llamar a siete varones a la lectura del rollo de la Torá en la sinagoga, la tradición de hacer kidush sobre el vino antes de comer el día del shabat etc. etc. Todas estas cosas son maneras de “hacer el día del shabat”, para así cumplir con el mandamiento.
En resumen, podemos decir que en shabat hay que:
- Acordarse – pensar en la obra de la creación y de la liberación de la esclavitud, Éxodo 20:8; Deuteronomio 5:15.
- Guardar – ser cuidadoso con el shabat para no hacer cosas prohibidas, Éxodo 20:10; Deuteronomio 5:12; Isaías 58:13-14.
- Santificar – dedicarse al Eterno y a su Torá de una manera especial, Deuteronomio 5:12, 14 “para el Eterno”. Esto se hace en la familia, Deuteronomio 5:14, y en la congregación, Levítico 23:3.
- Descansar – no hacer cosas que cansen o causen molestias, dormir extra, Deuteronomio 5:14.
- Hacer el día de shabat – cumplir ciertos ritos para que ese día sea diferente a los demás días de la semana, Deuteronomio 5:15b.
- Disfrutar del shabat – comer bien y hacer otras cosas que alegran el alma, Isaías 58:14.
El shabat es también un día para recordar la liberación de la esclavitud del pecado, por medio de la muerte y resurrección de Yeshúa el Mesías. La salida de Egipto es una sombra profética de la salida de la verdadera esclavitud, bajo el pecado y el adversario, Juan 8:32-36.
Como Yeshúa estuvo muerto durante tres días, incluyendo el shabat, y así pagó por nuestros pecados, nosotros hemos experimentado la liberación de la esclavitud del pecado, de la muerte y del adversario. Esto nos da una razón aún mayor para celebrar el shabat. ¡Bendito sea el Eterno por el Mesías que nos dio el shabat eterno!
5:16 “Honra a tu padre y a tu madre, como HaShem tu Dios te ha mandado, para que tus días sean prolongados y te vaya bien en la tierra que HaShem tu Dios te da.” (LBLA revisada) – Esta palabra enseña que también el mandamiento de honrar a los padres, fue dado antes de la entrega de la Torá en Sinái. Según el Talmud[17], fue en Mará.
Quinta aliyá, 5:22(19) – 6:3
5:22(19) “Estas palabras HaShem habló a toda vuestra asamblea en el monte, de en medio del fuego, de la nube y de las densas tinieblas con una gran voz que no cesó. Y las escribió en dos tablas de piedra y me las dio.” (LBLA revisada) – Según Rashí, cuando dice que su gran voz no cesó, significa que no necesitaba parar y coger aire, como los hombres, para poder seguir hablando.
6:1 “Este, pues, es el mandamiento, los estatutos y los decretos que HaShem vuestro Dios me ha mandado que os enseñe, para que los cumpláis en la tierra que vais a poseer” (LBLA revisada) – Ahora entramos en lo que es considerado como la declaración de fe del judaísmo, el shemá. En este versículo está escrito que este es el mandamiento, en singular. Cuando le preguntaron a nuestro Maestro Yeshúa cuál es el mandamiento más importante, contestó con las palabras del shemá, cf. Marcos 12:29.
Sexta aliyá, 6:4-25
6:4-9 “Escucha, Israel, HaShem es nuestro Dios, HaShem es uno. Y amarás a HaShem tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma y con todos tus medios. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando estés sentado en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Y las atarás como una señal sobre tu brazo, y serán por insignias entre tus ojos. Y las escribirás en los postes de tu casa y en tus puertas.” (LBLA revisada)
En estas palabras, llamadas el shemá, encontramos la clave para poder vivir cerca del Eterno en todo momento.
Shemá – Lo primero que el hombre tiene que hacer para estar cerca del Eterno es escuchar y obedecer. El Eterno toma la iniciativa para acercarse a nosotros y nosotros sólo tenemos que hacerle caso para poder obtener su gracia. Acércate cada mañana al Eterno y toma unos minutos para escuchar, sin hacer nada más, y deja que el Espíritu de HaShem te hable por las palabras de la Torá que has leído. No seas tan rápido en tus oraciones que sólo hables y no escuches. Es mejor escuchar a HaShem que hablarle. El shemá nos enseña a poner el escuchar como la máxima prioridad en nuestras vidas.
Israel – La segunda cosa que es destacada es nuestra identidad como pueblo. El gentil que ha hecho la conversión al Dios de Israel por medio del Mesías Yeshúa es parte del Israel celestial, y aunque no se haya convertido en judío, puede identificarse con el pueblo, cf. Efesios 2:19.
HaShem es nuestro Dios – Esta es la declaración de los que son parte de Israel. Los que tienen otros dioses no son parte de Israel. Rashí destaca el hecho de que este versículo dice que HaShem es únicamente el Dios de Israel en este momento, pero en el futuro será el Dios de toda la humanidad, como está escrito en Sofonías 3:9:
“En ese tiempo daré a los pueblos labios puros, para que todos ellos invoquen el nombre de HaShem, para que le sirvan de común acuerdo.” (LBLA revisada)
En Zacarías 14:9 está escrito:
“Y HaShem será rey sobre toda la tierra; aquel día HaShem será uno, y uno su nombre.” (LBLA revisada)
HaShem es uno – La palabra traducida como “uno”, ejad,[18] implica unidad y unicidad. Hay veces cuando las Escrituras usa este término para marcar la unidad entre varios elementos o personas, pero cuando se usa en relación con el Eterno no puede tener ese sentido, porque no hay más que una Persona en la Deidad. Por lo tanto, la palabra ejad tiene los siguientes dos significados en este contexto: que HaShem no es plural y que no hay otro. Él es el único Dios que existe y esa unicidad, esa singularidad, lo ha revelado a Israel.
