Parashat Shemot
Por prof. José Alberto Fuentes
Shemot (Exodo) 6:2-9:35
Haftará: Isaías 27:6-28:13
Comenzamos con la ayuda de Dios con el segundo libro de la Torá, “Shemot”, conocido en el mundo occidental como Éxodo. Un libro en el cual veremos la intervención de la divinidad en el ámbito físico como nunca antes en la historia de la humanidad. Por lo tanto, debemos poner mucha atención en él, ya que uno de los objetivos de este libro es que aprendamos cómo provocar que la divinidad intervenga de manera gloriosa y milagrosa en cada aspecto de nuestras vidas. El resultado de esto será, que todos los problemas habidos y por haber que hay en este mundo y en nuestras vidas, son disipados, pues lo que necesitamos no es otra cosa más que la manifestación de Dios.
En esta ocasión comentaremos y daremos algunos enfoques de ciertos versículos de la parashá.
Estos son los nombres de los hijos de Israel que entraron en Egipto con Jacob; cada uno entró con su familia. (Éxodo 1:1)
Los sabios enseñan que gracias a cuatro cosas el pueblo de Israel fue redimido de la esclavitud.
- No cambiaron sus nombres
Este aspecto es más que obvio por lo que dice el texto de la parashá, y da lugar a que los sabios presenten los siguientes aspectos, que dicho sea de paso se ven a lo largo de la parashá.
- No cambiaron su lenguaje, continuaron hablando hebreo
Estas dos cosas nos hablan de identidad, el pueblo de Israel fue fiel a estos aspectos tan importantes, no permitiendo la asimilación; el mensaje es claro: no pierdas lo que has recibido de tus mayores, no te dejes influenciar por aquellos que no siguen los ideales de la Torá.
- No hubo en ellos lashón hará (hablar mal del otro)
Esta es un área que hay que examinar diariamente en nuestras vidas. Hay que decir que la raíz del exilio egipcio fue a consecuencia de los malos informes que llevaba Yosef de sus hermanos a su padre. Por lo tanto, la reparación se da al eliminar este terrible aspecto.
Pon mucha atención, porque este aspecto es muy importante en el proceso de redención o, en su defecto, es una herramienta de destrucción. Por ese motivo, cuando Faraón se expresa por primera vez, lo hace hablando mal del pueblo de Israel. La raíz del mal en Faraón es la lengua maligna, por eso la palabra “faraón” en hebreo, paró, se puede leer como pe-ra, boca maligna. Por lo tanto, la manera de combatir es evitar la lengua maligna, hablando sólo palabras que edifiquen o simplemente no abriendo la boca.
- No hubo en ellos una conducta sexual inapropiada.
De igual manera, este aspecto tiene que ver con no asimilarse. Carnalmente hablando, muy fácil hubiera sido tener relaciones sexuales con las egipcias, y formar un pueblo unificado, pero no fue así, se mantuvieron fieles a sus esposas.
Cuando el pueblo se mantiene en estos cuatro aspectos, es muy entendible que la Torá diga:
Y los hijos de Israel fructificaron y se multiplicaron, y fueron aumentados y fortalecidos en extremo, y se llenó de ellos la tierra. (Éxodo 1:7)
Hasta este punto, la Torá ya nos está dando claves para que la manifestación de la divinidad en nuestras vidas sea una realidad.
Entretanto, se levantó sobre Egipto un nuevo rey que no conocía a José; y dijo a su pueblo… (Éxodo 1:8)
Qué triste es ver cómo la gente puede olvidarse de todos los beneficios que alguna vez recibieron de parte de otra persona. Yosef logró la sobrevivencia de Egipto, sin embargo, cuando Faraón olvida eso y pierde la gratitud, es cuando el pueblo de Israel se ve afectado. ¿Cuántos de nosotros actuamos igual que Faraón? Olvidando todos los favores que nos han hecho nuestros padres, hermanos, amigos, desconocidos, etc. Aún más, nos olvidamos de todos los miles de milagros y favores que diariamente hace Dios con nosotros. Cuando sucede eso espiritualmente hablando eres un Faraón.
Pidamos a Dios ayuda para siempre ser agradecidos no olvidando nunca a aquellos que nos han beneficiado.
