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bershit

Parashat Bereshit

Bereshit (Génesis) 1:1-6:8
Haftará: Yeshayahu (Isaías) 42:5-43:10
Por prof.  José Alberto Fuentes

Un  ciclo más de estudio de la Torá ha comenzado con la parashat Bereshit, “en el comienzo de”. Cada  año nos encontramos con los mismos textos, y parecería algo aburrido leer lo mismo, pero no es así, la sabiduría de la Torá abarca tantos aspectos que no hay día que dejemos de aprender. Los sabios en Pirkei Avot dijeron: ”busca y sigue buscando porque todo está en ella”. En realidad cuando leemos y estudiamos la Torá con motivos puros siempre hay una revelación y esa revelación es como un nuevo comienzo para nuestras mentes o en términos más profundos para nuestras almas. En adición, los sabios enseñan que en efecto la Torá no cambia, pero nosotros sí, de tal manera que el estudiante de Torá debe tener presente esto en todo momento para captar el mensaje divino en cada área y momento de su vida.

A modo de aclaración, en este ciclo que tenemos por delante, con la ayuda del cielo, veremos varias facetas de estudio de la Torá. Por lo tanto cambiaremos en algunas porciones el lenguaje o estilo de estudio, en algunas ocasiones hablaremos del Mashíaj (en realidad no podemos dejar de descubrirlo cada vez que estudiamos), en otras comentaristas de corte literal, otras ocasiones seguiremos la línea de escuelas agádicas, jasídicas, enfoques proféticos etc. La idea es imbuirnos de Torá y llevarnos un mensaje que nos ayude a crecer espiritualmente, sabiendo que lo más importante del estudio de la Torá es conectarse o apegarse con el Dador de la misma, el Santo, bendito es.

En esta ocasión nuestro estudio de la parashá semanal (Génesis 1:1- 6:8) nos llevará únicamente y de manera especial a meditar  en  la primera palabra de la Torá que es bereshit a la luz de Rabí Yeshúa nuestro Mashíaj.

 Una traducción clásica de esta palabra es: “En el principio de”, expresión que es muy similar al inicio de un escrito importante de un discípulo del maestro.            

Marcos 1:1

Principio de la buena nueva de Yeshúa el Mashíaj, Hijo de Dios.

Esta relación la ofrece el mismo texto griego de la Torá de Génesis 1:1 (LXX), dicha traducción griega del original hebreo escrita unos doscientos años antes del maestro coincide con el griego “arjé” de Marcos 1:1  

Los sabios nos han enseñado a poner atención en las similitudes de expresiones. Aunque el contexto sea diferente, siempre hay un mensaje a develar, como veremos.

La palabra bereshit puede estudiarse en muchos niveles de entendimiento. Uno de ellos lo obtenemos cuando  partimos la palabra de la siguiente manera, bet- reshit.

 Las letras hebreas  son también números, siendo la letra bet la segunda del alefato hebreo, equivale al número “dos”. Ahora bien, la palabra reshit ha de  entenderse como “comienzo de”. Por lo tanto, a efectos de nuestro estudio, una traducción exegética del  primer versículo de Génesis 1:1 es:

 “Dos comienzos creo Dios  para los cielos y la tierra”

Considerando esta traducción, el primer comienzo nos viene a hablar del primer Adam, Adam harishón, que al no cuidar su neshamá clalit (alma que contenía a todos los seres humanos)  por el pecado cometido, llevó a toda  la humanidad a un descenso espiritual y por ende a una separación del Creador, bendito sea.

De hecho, la frase cielos y tierra del primer versículo de Génesis alude a las dos dimensiones del ser humano, cielos a la parte espiritual, y tierra la parte física del hombre. Estas dos dimensiones que fueron dañadas por el pecado de Adam, como está escrito:

Génesis 3:7

Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos; entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales.

Los sabios enseñan que la desnudez implica el ocultamiento del esplendor de la luz divina que es el alma misma de la persona, pues la neshamá fue insuflada del interior del Eterno (Génesis 2:7).

A simples rasgos, esto sería el daño de la dimensión espiritual del ser humano, equivalente a la palabra cielos.