La vida eterna consiste en conocer – por experiencia – al único Dios verdadero, y a quién ha enviado, Yeshúa el Mesías, como está escrito en Juan 17:3:
“Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Yeshúa el Mesías, a quien has enviado.” (LBLA revisada)
Este versículo nos enseña que en el único Dios verdadero no está incluido Yeshúa el Mesías. El único Dios verdadero es sólo el Padre, HaShem, como también está escrito en 1 Corintios 8:6-7a:
“para nosotros hay un solo Dios, el Padre, de quien proceden todas las cosas y nosotros somos para Él; y un Señor, Yeshúa HaMashíaj, por quien son todas las cosas y por medio del cual existimos nosotros. Sin embargo, no todos tienen este conocimiento…” (LBLA revisada)
Y amarás – Como Él es el Único para nosotros, la consecuencia es amarle. Por eso el hebreo usa la palabra “y”. Según Rashí, amarle significa cumplir sus palabras por amor, no por temor.
Con todo tu corazón – Se refiere a lo más íntimo de nuestro ser, que no puede estar dividido en la devoción al Eterno, como está escrito en Jacobo (Stg.) 4:8:
“Acercaos a Dios, y El se acercará a vosotros. Limpiad vuestras manos, pecadores; y vosotros de doble ánimo, purificad vuestros corazones.” (LBLA revisada)
Con toda tu alma – Significa que hay que estar dispuesto a dar su vida por amor a él y vivir solamente para él.
Con todos tus medios – La palabra hebrea que normalmente ha sido traducida como “fuerzas”, es meodeja, que no sólo significa tu fuerza, sino también “tus posesiones”, “tus medios”, “tus capacidades”, de meod,[19] “mucho”. Esta palabra no habla de la fuerza física, en primer lugar, sino de todo lo que uno tiene y es, lo cual también incluye las posesiones materiales. El amor al Eterno también se expresa en la manera de administrar nuestros bienes materiales. Pero el amor siempre empieza en el corazón y luego va saliendo hacia fuera.
Y estas palabras que yo te mando hoy – Se refiere a las palabras de la Torá de Moshé, que siempre deben ser consideradas como dadas hoy, es decir, son actuales ahora.
Estarán sobre tu corazón – Es la responsabilidad de cada uno de nosotros poner las palabras de la Torá sobre nuestro corazón, como está escrito en 11:18:
“Poned, pues, estas mis palabras en vuestro corazón y en vuestra alma; atadlas como una señal a vuestra mano, y serán diadema entre vuestros ojos.” (LBLA revisada)
No es lo mismo tener las palabras en la mente que en el corazón. El corazón es la sede de la personalidad, lo más íntimo de nosotros, donde normalmente sólo cabe una cosa. En la mente pueden caber muchas ideas y opciones, pero no en el corazón. Allí sólo cabe una cosa o una opción, y esa cosa es la que, en los momentos decisivos de la vida, define nuestras decisiones.
Dentro de los dos tefilín, que se colocan sobre el brazo izquierdo y sobre la cabeza, hay una diferencia. En el tefilín de la cabeza hay cuatro apartamentos con cuatro pergaminos con cuatro textos diferentes de la Torá. Pero en el tefilín del brazo izquierdo, que está pegado al corazón, hay un solo departamento con un solo pergamino con los cuatro textos. Esto nos enseña que cuando las palabras de la Torá están en nuestra cabeza pueden ser entendidas e interpretadas de muchas maneras diferentes, pero cuando llegan al corazón, sólo hay unidad entre ellas y hay una sola cosa.
Cuando la Torá entra en el corazón va a marcar nuestras decisiones. Cuando hay que elegir entre una propuesta y otra, lo que hay en el corazón marcará la diferencia. Es nuestra responsabilidad ver que las palabras de la Torá lleguen al corazón. Primero las oímos con nuestra cabeza, pero luego hay que meditar en ellas hasta que entren en nuestro corazón. Entonces es desalojado lo que antes estaba allí, porque en el corazón sólo cabe una cosa. Cuando estás enamorado, sólo podrás tener una persona en tu corazón. De la misma manera es con HaShem y su Torá. Asegúrate que la Torá esté en tu corazón para que tomes las decisiones conforme a ella en los momentos críticos de tu vida, cuando tendrás que elegir entre la obediencia y la desobediencia. Si no pones las palabras de la Torá en tu corazón, te engañará en la crisis, porque no hay nada más engañoso como el corazón del hombre.
En Marcos 4 el Mesías nos da la clave para entender el secreto del Reino de los cielos. En el versículo 11 se habla del secreto del Reino de Dios. Hay un secreto que es considerado el más grande del Reino y por eso es llamado “el secreto”. ¿Cuál es?