Dad gracias en todo, porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Mashíaj Yeshúa. (1 Tesalonicenses 5:18)
Pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de manera que los egipcios temían a los hijos de Israel. (Éxodo 1:12)
¡Que bendición de versículo! Cuanto más se levantan nuestros enemigos, y nos atacan, más crecemos, más nos multiplicamos. ¡Bendito sea el Eterno! Como dijo David hamelej (el rey):
Preparas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. (Salmos 23:5)
Así que no temas, no abandones tu llamado divino por nada que intervenga o quiera bloquearte. Recuerda que mayor es el que está en nosotros, que el que está en el mundo (1 Juan 4:4). Y también está escrito:
Ninguna arma forjada contra ti prosperará, y condenarás toda lengua que se levante contra ti en juicio. Esta es la herencia de los siervos de Hashem, y su salvación de mí vendrá, dijo Hashem. (Isaías 54:17)
Mejor teme a Dios, como lo dice el texto de la parashá:
Pero las parteras temieron a Dios, y no hicieron como les mandó el rey de Egipto, sino que preservaron la vida a los niños. (Éxodo 1:17)
Pero no pudiendo ocultarle más tiempo, tomó una arquilla de juncos y la calafateó con asfalto y brea, y colocó en ella al niño y lo puso en un carrizal a la orilla del río.
(Éxodo 2:3)
Este texto es muy interesante pues abre camino para que los sabios analicen y comparen a dos personajes muy importantes en la historia bíblica, Moshé y Noaj. Esto por la similitud de expresiones y también por el entorno en que se dan ambas historias.
La similitud de expresión más fuerte es la arquilla en la que fue puesto Moshé, que en hebreo es tevá, misma palabra que se usó para la famosa arca de Noaj. Ambas flotaron en aguas que representaban un peligro. También las expresiones calafatear y brea. Cabe mencionar, que según la tradición, tanto Noaj como Moshé nacieron con circuncisión, de tal modo que hacer una comparación desde el pensamiento de los sabios es necesario.
Todo esto y más, hace que pongamos atención y miremos con lupa a estos dos personajes.
La intención de la comparación de ambos personajes, es para que veamos como Dios puede poner en dos individuos practicante la misma misión, y para que veamos la diferencia entre el que falla y el que cumple, para sacar el máximo provecho al momento de tomar decisiones en la vida.
Para muchos, Noaj no cumplió su misión en la vida porque no alcanzó a redimir a los “benei Adam”. Ahora vemos como esa estafeta de redentor se pasa a Moshé. ¿Será capaz Moshé de redimir a los benei Israel?
A lo largo de la historia de Moshé, podemos ver más puntos de comparación entre ambos personajes, y como Moshé a diferencia de Noaj, cumple con la misión.
Esto lo comparto para que estén enterados del tema y sirva como punto de partida en el estudio. Si Dios lo permite, en próximos estudios hablaremos un poco más sobre esto.
Y la hija de Faraón descendió a lavarse al río, y paseándose sus doncellas por la ribera del río, vio ella la arquilla en el carrizal, y envió una criada suya a que la tomase. Y cuando la abrió, vio al niño; y he aquí que el niño lloraba. Y teniendo compasión de él, dijo: De los niños de los hebreos es éste. (Éxodo 2:5-6)
Es muy interesante que Moshé fuera encontrado en el río, y más siendo hebreo, ya que el decreto contra los niños era la muerte justamente siendo arrojados al río.
Entonces Faraón mandó a todo su pueblo, diciendo: Echad al río a todo hijo que nazca, y a toda hija preservad la vida. (Éxodo 1:22)
Este acontecimiento en la vida de Moshé se tomó como una “resurrección” pues muchos niños hebreos ya habían muerto en las aguas y el hecho de que
Moshé estuviera vivo era un evento divino y milagroso para la hija de Faraón. De tal manera que podemos decir que el redentor viene de entre los muertos, ¿te suena familiar?
Como dijimos, hubo algunos aspectos que quedaron intactos entre el pueblo de
Israel aún en el exilio egipcio: mantuvieron una vestimenta distintiva (esta es otra opinión), nombres distintivos y un lenguaje distintivo, lo increíble es que Moshé es todo lo contrario a esto.
Y el niño creció, y ella lo trajo a la hija del Faraón, y fue para ella como un hijo;
ella llamó su nombre Moshé, y dijo: pues de las aguas él fue sacado. (Éxodo 2:10)
Los sabios enseñan que el nombre Moshé es de origen egipcio, pero no un simple nombre gentil, sino un nombre con trasfondo pagano.
El Rav Ari Kahn profundiza sobre esto y presenta lo siguiente:
Habla, y di: Así ha dicho Hashem el Señor: He aquí yo estoy contra ti, Faraón rey de Egipto, el gran cocodrilo que yace en medio de sus ríos, el cual dijo: Mío es el Nilo, pues yo lo hice. (Ezequiel 29:3)
Como lo muestra Yejezquel, el Faraón creía que él era el dios del Nilo. El decreto que decía que todos los niños judíos debían ser tirados al río Nilo se hace más significante con esta
visión: Cuando las parteras se negaron a matar a los niños, al Faraón le sugirió que los niños fueran tirados al agua en lugar de eso. ¿Por qué esto sería más atractivo que simplemente matarlos? Cuando apreciamos que el Faraón se declaró a sí mismo el dios del Nilo, en efecto, él estaba diciendo “arrojen a los niños al Nilo, y el dios del Nilo decidirá quién vivirá y quién morirá”.
