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54Parashot_B-04

PARASHÁ VAYERÁ

Por Isaac Bonilla Castellanos
Bereshit (Génesis) 18:1-22:24
Haftará: Melajim Bet (2 Reyes) 4:1-37

Resumen de la parashá: El Eterno aparece a Abraham en el encinar de Mamre para anunciarle sobre el nacimiento de su hijo Isaac, quien nacería el año siguiente, a pesar de la incredulidad momentánea de Sara. Abraham intercede por Sodoma y Gomorra para evitar que sean destruidas diciendo que tal vez se encuentren ahí 50 justos, Hashem perdonará a la ciudad si hubiese 50 justos, Abraham sigue intercediendo hasta llegar a 10 justos (Diez representa la totalidad de algo y es por ello que Abraham para en esa cifra. Un grupo de diez hombres se conoce en el judaísmo como “minián”). Los malajim (ángeles) llegan a Sedom (Sodoma) y Amorra (Gomorra) para destruirla y son hospedados por Lot. Lot tiene problemas por hospedar a los ángeles y estos tienen que herir a los hombres de Sedom con ceguera total (en hebreo literalmente “cegueras”). Los ángeles destruyen Sedom después de sacar a Lot, a su mujer y a sus dos hijas. La mujer de Lot vuelve atrás y es convertida en un montón de sal. Lot mora en Zoar pero al tener miedo sube a un monte donde habita en una cueva. Sus hijas dan de beber vino a Lot y cometen incesto con él. De esta unión vienen los moabitas y los amonitas. Al morar Abraham en Gerar, Sara es tomada cautiva por Abimelec. El Eterno interviene y Sara es liberada. Isaac nace y es circuncidado al octavo día conforme al mandamiento dado por Hashem; sin embargo al crecer Isaac recibe burlas de parte de Ishmael, este es expulsado juntamente con su madre, la sierva Hagar. Abraham recibe el mandamiento de sacrificar a su hijo Yitzjak en el monte Moriá. Abraham se levanta temprano a cumplir con la orden de Hashem creyendo firmemente en la resurrección de los muertos y que Hashem cumpliría su promesa de darle descendencia a través de Isaac. Antes de sacrificar a Isaac, el ángel del Eterno habla a Abraham impidiéndole llevar a cabo la orden y señalándole un carnero en lugar de su hijo. El Eterno jura por sí mismo dar todas las promesas a Abraham después de la prueba del sacrificio de su hijo amado.

Sara y Hagar en Gálatas 4 ¿Qué significa la alegoría?

En la parashá de esta semana vemos como con gran gozo Abraham recibe la esperada promesa de su hijo Isaac. Por fin Sara, su amada esposa, concibe y da a luz contra todo pronóstico un hijo para Abraham avinu (nuestro padre) quien da mucha alegría a ambos como su nombre lo dice. El nombre Isaac – en hebreo Yitsjak – viene de la raíz para “risa” o “rlegría”, significa literalmente “se reirá”, y habla en primer lugar de la risa de incredulidad mostrada por Sara y finalmente de la risa de gozo que causó en ella al ver un hijo en su vejez. El Eterno transforma nuestra incredulidad por lo increíble de sus promesas en alegría insuperable hasta el día de hoy; como hizo por Sara, El sigue causando la misma alegría en cada uno de nosotros quienes estamos atónitos de su inmenso amor y bondad y por ello lo bendecimos con todo nuestro ser. ¡Bendito sea su nombre!

Hay algo muy curioso sobre la palabra “Yitsjak”, su raíz sirve para describir tres tipos de risa en esta parashá:

  • La risa de Sara mostrando incredulidad, tal como está escrito: “Se rió (Va-titsjak), pues, Sara entre sí diciendo: ¿Después que he envejecido tendré deleite, siendo también mi señor ya viejo?” (Bereshit [Génesis] 18:12)
  • La risa de alegría de Sara, tal como se dice: “Elohim me ha hecho reír, y cualquiera que lo oyere, se reirá conmigo (Yitsajak li)” (Bereshit [Génesis] 21:5)
  • La risa de Ismael burlándose de Isaac, como está escrito: “Y Sara vio al hijo de la egipcia Hagar, que esta había dado luz a Abraham, se burlaba (metsajek)” (Bereshit [Génesis] 21:5)

Siendo esta la única parashá donde se ve la mofa de Ismael y su relación con Isaac y como fue expulsado juntamente con su madre, quisiera tener la oportunidad de comentar uno de los pasajes más malinterpretados de la Escritura. Podríamos decir que es quizás la analogía más usada para socavar la importancia de la Torá y una de las más confusas si no se tiene el contexto adecuado. Me refiero a la alegoría de Gálatas 4 entre Sara y Hagar y los dos pactos.