En Marcos 4:3-20 está escrito:
“¡Oíd! He aquí, el sembrador salió a sembrar; y aconteció que al sembrar, una parte de la semilla cayó junto al camino, y vinieron las aves y se la comieron. Otra parte cayó en un pedregal donde no tenía mucha tierra; y enseguida brotó por no tener profundidad de tierra. Pero cuando salió el sol, se quemó; y por no tener raíz, se secó. Otra parte cayó entre espinos, y los espinos crecieron y la ahogaron, y no dio fruto. Y otras semillas cayeron en buena tierra, y creciendo y desarrollándose, dieron fruto, y produjeron unas a treinta, otras a sesenta y otras a ciento por uno. Y él decía: El que tiene oídos para oír, que oiga. Cuando se quedó solo, sus seguidores junto con los doce, le preguntaban sobre las parábolas. Y les decía: A vosotros os ha sido dado el secreto del reino de Dios, pero los que están afuera reciben todo en parábolas. para que VIENDO VEAN PERO NO PERCIBAN, Y OYENDO OIGAN PERO NO ENTIENDAN, NO SEA QUE SE CONVIERTAN Y SEAN PERDONADOS. Y les dice: ¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, pues, comprenderéis todas las parábolas? El sembrador siembra la palabra. Y éstos que están junto al camino donde se siembra la palabra, son aquellos que en cuanto la oyen, al instante viene satanás y se lleva la palabra que se ha sembrado en ellos. Y de igual manera, estos en que se sembró la semilla en pedregales son los que al oír la palabra enseguida la reciben con gozo; pero no tienen raíz profunda en sí mismos, sino que sólo son temporales. Entonces, cuando viene la aflicción o la persecución por causa de la palabra, enseguida tropiezan y caen. Otros son aquellos en los que se sembró la semilla entre los espinos; éstos son los que han oído la palabra, pero las preocupaciones del mundo, y el engaño de las riquezas, y los deseos de las demás cosas entran y ahogan la palabra, y se vuelve estéril. Y otros son aquellos en que se sembró la semilla en tierra buena; los cuales oyen la palabra, la aceptan y dan fruto, unos a treinta, otros a sesenta y otros a ciento por uno.” (LBLA)
En el versículo 3 dice el Mesías: “¡Oíd!”, que viene del shemá, y luego sigue hablando de la parábola que es considerada como la modelo para todas las parábolas, como se ve en el versículo 13 donde dice:
“¿No entendéis esta parábola? ¿Cómo, pues, comprenderéis todas las parábolas?” (LBLA)
Esta parábola del sembrador contiene la llave para entender todas las otras parábolas. El que entiende esta parábola ha entendido el gran secreto del Reino de Dios. ¿Qué nos enseña?
“El sembrador siembra la palabra.” – este es el gran secreto.
Nuestro Gran Maestro empezó la parábola diciendo: “¡Oíd!” y la terminó diciendo: “El que tiene oídos para oír, que oiga.” Así que, él destaca la importancia de escuchar, al igual que Moshé rabenu en el texto del shemá.
En el versículo 20 está escrito:
“Y otros son aquellos en que se sembró la semilla en tierra buena; los cuales oyen la palabra, la aceptan y dan fruto, unos a treinta, otros a sesenta y otros a ciento por uno.” (LBLA)
¿Qué podemos aprender de esto? El gran secreto del Reino es recibir las semillas que el Sembrador está sembrando. La tierra es el hombre, que una vez fue formado con el polvo de la tierra. Dependiendo de cómo entra la semilla en la tierra, así será su fruto. El gran secreto del Reino es lograr que la Torá llegue a lo más profundo del corazón. Según esta parábola hay cuatro tipos de hombres:
- Los del camino – que tienen una dureza por encima de su corazón para que la semilla no pueda entrar adentro. Los caminos de la época fueron producidos por los pasos de los hombres. Cuantos más hombres pasaban por el campo, más duro se hacía. Así que las tradiciones de los hombres es el obstáculo número uno para no poder recibir la semilla en el corazón. Uno tiene la costumbre de caminar por donde todo el mundo anda y no quiere hacer cambios según la Torá y así viene satanás y lleva la semilla preciosa de cebada que fue sembrada.
- Los de los pedregales – que tienen una actitud mental de recibir, pero en el fondo tienen el corazón endurecido y no están dispuestos a cambiar su manera de ser. Les gusta escuchar y reciben la Torá con muchas emociones, pero a la hora de la verdad cuando hay persecución por causa de la Torá, se apartan, porque sólo buscaban placeres y no quieren sufrir por causa del Reino.
- Los de los espinos – que han oído y hecho caso a la Torá, pero están más interesados en las cosas de este mundo que del Reino. Buscan satisfacer sus propios deseos más que los deseos del Padre Celestial. Con el tiempo perderán su entusiasmo por el Reino porque les interesa más lo que les da placer a corto plazo, que la obediencia a los mandamientos, que produce mayor placer a largo plazo.
- Los de la buena tierra – que oyen la Torá y la aceptan con todas sus consecuencias, con confrontaciones internas y persecuciones externas. Ellos dejan que la Torá penetre en lo más hondo de su corazón y ajustan sus vidas según su enseñanza, a pesar de los dolores que son causados por ello. No son temporales, sino constantes y con el paso del tiempo habrá un resultado bello de su fidelidad a la Palabra que fue sembrada en su interior. Dan fruto en tres niveles, lo cual muestra que hay tres clases de fieles en el Reino.
En Marcos 4:24a está escrito:
“Mirad qué oís.” (LBLA revisada)
Es muy importante ver que lo que entre en el corazón sea la Torá dada del cielo y no una que es falsificada. El secreto del Reino es poner la Torá en el corazón. Lo mismo se puede encontrar en Marcos 4:26-28 donde está escrito:
“Decía también: El reino de Dios es como un hombre que echa semilla en la tierra, y se acuesta y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece; cómo, él no lo sabe. La tierra produce fruto por sí misma; primero la hoja, luego la espiga, y después el grano maduro en la espiga.” (LBLA)
Tú eres responsable delante del Cielo para hacer que la semilla de la Torá entre en tu corazón. Cuando hayas logrado meter esa semilla en el corazón vas a tener una experiencia única: La semilla produce fruto por sí misma. No eres tú el que tiene que producir fruto en tu vida, la Torá produce por sí misma. Tu preocupación no tiene que ser si vas a dar fruto o no, sino cómo poder meter la semilla en el corazón. El resto vendrá por sí solo.
