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54Parashot_B-10

PARASHÁ MIKETS

Por Isaac Bonilla Castellanos
Bereshit (Génesis) 41:1-44:17
Haftará: Zacarías 2:14-4:7

Resumen de la parashá: Al cabo de dos años el faraón tiene dos sueños que lo turban grandemente, el primero es de siete vacas gordas que son devoradas por siete vacas enjutas de carne. El segundo es de siete espigas muy hermosas que son devoradas por siete espigas muy feas y marchitas. Nadie puede interpretar el sueño del faraón. Cuándo esto sucede el copero se recuerda de Yosef y habla al faraón sobre él. Faraón hace salir a Yosef quien interpreta el sueño: Siete años de abundancia vendrán sobre Egipto y serán seguidos de siete años de hambre terrible. El faraón pone a Yosef sobre todo Egipto por su gran sabiduría y su conocimiento de los misterios de Dios. Los hermanos de Yosef llegan a comprar comida, Yosef les habla ásperamente y los acusa de ser espías metiéndolos en prisión por tres días. Luego Yosef los libera con la condición de que traigan al hermano menor que estaba ausente. Los hijos de Jacob vuelven a Canaán pero al inicio Ya’akov rehúsa darles a Benjamín. Después de acabarse la comida, Jacob accede a enviar a Benjamín. Los hermanos llevan a Binyamín a Yosef quien organiza un banquete en donde come y bebe delante de ellos. José pone su copa en el saco de Benjamín para probar a sus hermanos y saber qué harán al ver que el otro hijo de Raquel es tomado ¿Lo dejarán a su suerte en Egipto como hicieron con él?

La exaltación de Yosef

Esta parashá es preciosa y nos habla a los empecinados optimistas, esas necias personas que piensan que no importa lo obscuro de la noche, siempre habrá un nuevo y brillante amanecer. En la historia de Yosef la humillación y el sufrimiento inmerecido no podrían ser peores. Sufriendo simplemente por hacer la voluntad de su padre y por informar las maldades de sus hermanos, arrojado a un pozo por sus hermanos, vendido por precio semejante a un esclavo, puesto en casa de Potifar y, por retener su santidad fue encarcelado. Estando en la cárcel, interpretó dos sueños, pero al copero se le olvido hablarle a Faraón sobre su caso. Si no supiéramos la historia y su final, y si estuviéramos en el tiempo de Yosef viendo cómo su vida va de calamidad en calamidad, quizás pensaríamos que le está pasando todo eso por ser tan malvado, por ser un impío y que el Cielo le está dando su merecido.

O quizás otros pensarán que simplemente la fatalidad de la vida se fijó en Yosef, un destino impersonal y ciego lo destinó para estar sufriendo sin ninguna razón. Dirían quizás como el necio: “No hay Dios.” (Salmo 14:1)

Esta parashá nos habla de cómo el sufrimiento inmerecido de Yosef empieza a finalizar con su ascenso al trono de Egipto, aquel hombre que fue, por decirlo así, “humillado a la sumo” fue exaltado para fungir como virrey de Egipto, solamente el faraón estaría sobre él, tal como está escrito:

“Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú.” (Bereshit [Génesis] 41:40)

Todos sabemos la historia: El faraón tuvo dos sueños que lo turbaban, uno de siete vacas gordas que salían pero después eran devoradas por siete vacas enjutas de carne. El otro de siete espigas buenas que brotaban pero después eran devoradas por siete espigas marchitas que salían después de ellas. Yosef interpretó los sueños como refiriéndose a un solo acontecimiento: siete años de bonanza que vendrían sobre la tierra seguidos por siete años de hambre.

El faraón quedó atónito sobre la revelación que Yosef tenía y por lo tanto mudó sus vestidos para poner lino finísimo y un anillo sobre su cuello (Génesis 41:42), hizo que las rodillas se doblarán ante él (41:43) y lo puso sobre todo Egipto y su casa (41:41) a excepción de él, quien sería el único sobre Yosef (41:40).

Yosef pasó de ser el siervo (esclavo) a ser el virrey de Egipto vestido de lino fino con toda autoridad recibida de Faraón. En medio de todo el sufrimiento, el Eterno tenía el plan para su vida: la exaltación después de la humillación, ¡Bendito sea su Nombre! ¡Bendito es aquel que hace que todas las cosas nos ayuden a bien!