¿No habéis oído la Torá?

En la alegoría, Pablo pregunta a los que están coqueteando con la circuncisión, y por tanto la conversión en judíos, como medio de justificación eterna: ¿No habéis oído la Torá? Luego procede a decir lo que la Torá dice:

“Porque está escrito que Abraham tuvo dos hijos; uno de la esclava, el otro de la libre. Pero el de la esclava nació según la carne; mas el de la libre, por la promesa.” (Gálatas 4:22-23)

Pablo se propone a hacer una alegoría entre los dos hijos de Abraham y sus madres, Abraham tuvo dos hijos; sin embargo uno era el producto de querer agradar al Eterno según el esfuerzo humano desligado de su voluntad perfecta (Ismael); y el otro era el producto de la promesa milagrosa del Eterno (Isaac).

Si leemos la Torá, sabemos que Ismael era hijo de una esclava (Hagar) egipcia y nació como producto de tratar de cumplir las promesas de Hashem bajo el esfuerzo humano, ignorando la voluntad de Hashem. Isaac, por otro lado, nació como cumplimiento de una promesa del pacto abrahámico pues era la “zera” o “semilla” que Hashem prometió a Abraham.

En la interpretación cristiana convencional e histórica, la analogía significa algo muy simple: Hagar es la Torá o el judaísmo y produce hijos esclavos, esto es el pueblo judío. Sara, por otro lado, es el evangelio o el cristianismo y produce hijos libres, esto es los cristianos. Esta es la interpretación de virtualmente todo el cristianismo desde el siglo segundo. Esto tiende a reforzarse cuando se introduce el factor de los dos pactos. Pablo escribe:

“Lo cual es una alegoría, pues estas mujeres son los dos pactos; el uno proviene del monte Sinaí, el cual da hijos para esclavitud; éste es Agar.” (Gálatas 4:24)

De esto verso, se asume que Hagar  representa a la Torá, la cual es esclavitud y el antiguo pacto y Sara, el evangelio y el nuevo pacto. ¿Es cierto esto? ¿Cuál es el punto de la alegoría? ¿Por qué Pablo únicamente identifica el pacto que representa Hagar? ¿Por qué no dice el que representa Sara?

Debemos de clarificar varias cosas para entender lo que Pablo está enseñando. En primer lugar, debemos tener muy presente que lo que Pablo introducirá es una alegoría, interpretar una alegoría literal o demasiado literal puede ser peligroso; generalmente la alegoría busca ilustrar o fortalecer un punto previamente aceptado. Extraer verdades entendiendo la alegoría literalmente lleva a la distorsión o tergiversación.

En segundo lugar, es bueno considerar el contexto general de la carta de Gálatas y el contexto inmediato de la alegoría del capítulo 4. Como mencionamos en la parashá Lej Lejá (ver parashá Lej Lejá aquí http://www.mikdashmeat.com/archivos/parashá/lej%20leja.html) el propósito general de la carta de Pablo a los Gálatas se puede resumir en el siguiente mensaje: La salvación viene por medio de la justificación en Yeshúa y no por convertirse en judío. Algunos creyentes en Yeshúa, mayoritariamente prosélitos (es decir ex gentiles que se habían circuncidado como adultos haciéndose legalmente  judíos) enseñaban a los gentiles creyentes que debían circuncidarse para poder recibir la justificación eterna y tener parte en el mundo venidero. El mismo tema fue el causante del la reunión de los apóstolese y ancianos en Hechos 15, tal como se dice: “Entonces algunos que venían de Judea enseñaban a los hermanos: Si no os circuncidáis conforme al rito de Moisés, no podéis ser salvos.”(Hechos 15:1).