¿Cuánto fruto quieres tener en tu vida? ¿Treinta, sesenta o cien? Depende de la medida de semilla que logres poner en tu corazón, como está escrito en Marcos 4:24b:
“con la medida con que medís seréis medidos, y aún más se os dará.” (LBLA)
Así que: “Estas palabras que yo te mando hoy pondrás sobre tu corazón.” – Este es el Gran Secreto del Reino. ¿Pero, cómo podemos lograr que la semilla llegue al corazón? El shemá también nos da la respuesta:
“Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas cuando estés sentado en tu casa y cuando andes por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes.” (LBLA)
¿Qué es lo primero que hay que hacer con la Torá para que llegue al corazón? Repetirla con la boca a los hijos, que también son hijos espirituales.
Lo segundo es hablar de ellas al estar sentado en la casa. ¿Qué debemos hablar cuando estamos sentados en la mesa para comer? ¿Qué debemos hablar cuando estamos sentados en el sofá o en el sillón? ¿Cuál es el botón más santo de la televisión? El rojo, para apagar, para poder hablar la Torá en lugar de ver porquería que no hace otra cosa que ahogar los conceptos divinos de las Escrituras.
Lo tercero es hablar de las palabras de la Torá cuando andes por el camino. ¿Qué cosas hablamos con nuestros hijos cuando estamos viajando con ellos?
Lo cuarto es hablar de las palabras de la Torá cuando te acuestes. Lo último que debemos tener en nuestras mentes antes de dormir es la palabra del Eterno. El sueño ha sido creado para que el Eterno pueda obrar en nuestro interior durante la noche. Por eso es muy importante tener las palabras del Tanaj en la mente antes de dormir. Así podrá el Eterno hacer que esa palabra baje al corazón durante el sueño. Nunca te acuestes mirando la televisión o escuchando canciones o discutiendo con tus familiares. Acuéstate con las palabras del Cielo y tendrás un corazón lleno de semillas que van a dar fruto, como está escrito en Marcos 4:27:
“se acuesta y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece.” (LBLA)
Recita el shemá antes de dormir para reconocer al Eterno como tu único Dios y así encomendarte en Sus manos protectoras y moldeadoras.
Lo quinto es hablar de las palabras de la Torá cuando te levantes. Lo primero que un judío debe hacer al despertar es decir: “Gracias doy ante ti, Rey Vivo y Eterno, porque has devuelto mi alma dentro de mí con misericordia. Grande es Tu fidelidad.” Después de ir al baño, se lava las manos y antes de alimentar a su cuerpo con comida, sigue exaltando al Eterno, con bendiciones basadas en las Escrituras, hasta llegar a la recitación del shemá y otras oraciones escriturales. Luego lee y medita sobre textos del Tanaj. Así cumple con este mandamiento de hablar de las palabras del Eterno cuando se levante.
Las atarás como una señal sobre tu brazo, y serán por insignias entre tus ojos – En la oración de la mañana, un varón judío se coloca el talit, manto de oración, con los flecos, que fueron ordenados en Números 15:37-41, y luego pone los tefilín, para cumplir el mandamiento de atar las palabras sobre el brazo y entre los ojos.
Hay varios niveles de entendimiento para la práctica de poner los tefilín. En primer lugar está el nivel peshat (simple), que se cumple de manera literal atando las palabras en el brazo y en la cabeza en la línea intermedia entre los ojos, por encima del borde del pelo en la frente.
Desde el nivel remez (alegórico), que no puede sustituir al nivel simple, se puede entender el mandamiento de manera que se refiere a cumplir las palabras con la mano, es decir, se trata de vivir, de forma práctica, todo lo que ordena el Eterno en su Torá y, también, de tener las palabras de la Torá en la mente y como el motivo de nuestra mirada. La visión de un verdadero hijo de Dios es que la Palabra del Eterno sea cumplida en su vida.
Y las escribirás en los postes de tu casa – Se cumple al escribir las palabras de la Torá en un pergamino que se coloca en una cajita en la jamba de la puerta, mezuzá.[20] Es una obligación para un judío poner las palabras de la Torá en las jambas de las puertas de las habitaciones en la casa donde vive. Este mandamiento está dado para que la Torá esté presente en nuestras casas. Al tener una parte de las Escrituras en las puertas hay un recuerdo de que son nuestro modelo de vida y la base para nuestras conversaciones en la casa. En una casa donde está la Torá en las puertas no se puede vivir de cualquier manera. Tampoco se puede hablar de cualquier manera o de cualquier cosa en esa casa. Tampoco se puede introducir por medio de las puertas o por la televisión o internet cualquier cosa en esa casa. Una casa con mezuzá en cada puerta es una casa apartada para servir los propósitos de Dios.
Y en tus puertas – Se refiere al lugar donde se reunían los ancianos en la ciudad para tratar asuntos gubernamentales, es decir algo parecido a la municipalidad de hoy en día. La puerta fue el ayuntamiento de la época. Este mandamiento fue dado para recordar a los gobernantes de que deben estar reunidos, para tratar los asuntos de la ciudad, siempre dentro de los marcos de la Torá de Moshé. Así la Torá es puesta como la única regla para los gobernantes del país.