Algo muy similar pasó con nuestro Mesías quien se humilló hasta lo sumo siendo un siervo sufriente por todos nosotros. Si nosotros hubiésemos estado en sus días probablemente lo hubiéramos considerado como alguien castigado por Dios, tal como está escrito:

“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido.” (Yeshayahu [Isaías] 53:4)

El profeta Isaías viendo proféticamente los sufrimientos del Mesías, lo describe con las palabras “nosotros le tuvimos por herido por Dios y abatido”. La gente común al ver su muerte, lo consideraría como un castigo de Dios dado a él por alguna maldad; sin embargo algo muy distinto estaba sucediendo como en la vida de Yosef: El Eterno estaba permitiendo su sufrimiento para después salvar a muchos.

Es decir, la humillación del Mesías fue tanta que se despojó de todos sus derechos como hijo del Eterno. Como el segundo Adam, aquel que no tenía que morir porque nunca pecó; sin embargo, se hizo siervo al morir en el madero por todos nosotros, tal como está escrito:

“se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de madero.” (Filipenses 2:8)

Sin embargo, su humillación tuvo un fin, tal como Yosef que fue levantado por el faraón de su humillación para ser exaltado hasta lo sumo. La exaltación del Mesías empezó con su resurrección, cuando el Eterno lo levantó con un cuerpo glorificado (correspondiente al lino fino de los vestidos de Yosef), tal como está escrito:

“Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre.” (Filipenses 2:9)

El profeta Isaías después de decir que el Mesías moriría por expiación por el pecado, dice:

“Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos. Por tanto, yo le daré parte con los grandes, y con los fuertes repartirá despojos; por cuanto derramó su vida hasta la muerte, y fue contado con los pecadores, habiendo él llevado el pecado de muchos, y orado por los transgresores.” (Yeshayahu [Isaías] 53:11-12)

Desde ese entonces, Yeshúa ha sido puesto como el Rey del mundo, para que toda rodilla se doble delante de él. El Eterno mismo lo puso en esa posición. Someterse al hijo del Eterno, a su Ungido quien ha sido puesto por él, es reconocer su soberanía y traer gloria a su nombre. Es por eso que se nos dice con respecto a Yeshúa:

“Para que en el nombre de Yeshúa se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Yeshúa el Mesías es el Señor, para gloria de Dios Padre.” (Filipenses 2:10-11)

Desde su resurrección, su exaltación ha comenzado. Toda rodilla se ha comenzando a doblar delante de él. Millones de millones han venido a él, miles de miles han recibido vida eterna en su nombre, miles de miles lo reconocen hoy como la autoridad de sus vidas. Sin duda alguna, Yeshúa ha sido exaltado hasta lo sumo y sigue siendo el Señor de todos nosotros. ¡Cuán gran privilegio es ser parte del cuerpo del Mesías que es su congregación!

Su humillación fue necesaria, no porque él estaba pagando algo malo que haya hecho; sino por causa de nosotros. Tal como Yosef atravesó su sufrimiento para a la postre salvar a la humanidad de hambre, Yeshúa fue entregado a sufrimiento por El Eterno para salvar al mundo, tal como se dice:

“Con todo eso, El Señor quiso quebrantarlo, sujetándole a padecimiento” (Yeshayahu [Isaías] 53:10)

“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.” (Juan 3:16)

Todos los días, El eterno es digno de ser loado y exaltado por el gran regalo de salvación que nos dio a través de su hijo. Haber sido declarados hijos de Dios (Juan 1:12) y haber recibido perdón de pecados y vida Eterna es el regalo más grande del cielo (Efesios 1:7).

La exaltación del Mesías será completa cuando la humanidad entera lo honre como la autoridad puesta por El Eterno sobre todo el mundo, cuando todo el mundo lo reconozca como el Cordero de Elohim que quita el pecado del mundo, y como el Rey de reyes y Señor de Señores.