Pablo explica en los capítulos 2 y 3 que la justificación no viene por ser judío o por guardar mandamientos como medio de salvación. Por lo tanto, no debemos leer la carta pensando que Pablo tiene en mente que la Ley haya sido abolida, o que la Torá no sirva para nada ya, o que Pablo esté diciendo que “la iglesia” haya sustituido al pueblo judío. El tema es: ¿Cómo se recibe la justificación eterna, perdón de pecados y la salvación? ¿Por fe en Yeshúa o por conversión a judío? (Debemos recordar que Pablo está escribiendo a no judíos). Es en este contexto que debemos leer Gálatas 4 y la alegoría entre Sara y Hagar.

En tercer lugar, debemos diferir de aquellos que piensan que los dos pactos que representan Sara y Hagar en la alegoría, sean “el antiguo pacto” en Sinaí y “el nuevo pacto” en Yerushalaim (Jerusalén).

Los dos pactos a los que Pablo hace referencia son precisamente los dos de los cuales viene hablando desde el capítulo 3 de su carta: El pacto abrahámico y el pacto en Sinaí. Pablo nos dice qué pacto representa Hagar en la alegoría; sin embargo nunca dice cuál es el pacto que Sara representa. Se asume frecuentemente que es “el nuevo pacto” pero Pablo nunca menciona este pacto en toda la carta a los Gálatas, y es el pacto abrahámico el que el contrasta con Sinaí en el contexto inmediato, únicamente un capitulo antes.

Además, hubiese sido contraproducente para Pablo mencionar el “nuevo pacto” anunciado por Jeremías, porque ahí se dice que este pacto sería: “con la casa de Israel y con la casa de Judá.” (Jeremías 31:31). Si Pablo citaba este pacto como prueba de que no se requería ser del pueblo de Israel vía circuncisión para ser salvo, sus instigadores habrían apuntado que los destinatarios de ese pacto son las doce tribus de Israel. Explicaciones adicionales se tendrían que dar para explicar la relación de los gentiles y este nuevo pacto.

Esto no sucede con el pacto abrahámico, que tiene una promesa para la gran nación que saldría de Abraham (Génesis 12:2, 18:18) y para toda la humanidad que sería bendecida en Abraham y en su simiente, esto es el Mesías (Génesis 12:13, 18:18, 22:18, Gálatas 3:16). Es debido a esto que los dos pactos de la alegoría son el pacto con Abraham y el pacto en Sinaí.

Habiendo mencionado esto podemos ver cuál es el contraste, a quien se contrasta y cuál es el punto de Pablo.

Uno según la carne y el otro según la promesa.

El contraste que Pablo hace en Gálatas 4 no es como se piensa: No es entre el judaísmo y el cristianismo, o entre la Torá y el evangelio, o entre judíos y gentiles. Pablo contrasta a dos tipos de creyentes nacidos gentiles y su manera de querer justificarse, en el sentido eterno, ante Elohim.

Ismael era un hijo de una esclava. Él fue circuncidado siendo adulto y fue nacido bajo el intento humano de agradar a Elohim (según la carne). Isaac por otro lado, fue nacido producto de un milagro, producto del pacto abrahámico y la promesa de la descendencia, su manera de reclamar su herencia no era por medio de una circuncisión hecha como adulto, sino simplemente por ser el cumplimiento de la promesa (por ello Pablo llama a Isaac el hijo “según la promesa”).

Hagar representa al pacto Sinaí en Arabia pues ella era egipcia y madre de los Ismaelitas. Sara representa al pacto abrahámico al ser la receptora de la promesa y al dar a luz a ese hijo. Ahora no nos perdamos aquí. No hay nada de malo en el pacto en Sinaí, no hay nada malo en la Torá, lo incorrecto radica en lo que los creyentes de las comunidades de Galacia estaban considerando: Tomar la circuncisión y la conversión al pueblo judío como medio de justificación eterna ante Elohim.

Derek Leman acertadamente apunta: “La Torá no es esclavitud, pero tratar de ser salvo por guardar Torá y conversión es esclavitud” (Derek Leman, “Paul didn´t eat Pork”, pág. 52. Traducción libre).

Daniel Lancaster expone en su excepcional comentario a Gálatas lo siguiente: “Nacidos según la carne son gentiles creyentes en Galacia, que como Ismael, pasaron por la circuncisión siendo adultos” (“The holy epistle to the Galatians”, Daniel Lancaster, pág. 226 First fruit of Zion, 1-800-775-4807, www.ffoz.org. Traducción libre).