6:10-12 “Y sucederá que cuando HaShem tu Dios te traiga a la tierra que juró a tus padres Avraham, Yitsjak y Yaakov que te daría, una tierra con grandes y espléndidas ciudades que tú no edificaste, y casas llenas de toda buena cosa que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivos que tú no plantaste, y comas y te sacies; entonces ten cuidado, no sea que te olvides de HaShem que te sacó de la tierra de Egipto, de la casa de servidumbre.” (LBLA revisada) – Cuando las cosas van bien y lo material se aumenta es fácil olvidar al Eterno. ¡Tengamos cuidado con eso!
6:13a “Temerás a HaShem tu Dios; y a Él servirás…” (LBLA revisada) – Este fue el texto que Yeshúa citó cuando se enfrentó con satanás que le pedía que se postrara ante él, como está escrito en Mateo 4:9-10:
“y le dijo: Todo esto te daré, si postrándote me adoras. Entonces Yeshúa le dice: ¡Vete, satanás! Porque escrito está: “Al Eterno tu Dios adorarás y sólo a él servirás.” (LBLA revisada)”
La palabra hebrea que significa temer fue traducida al griego como adorar. Vemos, por tanto, que hay una conexión entre postrarse ante el Eterno y temerle. De esto aprendemos que nuestro culto ante el Eterno tiene que ser hecho con temor reverente. En varias ocasiones dice nuestro Maestro que debemos temer al que tiene el verdadero poder, cf. Mateo 10:28; Lucas 12:5; Hebreos 10:31; 12:28. La falta de temor al Eterno es la causa de la mayoría de los pecados que se comenten. El que no tiene temor al Eterno a la hora de servirle no le sirve de manera correcta.
6:16a “No tentaréis a HaShem vuestro Dios…” (LBLA revisada) – Estas palabras fueron también citadas por nuestro Maestro cuando tuvo su momento de decisión en el desierto, cf. Mateo 4:7.
Durante el tiempo del segundo templo, cuando vino Yeshúa a predicar, no se seguía el ciclo anual de lecturas del Jumash en la Tierra de Israel, sino el ciclo trianual. Ese ciclo empieza en el primer mes del año, llamado aviv y nisán, y sigue durante tres años hasta terminar en el mes duodécimo, llamado adar. Así que, necesitaban tres años enteros para poder leer los cinco libros de Moshé en las sinagogas en el tiempo del segundo Templo. Y como Yeshúa es la Torá viviente, él tenía que pasar por toda la lectura del Jumash durante sus tres años y medio de ministerio.
Con toda probabilidad podemos asumir que Yojanán ben Zejaryá (Juan el Bautista) empezó su ministerio durante el mes de la teshuvá (arrepentimiento), que es el sexto mes del anuario judío, llamado elul, (que en Israel cae en pleno verano). A partir del inicio de ese mes el pueblo se está preparando durante cuarenta días para poder estar delante del Eterno en el gran día de expiación, yom kipur, que cae en el 10º día del séptimo mes, llamado tishrí. De esta manera aprendemos que Yeshúa tenía que haber sido sumergido en el río Yardén por esas fechas. Y como luego fue llevado al desierto durante 40 días para ser tentado por satanás, es probable que esos días hayan sido los mismos que los 40 días de preparación para yom kipur, o por lo menos gran parte de ellos.
Meses del 3er año | Texto de la Torá del 3er año | Texto de los Profetas del 3er año |
Tishrí (7º) | Deuteronomio 5:1 – 6:3 | No había |
Deuteronomio 6:4 – 7:26 (6:13,16 citados en Luc 4:8, 12) | 1 Reyes 10:39 | |
Deuteronomio 8:1-20 (8:3 citado por Yeshúa en Luc 4:4) | Jeremías 9:22-24 | |
Deuteronomio 9:1-29 | Jeremías 2:1, 2 Reyes 8:30 | |
Jeshván (8º) | Deuteronomio 10:1 – 11:25 | 2 Reyes 13:23 |
Deuteronomio 11:26 – 12:19 | Isaías 54:11 – 55:6 | |
Deuteronomio 12:20 – 15:6 | Jeremías 23:9 | |
Deuteronomio 15:7 – 16:17 | Isaías 61:1-2 (leído por Yeshúa) | |
Kislev (9º) | Deuteronomio 16:18 – 17:13 (texto usado en Luc 4:31s) | 1 Samuel 8:1 |
Deuteronomio 17:14-20 (texto usado en Luc 4:31s) | 1 Samuel 10:24 | |
Deuteronomio 18:1 – 20:9 (texto probable en Luc 4:33ss) | Jeremías 29:8 | |
Deuteronomio 20:10 – 21:9 | Josué 24:1 |
Según esta lista de lecturas en la sinagoga, podemos ver cuándo fueron leídos los textos que Yeshúa estaba citando en la cara del adversario cuando fue tentado. Esos tres textos se encuentran en Deuteronomio 6:13, 16 y 8:3. Los dos primeros textos están dentro de la parashá trianual que se leía durante la segunda semana del séptimo mes, justamente durante la semana en que caía la celebración de yom kipur. El tercer texto citado por el Maestro fue leído durante la tercera semana del mismo mes, una semana más tarde. Esto nos indica que Yeshúa inició su ministerio al final de las lecturas del Jumash (Pentateuco), para que en el año siguiente, antes de pesaj, pudiera empezar un nuevo ciclo de lectura y así pasar por toda la Torá en los tres últimos años de su vida en la tierra, antes de ser levantado. Y como él era la Torá viviente, tenía que vivir los cinco libros de Moshé durante su ministerio público.