Yeshúa ha sido puesto como el Señor del mundo y todo ha sido puesto bajo sus pies. Cuando se dice que todo fue puesto bajo sus pies, obviamente se excluye al Eterno mismo, quien puso estas cosas bajo sus pies, tal como está escrito:

“Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies. Y cuando dice que todas las cosas han sido sujetadas a él, claramente se exceptúa aquel que sujetó a él todas las cosas. Pero luego que todas las cosas le estén sujetas, entonces también el Hijo mismo se sujetará al que le sujetó a él todas las cosas, para que Dios sea todo en todos.” (1 Corintios 15:27-28)

Así como Yosef fue puesto sobre todo Egipto exceptuando al faraón mismo, Yeshúa fue puesto sobre toda la creación, exceptuando al Creador mismo. Yeshúa reinará sobre toda la creación, exceptuando a Aquel que lo resucitó y le dio toda la autoridad sobre Israel y el mundo. Eso se llevará a cabo en la era Mesiánica, donde Yeshúa reinará sobre todo el mundo desde Jerusalén y todos los pueblos subirán para aprender de la palabra del Eterno, tal como se nos dice:

“Acontecerá en lo postrero de los tiempos, que será confirmado el monte de la casa de El Señor como cabeza de los montes, y será exaltado sobre los collados, y correrán a él todas las naciones. Y vendrán muchos pueblos, y dirán: Venid, y subamos al monte de El Señor, a la casa del Dios de Jacob; y nos enseñará sus caminos, y caminaremos por sus sendas. Porque de Sion saldrá la ley, y de Jerusalén la palabra del Señor. Y juzgará entre las naciones, y reprenderá a muchos pueblos; y volverán sus espadas en rejas de arado, y sus lanzas en hoces; no alzará espada nación contra nación, ni se adiestrarán más para la guerra. Venid, oh casa de Jacob, y caminaremos a la luz de El Señor.” (Isaías 2:2-5)

Debemos estar sumamente alegres al haber recibido vida eterna en Yeshúa HaMashíaj. El fue humillado pero también exaltado hasta lo sumo. Yosef es el mejor paralelo en la Torá para describir y ver la gloria del Mesías del Eterno. El vendrá para hacer que tengamos un cuerpo como el suyo, el cuerpo de su gloria, y para que nuestra humillación también pase para siempre.

¡Que sea prontamente y en nuestros días!

Yosef – Tsafnat Paneaj

Yeshúa – Jesús

Muchas veces he oído malentendidos provenientes de algunas personas en el cristianismo y en algunos círculos que se autodenominan mesiánicos, o del movimiento de raíces hebreas. Dichos malentendidos son algo como: “¿Pero ustedes no creen en el Señor Jesús verdad?” o también “¿Son Yeshúa y Jesús la misma persona?” e incluso “¡Yeshúa y Jesús no son la misma cosa porque el último es un ídolo romano!”.

Hay algo en esta parashá que puede ayudarnos para comprender esto: El suceso donde Yosef es llamado Tsafnat Paneaj.

Yosef era un hebreo, un Israelita y tenía la sangre de Abraham en sus venas, su cosmovisión era totalmente hebrea. Cada vez que tenía oportunidad de hablar, decía algo como: “Es Dios el que dará respuesta propicia” o “Dios ha mostrado a Faraón…”. Cuando se refirió a la tierra donde sus padres habitaban, lo hizo diciendo: “fui hurtado de la tierra de los hebreos” (Génesis 40:15). A pesar de que su familia aún moraba en la tierra de Canaán como extranjera y aún la conquista Israelita no se daba, Yosef creía en las promesas dadas a sus padres.

Su nombre era hebreo y el significado de su nombre también hebreo, el mismo que había sido dado por su madre. Sus hermanos eran hebreos y su lengua era el hebreo, incluso su aspecto era el de un hebreo.

¿Qué sucedió con él en Egipto? El faraón mudó su nombre a un nombre Egipcio y le hizo lucir como egipcio, tal como está escrito:

“Entonces Faraón envió y llamó a José. Y lo sacaron apresuradamente de la cárcel, y se afeitó, y mudó sus vestidos, y vino a Faraón.” (Génesis 41:14)

“Y llamó Faraón el nombre de José, Zafnat-panea.” (41:45)

De esta manera, sus hermanos no pudieron reconocerle cuando lo vieron después, para ellos ahí estaba Tsafnat Paneaj (según algunas fuentes significa “Revelador de misterios” o incluso según otros “Salvador del mundo”), el “Señor de la tierra”, el hombre que les hablaba ásperamente y no podían concebir la idea de que esa persona era su hermano. Su aspecto era gentil, su lenguaje era gentil (Yosef incluso puso un traductor para que no se sospechara de eso), su nombre era gentil; por lo tanto ¿debía ser un “no-hebreo” verdad?