Hagar representa al monte Sinaí porque al igual que Hagar era esclava, aquellos que trataban de justificarse por medio de la circuncisión convertían la Torá en un yugo de esclavitud. La Torá no lo es y no es la intención de Pablo decir que el pacto en Sinaí es esclavitud, eran ellos los que lo convertían en esclavitud.

En los días de Pablo, una creencia popular (llamada por la erudición contemporánea: “Nomismo de pacto”) en torno a la salvación eterna era: “La salvación viene por ser judío, todo judío debe permanecer dentro del pacto siendo un creyente promedio y tendrá parte en el mundo venidero. Si un gentil quiere tener parte en el mundo venidero debe hacerse judío”. Ver la Torá o la judeidad como medios de justificación es convertir a la Torá en un yugo de esclavitud y perder el propósito (o propósitos) por el que fue dada. Es por ello que Pablo dice:

“Porque Agar es el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la Jerusalén actual, pues ésta, junto con sus hijos, está en esclavitud.”(Gálatas 4:25).

“Porque ignorando la justicia de Dios, y procurando establecer la suya propia, no se han sujetado a la justicia de Dios” (Romanos 10:3).

“Los que por la Torá os justificáis; de la gracia habéis caído” (Gálatas 5:4)

Pablo veía esta visión de convertir la Torá en un sistema acumulativo de créditos para tener parte en el mundo venidero, como un sistema de esclavitud. Es por ello que alegóricamente el monte Sinaí representa a estos prosélitos que trataban de justificarse por medio de la conversión en judíos e inquietaban a los gentiles de Galacia.

Pablo añade: “Mas la Jerusalén de arriba, la cual es madre de todos nosotros, es libre. Porque está escrito: Regocíjate, oh estéril, tú que no das a luz; Prorrumpe en júbilo y clama, tú que no tienes dolores de parto; Porque más son los hijos de las desolada, que de la que tiene marido. Así que, hermanos, nosotros, como Isaac, somos hijos de la promesa.” (Gálatas 4:26-28).

Pablo equipara, tal como los rabinos, a la Jerusalén mesiánica con Sara, él cita Isaías 54 como una alusión a Sara de quien se dirá que tiene más hijos. Todos los creyentes gentiles que han sido justificados por la fe en Mashiaj, son hijos espirituales de Abraham y Sara. En ellos se cumple la promesa del pacto abrahámico que dice: “En tu simiente serán benditas todas las naciones (goim) de la tierra” (Génesis 22:18).

De manera que la alegoría no es acerca de judíos y cristianos o de Torá versus evangelio, o cristianismo contra judaísmo. El punto de Pablo es dos maneras de cómo creyentes de origen gentil buscaban la justificación: Estos prosélitos, que se circuncidaron siendo adultos, buscaban la justificación por ser judíos vía circuncisión, como se habían circuncidado siendo adultos, son como Ismael; por otro lado, los gentiles que recibían la justificación por la fe en Yeshúa entraban en la promesa del pacto abrahámico, como Isaac y eran hijos de la promesa.

Es bueno recordar lo que dijimos al principio: es solo una alegoría ¡Cuidado con tomarla literalmente y llevarla a extremos que Pablo nunca buscó!

La persecución de Ismael

Pablo finalmente añade:

“Pero como entonces el que había nacido según la carne perseguía al que había nacido según el Espíritu, así también ahora. Mas ¿qué dice la Escritura? Echa fuera a la esclava y a su hijo, porque no heredará el hijo de la esclava con el hijo de la libre. De manera, hermanos, que no somos hijos de la esclava, sino de la libre.” (Gálatas 4:29-31)

En ningún lugar de la Torá leemos sobre una persecución hecha por Ismael a Isaac, simplemente leemos que se burlaba de él. Sara percibió que Ismael claramente quería heredar con su hijo Yitsjak en esa burla, pero la Torá no nos dice en qué consistía. La tradición judía preserva una opinión conocida en los días de Pablo:

“Ismael dijo a Isaac, ‘yo soy más amado que tú porque fui circuncidado a la edad de trece años’. Isaac replicó, ‘yo soy más amado que tu pues fui circuncidado a los ocho días’. Ismael se burló: ‘Eso es lo que me hace más amado que tú porque fui circuncidado a la edad de trece años, pero tú fuiste circuncidado siendo un bebe y no tuviste opción en el asunto’” (Bereshit Raba 55:4).