Es más, en Lucas capítulo 4 vemos como él leía el texto de la Haftará desde Isaías 62:1-2 cuando fue llamado a la lectura en la sinagoga en Natseret. Ese texto es leído en el último shabat de jeshván, el octavo mes, cinco shabats después de la lectura de los textos citados en el desierto. Antes de la lectura de Isaías, aquel shabat, se había leído el texto de la Torá desde Deuteronomio 15:7 – 16:17. En ese texto se habla del año sabático y las tres fiestas anuales.
En Lucas 4:31 está escrito:
“Y descendió a Kefar-Najum, ciudad de Galil. Y les enseñaba en los shabats” (LBLA revisada)
Aquí vemos como el Mesías, después de haber leído la Haftará en la sinagoga donde se había criado, enseñaba durante varios shabats en la sinagoga de Kefar-Najum, al lado noroeste del mar de Galilea. Mediante la tabla de lecturas, según el ciclo trianual, podemos saber qué textos tenía como base para su enseñanza durante esos shabats. Es muy probable que haya enseñado en contra de las prácticas ocultas, en el shabat cuando tocaba leer Deuteronomio 18:1 – 20:9, y por eso vino la reacción tan fuerte en el demonio que estaba dentro de un hombre que escuchaba su enseñanza, cf. Lucas 4:33ss.
6:20 “Cuando en el futuro tu hijo te pregunte, diciendo: “¿Qué significan los testimonios y los estatutos y los decretos que HaShem nuestro Dios os ha mandado?”” (LBLA revisada) – Este es el cuarto hijo que es mencionado durante la cena de pesaj. Los tres primeros están mencionados en Éxodo 12:26; 13:8 y 14.
Séptima aliyá, 7:1-11
7:1 “Cuando HaShem tu Dios te haya introducido en la tierra donde vas a entrar para poseerla y haya echado de delante de ti a muchas naciones: al jiteo, al guirgasheo, al emoreo, al kenaaneo, al perizeo, al jiveo y al yevuseo, siete naciones más grandes y más poderosas que tú” (LBLA revisada) – Los sabios nos enseñaron:[21] “Quien es misericordioso cuando Dios desea la severidad, finalmente será cruel cuando Dios exige misericordia”. El rey Shaúl no exterminó la totalidad de los amalekitas que HaShem le había ordenado, cf. 1 Samuel 15. Por eso, más adelante pecó cuando mató a todos los sacerdotes de Nov, cf. 1 Samuel 22:21. La razón para destruir a todas las personas de las siete naciones que vivían en la Tierra prometida fue que habían llegado a un grado tan bajo de pecado y contaminación espiritual, que por un lado no merecían vivir y por otro lado contaminarían a los hijos del pueblo elegido si pudieran seguir vivos y constituirían también un peligro para las demás naciones del mundo.
7:3-4 “Y no contraerás matrimonio con ellos; no darás tu hija a su hijo, ni tomarás su hija para tu hijo. Porque él apartará a tu hijo de seguirme para servir a otros dioses; entonces la ira de HaShem se encenderá contra ti, y Él pronto te destruirá.” (LBLA revisada) – Este texto dice que cuando el hijo de un gentil se case con la hija de un judío, él hará que el nieto, procreada por la hija del judío, se aparte de HaShem. Esto nos enseña que el hijo de una hija, es llamado “hijo” en el versículo 4, aunque haya nacido de un padre gentil. Por esto, el Talmud[22] enseña que si la Torá hubiera dicho “ella apartará a tu hijo de seguirme”, implicaría que el nieto que haya nacido de un padre judío y una madre gentil, sería considerado “tu hijo”, es decir, judío. Pero como no se expresa en femenino, sino en masculino, “él apartará a tu hijo…”, implica que solamente el nieto nacido por una madre judía y un padre gentil es considerado judío, como si fuera “tu hijo”.
7:5 “Mas así haréis con ellos: derribaréis sus altares, destruiréis sus pilares sagrados, y cortaréis sus imágenes de Asherá, y quemaréis a fuego sus imágenes talladas.” (LBLA revisada) – Esto es mejor que anunciar esos lugares como algo cultural para los turistas o crear museos con estos objetos contaminados. Esto es lo que se debería hacer con los lugares de culto de los mayas, aztecas, incas y otros pueblos que adoraban a dioses terribles, en lugar de promocionarlos para el turismo nacional e internacional. Por todas esas prácticas idolátricas el Eterno envió destrucción sobre esos pueblos.
7:7-8 “HaShem no puso su amor en vosotros ni os escogió por ser vosotros más numerosos que otro pueblo, pues erais el más pequeño de todos los pueblos; mas porque HaShem os amó y guardó el juramento que hizo a vuestros padres, HaShem os sacó con mano fuerte y os redimió de casa de servidumbre, de la mano de Faraón, rey de Egipto.” (LBLA revisada) – La razón por la que el Eterno escogió a Israel no fue por su grandeza, sino porque tomó la decisión de amarlos, no por sus méritos, sino por su inmensa misericordia y por causa del juramento que había hecho con los patriarcas. Aquí encontramos el amor incondicional que el Eterno tiene hacia el pueblo de Israel.