No sólo el Faraón pensaba que era el dios del Nilo, sino que también llamó a su hija “Bitiá”, hija de dios.
Y estos son los hijos de Bitiá, hija del Faraón” (1 Crónicas 4:18, también ver Kalá Rabatí 3:23, Vaikrá Rabá 1:3).
Esta fue la mujer que salvó, y le dio nombre a Moshé. Su padre fue “el dios del Nilo”, ella fue la hija de “dios”, y ella sacó un hijo del Nilo y lo llamó Moshé. “Pues de las aguas él fue sacado”.
Cuando Bitiá le puso el nombre a Moshé, quiso proclamar algo que tenía significado teológico e implicaciones políticas también. Ella estaba aclamando que el Nilo había dado a luz a su hijo. Por supuesto que ella sabía racionalmente que uno de los hebreos había, de hecho, dado a luz a Moshé, pero debemos recordar que el haber tirado los niños al río Nilo no fue visto como un acto de asesinato, sino como algún tipo de juzgamiento. Moshé surgió del Nilo con vida, lo cual tiene un significado teológico para Bitiá. Es por eso que él es declarado “hijo del Nilo”. Ella estaba obviamente poniéndolo a él como el futuro Faraón, o por lo menos que tomase su lugar en el panteón de los dioses egipcios. El nombre de Moshé no fue meramente un nombre egipcio; fue puesto con una connotación idólatra.
¿Fue Moshé un egipcio?
Más bien sus ropas eran egipcias, pero él era un hebreo” (Midrash Rabá 1:32).
El segundo factor que contribuyó a la liberación fue que tenían una vestimenta
distintiva. Aquí también, Moshé fue deficiente.
Lenguaje: los hijos de Israel también conservaron un lenguaje diferente, preservando el hebreo como su lengua madre a pesar de los largos años de exilio. Aquí también, las credenciales de Moshé parecían faltar.
La Torá nos dice que Moshé tenía dificultades para hablar:
“Yo no soy un hombre elocuente…, sino que soy lento (kaved – pesado) de habla, y lento de lengua” (Éxodo 4:10).
Más tarde, Moshé se describió a sí mismo como “arel sefatáim” (6:12, 30) que literalmente significa “labios no circuncidados”, refiriéndose a otra clase de impedimentos. Tomándolo literariamente, surge que Moshé no siente que él tiene el derecho de representar al pueblo de Israel porque su lengua estaba “no circuncidada”: el habla de Moshé también era egipcia. (Hasta aquí comentario del Rav Ari Kahn, parashat shemot)
Entonces, todo parece indicar que Moshé no era apto para ser redentor, pues fallaba en las tres características de identidad que el pueblo no perdió y que les dio el mérito de la redención. Así que, Moshé siendo hebreo, recibe una identidad egipcia, de hecho, se dice de él ish mitsrí, hombre egipcio (Éxodo 2:19), convirtiéndose en un extraño para sus hermanos israelitas.
Pero la Torá enseña que cuando Moshé se despojó de su identidad egipcia
sacando a la luz su verdadera identidad, la hebrea, logró ser el redentor del pueblo de Israel. Ahora podemos entender lo que ha sucedido con Yeshúa, el redentor final. De la misma forma que Moshé, Yeshúa ha sido despojado de su identidad hebrea, convertido en una figura idolátrica entre los gentiles, conocido como “Jesucristo” e identificado como “el dios hijo”. Esto sin duda lo convirtió en un personaje ajeno y despreciable a sus hermanos judíos. En medida que el verdadero Yeshúa muestre su identidad judía el pueblo judío lo aceptará.
Moshé, el primer redentor, fue rechazado la primera vez cuando vino a sus hermanos hebreos como está escrito:
Al día siguiente salió y vio a dos hebreos que reñían; entonces dijo al que
maltrataba al otro: ¿Por qué golpeas a tu prójimo? Y él respondió: ¿Quién te ha
puesto a ti por príncipe y juez sobre nosotros? (Éxodo 2:13-14a)
De hecho, dice el Midrash Rabá que Moshé lloraba al ver el dolor de sus hermanos y decidió inclinar sus hombros y cargar cargas pesadas junto con los hijos de Israel. Doliéndose dijo: ¡Vuestras torturas me lastiman a mí también; sólo deseo poder morir por vosotros!
No obstante, aun así, no le recibieron. Datan, jefe de los judíos en ese tiempo, junto con su hermano Aviram, lo rechazaron, como leímos. Y agrega el Midrash que le dijeron: ¡Tú no tienes siquiera edad suficiente para actuar como juez! De la misma manera la élite de los judíos rechazó al postrer libertador Yeshúa cuando vino por primera vez.