“Y fue después de estas cosas que Ishmael y Yitsjak contendieron; e Ishmael dijo: ‘Es justo para mí que sea el heredero de lo que es de mi Padre pues yo soy su hijo primogénito’. Yitsjak le dijo: ‘es justo que sea el heredero de lo que es de mi padre, porque soy el hijo de Sara su esposa, en cambio tú eres el hijo de Agar la sierva de mi madre’. Ishmael respondió y dijo: Yo soy más justo que tu, porque fui circuncidado a los trece años. ” (Targum seudo Yonatán. Bereshit 22)

La persecución era sobre un tema según la tradición: El hecho del por qué uno debía de ser el heredero. Isaac apelaba a su madre Sara. Para él, la fuente de su bendición y elección era la promesa del pacto Abrahamico. Ishmael por su parte se jactaba de su circuncisión hecha cuando era adulto.

¿Se nota el obvio paralelismo? Esto era exactamente lo que pasaba en Galacia: Los creyentes gentiles clamaban ser justificados e hijos de Abraham por la promesa del pacto hecho con él y su simiente. Por la sangre de la simiente de Abraham (Yeshúa) los gentiles son injertados espiritualmente en la familia de Abraham y reciben perdón de pecados y vida eterna por las riquezas de su gracia. No es lo que los gentiles hicieran, sino cuanto hizo Yeshúa por ellos. Su forma de justificación era la promesa del pacto Abrahamico.

Por otra parte, el medio de justificación eterna propuesta por estos creyentes prosélitos (un gentil que hace conversión legal a judío) era la circuncisión. Al igual que Ismael, habían llegado a creer que su circuncisión de adulto era la clave para la herencia.

¿Cuál fue el resultado dirá Pablo? Así como la sierva y el hijo fueron echados, los creyentes de Galacia debían de dejar de escuchar a estos instigadores pues ellos tanto como Pablo eran “hijos de la promesa”.

Nuestra salvación depende de la gracia otorgada por la sangre del justo de justos, es su sangre la que nos da vida y perdón de pecados, no obras de justicia que podamos hacer (Tito 3:5). Es en su bendita sangre que Hashem nos da vida pues Él cargó en él, el pecado de todos nosotros (Isaías 53:1-11). Los creyentes en Galacia experimentaban un peligro: basar su justificación en métodos de esfuerzo humano, y no en la gracia de Elohim mostrada en su ungido el Hijo único.

El peligro no era la Torá, no era el judaísmo, sino convertir esto en un medio de justificación eterna y caer de la gracia al asumir que la sangre de Yeshúa no era suficiente. Su sangre es más que suficiente. Es su sangre la que nos mantiene dónde estamos y por medio de la que tenemos acceso espiritual intimo con Hashem. El es el medio de nuestro perdón y jamás debemos alejarnos de aquel hombre que nos amó y se entregó gustosa y voluntariamente por nosotros. Ante él se doblará toda rodilla en reverencia como Rey de reyes y Señor de Señores.

Conclusión

Hemos visto como la interpretación tradicional sobre Gálatas es deficiente pues hace que Pablo contradiga a Yeshúa quien dijo que no había venido abrogar la Torá (Mateo 5:17). Pablo mismo andaba ordenadamente guardando la Torá según el libro de Hechos (21:17-24). El Pablo que dice que Sinaí es literalmente esclavitud y que por tanto la Torá no es más válida para nadie, no es el pablo del libro de Hechos ni de las epístolas; es un Pablo tergiversado.

El punto de la alegoría es uno solo: Los gentiles no deben circuncidarse para ser salvos o justificados por Dios, la entrada por el pacto Abrahamico en Yeshúa es para ellos una seguridad firme para su salvación. El querer buscar justificación por el esfuerzo humano (según la carne) es ser un hijo de esclavitud, como Ismael.

Todos nosotros fuimos llamados a libertad por él que nos dijo: “Si el hijo os libertare seréis verdaderamente libres” (Juan 8:36)

Que Hashem lo envíe prontamente en nuestros días a establecer su trono en Jerusalén para reverenciarle por su soberanía, la cual recibió, por causa de su muerte y resurrección por nosotros.

¡MARANATA!

¡Shabat shalom!

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