7:9 “Reconoce, pues, que HaShem tu Dios es Dios, el Dios fiel, que guarda su pacto y su misericordia hasta mil generaciones con aquellos que le aman y guardan sus mandamientos” (LBLA revisada) – Si tú tienes, aunque sea un sólo ancestro fiel al Eterno del pueblo de Israel, que vivió hasta hace mil generaciones, (que realmente no han habido desde Adam), la misericordia del Eterno te alcanzará por causa de ese ancestro. Esto nos enseña también que muchos descendientes de los hijos asimilados de Israel entre las naciones, en los últimos tiempos van a retomar su identidad israelita y judía y volver a la Torá de Moshé y al Mesías de Israel.
No es posible amar al Eterno sin guardar sus mandamientos. El que no guarda los mandamientos de HaShem no le ama. El amor hacia Él se manifiesta en la obediencia a los mandamientos.
7:10 “pero al que le odia, le da el pago en su misma cara, destruyéndolo; y no se tarda en castigar al que le odia, en su misma cara le dará el pago.” (LBLA) – Dios pagará a cada uno según sus obras. Los que odian a HaShem recibirán su paga tarde o temprano. A veces HaShem espera con el castigo sobre el malvado por tres motivos:
- Para darle tiempo para arrepentirse, cf. 2 Pedro 3:9; Romanos 2:4.
- Para recompensarle sus buenas obras en este mundo, cf. Salmo 73; Proverbios 11:31.
- Para darle oportunidad para engendrar hijos justos, cf. Ezequiel 18:14-17.
El malvado que no es castigado por sus malas obras en este mundo, ciertamente lo será en el mundo venidero, como está escrito en Romanos 2:5:
“Mas por causa de tu terquedad y de tu corazón no arrepentido, estás acumulando ira para ti en el día de la ira y de la revelación del justo juicio de Dios” (LBLA)
7:11 “Guarda, por tanto, el mandamiento y los estatutos y los decretos que yo te mando hoy, para cumplirlos.” (LBLA) – los mandamientos dados por medio de Moshé no han cambiado para los descendientes de Israel. Son para hoy, como está escrito en Malaquías 4:4-5 (3:22 heb), el último libro de los profetas:
“Acordaos de la Torá de mi siervo Moshé, de los estatutos y las ordenanzas que yo le ordené en Jorev para todo Israel. He aquí, yo os envío al profeta Eliyahu antes que venga el día de HaShem, día grande y terrible.” (LBLA revisada)
Cuando los judíos se acuerden de la Torá de Moshé, les será enviado primeramente el profeta Eliyahu, y luego el Mesías ben David, por segunda vez. Si no se acuerdan de la Torá de Moshé no serán enviados, como está escrito en Hechos 3:19-21:
“Por tanto, arrepentíos y volved a Dios, para que vuestros pecados sean borrados, a fin de que tiempos de refrigerio vengan de la presencia del Señor, y Él envíe a Yeshúa, el Mesías designado de antemano para vosotros, a quien el cielo debe retener hasta el día de la restauración de todas las cosas, acerca de lo cual Dios habló por boca de sus santos profetas desde tiempos antiguos.” (LBLA revisada)
Mashíaj en esta parashá
3:28 “Pero encarga a Yehoshúa, y anímale y fortalécele, porque él pasará a la cabeza de este pueblo, y él les dará por heredad la tierra que tú verás.” (LBLA revisada) – Como hemos dicho antes, Yehoshúa representa a Yeshúa. Él es la cabeza del pueblo de Israel y devolverá a las 12 tribus su herencia en la tierra cuando vuelva otra vez.
4:2 “No añadiréis nada a la palabra que yo os mando, ni quitaréis nada de ella, para que guardéis los mandamientos de HaShem vuestro Dios que yo os mando.” (LBLA revisada) – Moshé es una figura profética del Mashíaj. Como él mandó palabras del Eterno, así el Mesías mandó de la misma manera.
4:5 “Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos tal como HaShem mi Dios me ordenó, para que los cumpláis en medio de la tierra en que vais a entrar para poseerla.” (LBLA revisada) – Yeshúa, al igual que Moshé, enseñó las palabras que el Padre lo ordenó, cf. Juan 14:10.
5:5, 27 “yo estaba en aquella ocasión entre HaShem y vosotros para declararos la palabra de HaShem, porque temíais a causa del fuego y no subisteis al monte… Acércate tú, y oye lo que HaShem nuestro Dios dice; entonces dinos todo lo que HaShem nuestro Dios te diga, y lo escucharemos y lo haremos.” (LBLA revisada) – Moshé sirvió como mediador entre el Eterno y el pueblo. De la misma manera Yeshúa es un mediador, pero su función es superior a la de Moshé, de manera que sin su mediación nadie viene al Padre, como está escrito en Juan 14:6:
“Yeshúa le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.” (LBLA revisada)
En 1 Timoteo 2:5 está escrito:
“Porque Dios es uno (ejad), y uno es el mediador entre Dios y los hombres, Mesías Yeshúa hombre.” (LBLA revisada)
Es obvio que el shalíaj Shaúl tiene el texto de shemá en su mente cuando dice que Dios es uno, cf. Jacobo (Stg.) 2:19. Este texto nos enseña que como sólo hay un Dios, solo hay un mediador. Si la palabra “uno”, en hebreo ejad, significara que Dios fuese varios, también la palabra “uno” en cuanto al mediador, daría lugar para más mediadores. De la misma manera como Dios es uno y no varios, ni una unidad compuesta por varias personas, el mediador es uno solo y no varios. Este texto nos enseña también que el Mesías Yeshúa es un hombre, no Dios. Si fuera Dios sería un mediador entre los hombres y él mismo, y entonces dejaría de ser mediador. Yeshúa, que es un hombre, es un mediador entre hombres y Dios. Obviamente él no es Dios.