Cuando vino al templo, los principales sacerdotes y los ancianos del pueblo se
acercaron a él mientras enseñaba, y le dijeron: ¿Con qué autoridad haces estas
cosas? ¿Y quién te dio esta autoridad? (Mateo 21:23)
Moshé se manifestó con señales y maravillas delante del pueblo de Israel. De la misma manera Yeshúa anduvo haciendo milagros y maravillas a favor del pueblo. Una de esas señales apunta al Mesías “leproso” que menciona el Talmud en relación a Isaías 53 como veremos.
Le dijo además Hashem: Mete ahora tu mano en tu seno. Y él metió la mano en su seno; y cuando la sacó, he aquí que su mano estaba leprosa como la nieve. Y dijo: Vuelve a meter tu mano en tu seno. Y él volvió a meter su mano en su seno; y al sacarla de nuevo del seno, he aquí que se había vuelto como la otra carne. (Éxodo 4:6-10)
Si el pueblo no creía, Moshé tendría que mostrar la señal de la “lepra”, esto nos habla del Mesías que tuvo que padecer porque el pueblo no creyó en su mensaje, tuvo que hacerse “leproso”.
Nos dice el Talmud en Sanedrín 98b:
El Mashíaj, ¿Cuál es su nombre? se llama Shiló, afirmaron en la escuela de rabí
Shilá, porque dice lo escrito hasta que venga Shiló (Génesis 49:10). Se llama Yinón explicaron en la escuela del rabí Yanái, porque dice lo escrito: Su nombre será para siempre, ante el Sol será propagado (Yinón) su nombre (Salmos 72:17). Se llama Janiná, expresaron en la escuela del rabí Janiná, porque dice lo escrito: porque no os mostraré clemencia (Janiná) (Jeremías 16:13). Otros dicen se llamará Menajem ben Jizkiyá, porque dice lo escrito: se alejó de mí el consolador (menajem) que daría reposo a mi alma (Lamentaciones 1:16). Dijeron los rabinos: Se llama el leproso de la casa de estudio, porque dice lo escrito: ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Elohim y abatido… (Isaías 53:4).
Cabe mencionar que, en esta cita del Talmud, en la que los rabinos se preguntan sobre el Mashíaj: ¿Cuál es su nombre? En hebreo ¿Má shemó? Los rabinos mencionan varios nombres entre ellos como vimos “Shiló”, lo interesante es que en esta pregunta de ¿Cuál es su nombre? Está codificado el verdadero nombre del Mesías pues ¿Má shemó?Tiene el valor numérico de 391 al igual que el nombre Yehoshua, nombre largo del Maestro, el nombre contraído Yeshúa es válido según las Escrituras (Nehemías 8:17; 1Cronicas 24:11; Esdras 2:2; etc.) Ver Proverbios 30:4, en dónde aparece también la pregunta ¿Má shemó?
Dicho sea de paso, Shiló tiene el mismo valor numérico del nombre Moshé, 345.
Otra cosa que no debemos dejar pasar es que el hecho de la mano leprosa de Moshé, que sucedió porque habló mal al decir que el pueblo no le creería, cómo está escrito:
Entonces Moisés respondió diciendo: He aquí que ellos no me creerán, ni oirán mi voz; porque dirán: No te ha aparecido Hashem. (Éxodo 4:1)
Sabido es, y en su momento con la ayuda de Dios hablaremos más a fondo del tema, que el hablar mal causaba la enfermedad espiritual conocida como lepra, en hebreo tsarat. Con esto aprendemos que hay que ser muy cuidadosos con lo que decimos; también vemos una vez más presente el tema de lashón hará, en el contexto del exilio egipcio y la próxima redención que experimentarían los hijos de Israel. Así que mucha atención…
Finalmente quiero comentar una frase muy importante de la parashá.
Y respondió Dios a Moisés: YO SOY EL QUE SOY. Y dijo: Así dirás a los hijos de Israel: YO SOY me envió a vosotros. (Éxodo 3:14)
En fonética hebrea: Ehyé asher ehyé. Traducido comúnmente como: Yo soy el que soy. Literalmente se puede entender como Seré el que seré.
¿Qué significado tendría esto para el pueblo?
Aunque hay varias cosas que podríamos decir, quiero traer una interpretación que me gustó mucho.
Lo que Dios le da a entender a Moshé es que el pueblo decidirá cómo llamarle. El infinito se viste en varios nombres que representan diferentes atributos, en otras palabras, el pueblo con sus acciones decidirá qué revelación quiere de la Divinidad, amor, compasión, bondad, los 13 atributos de misericordia; o algo del otro lado de la balanza, rigor juicio, severidad, castigo, etc.
Dios nos dice: Seré quién tú quieras que sea. Yo estoy dispuesto a lo que digas.
Y tú, ¿qué revelación quieres de Dios?
Shabat shalom