Génesis 3:17-19

Y al hombre dijo: Por cuanto obedeciste a la voz de tu mujer, y comiste del árbol de que te mandé diciendo: No comerás de él; maldita será la tierra por tu causa; con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo. Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado; pues polvo eres, y al polvo volverás.  

Esto implica el daño en la dimensión física del hombre, equivalente a la palabra tierra.

Hasta aquí en resumen el primer comienzo.

El segundo comienzo implica un retorno, por eso dice la Escritura:

Marcos 1:3

Voz que clama en desierto (exilio al que nos llevó el primer Adam); Preparad el camino (de retorno al estado original) del Señor; enderezad sus sendas. (Énfasis añadido)

Este retorno nuestros maestros lo llamaron el segundo Adam, el Mashíaj, revelado a nosotros en la persona de Yeshúa, que viene a reparar esas dimensiones caídas del primer Adam y consecuentemente a toda la humanidad como está escrito:

1 Corintios 15:22

Porque así como en Adam todos mueren, también en Mashíaj todos serán vivificados.

1 Corintios 15:45

Así también está escrito: Fue hecho el primer hombre Adán alma viviente; el postrer Adán, espíritu vivificante.

Es importante mencionar que la expresión “polvo eres y al polvo volverás”, también nos habla de este retorno, el polvo representa al hombre (Génesis 2:7), en otras palabras polvo es equivalente al término hombre, por lo que puede entenderse como: “hombre eres (primer Adam) y en hombre volverás (segundo Adam)”. Con esto aprendemos que detrás de la represión y el “castigo” hay una bendición y una oportunidad de volver al Creador, ¡bendito sea por sus bondades!

Así pues,tenemos dos comienzos, el del primer Adam y el del segundo Adam. El primero, el del descenso y segundo, el del ascenso, uno para muerte y otro para vida. Dos eras, la presente y la venidera.

¡De ahí el gran mensaje de Marcos 1:1!

La buena nueva (Evangelio) de Yeshúa es que ha llegado el segundo Adam, el segundo comienzo,  y con él la hora de la reparación de toda la humanidad en él. Por eso es que dice el texto: “el Mashíaj, Hijo de Dios”. Porque hijo en hebreo implica alguien que construye,  ben (hijo) de la raíz bana, construir. Por lo tanto el Mashíaj viene a construir el edificio que con Adam el primer hombre se desmoronó.

De ahí las palabras iníciales del mensaje de redención de nuestro santo maestro:

Marcos 1:15

Ya se cumplió el plazo señalado, y el reino de Dios está cerca. Vuélvanse a Dios y acepten con fe sus buenas noticias.

Cabe mencionar que según la tradición judía  el primer Adam fue creado en la festividad de  Rosh Hashaná, así mismo siguiendo ciertos cálculos y la línea de interpretación de este estudio,  hay una gran posibilidad de que el segundo Adam, Yeshúa haya nacido justamente en la misma festividad. (Contactar con el Dr. Ketriel Blad para más información sobre el tema).

Ahora bien,  hay que preguntarse:

¿Y qué hay de nosotros? ¿Podemos ser partícipes de las buenas nuevas, de este segundo comienzo?

Por supuesto, es necesario, la Torá dice:

Génesis 18:27

Y Abraham replicó y dijo: He aquí ahora que he comenzado a hablar a mi Señor, aunque soy polvo y ceniza.

¿Entiendes estas palabras?

Cuando Avraham se identifica con el polvo implica que él y sus hijos en potencia (físicos y espirituales), son parte de la restauración de Adam (formado del polvo). Es por eso que ADaM es un acrónimo de Avraham, David, Mashíaj. Cuando nos unimos a estos tres pilares, sobre todo al Mashíaj, el último eslabón, tenemos la capacidad de ser parte de esta enmienda, la edificación del cuerpo del Mesías (segundo Adam).

Los sabios enseñan que el simple hecho de tener el conocimiento de una verdad espiritual activa su poder en aquel que ha recibido, creído y entendido. Posteriormente el trabajo espiritual que debemos hacer lo iremos descubriendo conforme estudiemos la Torá y las enseñanzas de los emisarios del Mashíaj, siempre guiados por la Ruaj hakodesh.

Que Hashem nos ayude a discernir estas palabras y entender la importancia y los efectos del mensaje y revelación de Mashíaj en nuestras vidas.

Shabat shalom

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