En esta parashá se encuentran los mandamientos número 416 – 427 de los 613:
- Precepto respecto a la Unicidad de Dios, Deuteronomio 6:4.
- Precepto de amar a Dios, Deuteronomio 6:5.
- Precepto de estudiar Torá, Deuteronomio 6:7.
- Precepto de recitar el shemá en la mañana y en la noche, Deuteronomio 6:4.
- Precepto de colocarse tefilín en el brazo, Deuteronomio 6:8.
- Precepto de colocarse tefilín en la cabeza, Deuteronomio 6:8.
- Precepto de colocar mezuzá en la puerta, Deuteronomio 6:9.
- Precepto de aniquilar a las siete naciones de Kenáan, Deuteronomio 7:2.
- Prohibición de codiciar lo que pertenece al prójimo, Deuteronomio 5:21(18 heb.).
- Prohibición de probar demasiado a un verdadero profeta, Deuteronomio 7:16.
- Prohibición de conceder gracia a un idólatra, Deuteronomio 7:2.
- Prohibición de casarse con un idólatra, Deuteronomio 7:3.
[1] Strong H8085 shâma‛, shaw-mah’, A primitive root; to hear intelligently (often with implication of attention, obedience, etc.; causatively to tell, etc.): – X attentively, call (gather) together, X carefully, X certainly, consent, consider, be content, declare, X diligently, discern, give ear, (cause to, let, make to) hear (-ken, tell), X indeed, listen, make (a) noise, (be) obedient, obey, perceive, (make a) proclaim (-ation), publish, regard, report, shew (forth), (make a) sound, X surely, tell, understand, whosoever [heareth], witness.
[2] Ortiz V., Pedro, Léxico Hebreo-Español y Arameo-Español, (Santa Engracia, Madrid: Sociedad Bíblica) 2000.
[3] Mishné Torá, en el apartado “Fundamentos de la Torá” capítulo 9.
[4] Strong H1695 dâbêq, daw-bake’, From H1692; adhering: – cleave, joining, stick closer.
Strong H1692 dâbaq, daw-bak’, A primitive root; properly to impinge, that is, cling or adhere; figuratively to catch by pursuit: – abide, fast, cleave (fast together), follow close (hard, after), be joined (together), keep (fast), overtake, pursue hard, stick, take.
[5] Strong H3117 yôm, yome, From an unused root meaning to be hot; a day (as the warm hours), whether literally (from sunrise to sunset, or from one sunset to the next), or figuratively (a space of time defined by an associated term), (often used adverbially): – age, + always, + chronicles, continually (-ance), daily, ([birth-], each, to) day, (now a, two) days (agone), + elder, X end, + evening, + (for) ever (-lasting, -more), X full, life, as (so) long as (. . . live), (even) now, + old, + outlived, + perpetually, presently, + remaineth, X required, season, X since, space, then, (process of) time, + as at other times, + in trouble, weather, (as) when, (a, the, within a) while (that), X whole (+ age), (full) year (-ly), + younger.
[6] Según la recuperación del texto más antiguo citado por el historiador Eusebio en el siglo IV.
[7] Strong H1901 hâgîyg, haw-gheeg’, From an unused root akin to H1897; properly a murmur, that is, complaint: – meditation, musing.
[8] Strong H8544 temûnâh temûnâh,tem-oo-naw’, tem-oo-naw’, From H4327; something portioned (that is, fashioned) out, as a shape, that is, (indefinitely) phantom, or (specifically) embodiment, or (figuratively) manifestation (of favor): – image, likeness, similitude.
Strong H4327 mîyn, meen, From an unused root meaning to portion out; a sort, that is, species: – kind. Compare H4480.
[9] Sanhedrín 38a, Guitín 88a.
[10] Devarim Rabá 2:14.
[11] Hiljot Teshuvá 7:5.
[12] Devarim Rabá 2:15, Maraz.
[13] Strong H5713 ‛êdâh, ay-daw’, Feminine of H5707 in its technical sense; testimony: – testimony, witness. Compare H5712.
[14] Ver el comentario sobre Exodo 20
[15] Strong H5117 nûach, noo’-akh, A primitive root; to rest, that is, settle down; used in a great variety of applications, literally and figuratively, intransitively, transitively and causatively (to dwell, stay, let fall, place, let alone, withdraw, give comfort, etc.): – cease, be confederate, lay, let down, (be) quiet, remain, (cause to, be at, give, have, make to) rest, set down. Compare H3241.
[16] Sanhedrín 56b.
[17] Sanhedrín 56b.
[18] Strong H259 ‘echâd, ekh-awd’, A numeral from H258; properly united, that is, one; or (as an ordinal) first: – a, alike, alone, altogether, and, any (-thing), apiece, a certain [dai-] ly, each (one), + eleven, every, few, first, + highway, a man, once, one, only, other, some, together.
[19] Strong H3966 me‘ôd, meh-ode’, From the same as H181; properly vehemence, that is, (with or without preposition) vehemently; by implication wholly, speedily, etc. (often with other words as an intensive or superlative; especially when repeated): – diligently, especially, exceeding (-ly), far, fast, good, great (-ly), X louder and louder, might (-ily, -y), (so) much, quickly, (so) sore, utterly, very (+ much, sore), well.
[20] Strong H4201 mezûzâh mezûzâh, mez-oo-zaw’, mez-oo-zaw’, From the same as H2123; a door post (as prominent): – (door, side) post.
[21] Kohelet Rabá 7:33.
[22] Yevamot 23a, Kidushín 68b.