Sin embargo lo que ellos desconocían era que ese mismo hombre de apariencia egipcia era ni más ni menos que su hermano, Yosef, al que habían vendido a Egipto. Así que Yosef y Tsafnat Paneaj eran una misma persona, pero con aspectos diferentes o visto de maneras distintas.

¿No es esto exactamente lo que ha pasado con Yeshúa el Mesías? El mundo entero le conoce como Jesús, un nombre que le fue dado por sus seguidores de habla griega al ser la transliteración más cercana al hebreo.

El nombre “Iesous” de donde se deriva el español “Jesús” es la transliteración griega más cercana del hebreo Yeshúa. En griego, el nombre no significa absolutamente nada, ni bueno ni malo. Sabemos que los nombres no se traducen de un lenguaje a otro sino se transliteran; esto es, se iguala su pronunciación fonética con las letras del idioma al que pasa. Eso sucede con el nombre Yeshúa, cuando se pasó al griego.

¿Cómo se llego de Yehoshúa/Yeshúa (Ambas formas validas y conocidas del nombre hebreo) a Iesous? Bien, primeramente, debemos decir que el idioma griego no tenía el sonido “sh”, es decir el sonido de la “shin” hebrea parecido a la “ch” española. Era imposible para un griego pasar ese sonido a una letra de su idioma, porque simplemente ¡No había dicha letra!

Además de ello, toda pronunciación que termina en el sonido “a” es femenina en griego. De ahí, el paso de la última letra “a” al equivalente de “s” que es masculino (¿Recuerdan: Arquímedes, Aristóteles, Sócrates?). Y así tenemos que Yeshúa pasó a Iesous, por falta del sonido para la letra shin hebrea, y por el género griego para referirse a algo masculino o femenino. Nada de agendas ocultas, nada de dioses paganos atrás de ello, como dicen las aseveraciones extravagantes de algunas personas en el movimiento de raíces hebreas.

Tan cierto es esto, que los 70 sabios judíos que hicieron la traducción de la Torá conocida como la “Septuaginta” 250 años antes de la existencia de Yeshúa de Nazaret, pusieron “Iesous” cada vez que el nombre “Yehoshúa” o “Yeshúa” aparecía.

Recordemos que el nombre “Yehoshúa” es el nombre del personaje que se conoce como “Josué”, encargado de introducir a los hijos de Israel en la tierra prometida. Así tanto Yeshúa como Yehoshúa eran variantes válidas del nombre de nuestro Maestro (Esto puede verse en el libro de Esdras 3:2, donde el sumo sacerdote de aquel tiempo es llamado “Yeshúa”; mientras que el mismo hombre es llamado “Yehoshúa” por Hageo y Zacarías [Hageo 1:1, Zacarías 3:1])

Además de esto, el escritor del libro conocido como “Sirácides”, escrito un siglo o dos antes del nacimiento de nuestro Maestro, es precisamente Jesús (Yeshúa) hijo de Sira.

 (Para más información sobre los nombres “Yeshúa” y “Jesús” ver el artículo que se encuentra en el link, ahí se habla del uso de “Iesous”)

http://www.mikdashmeat.com/archivos/refutando%20el%20error/significa%20jesus%20he%20aqui%20el%20caballo.html

Así como Yosef recibió un nombre gentil y un aspecto gentil a tal grado que sus hermanos no lo reconocieron (42:8), Yeshúa recibió un nombre griego “Iesous” y la cristiandad tradicional lo ha hecho lucir de muchísimas maneras, todas menos como un judío. El mundo entero ha estado promocionando un Jesús que ha venido a abolir la Torá y habla cosas “ásperas” contra el pueblo judío.

Todo esto es parte del plan del Eterno, así como Yosef salvó una gran cantidad de gentiles bajo el nombre de Tsafnat Paneaj dándoles comida y obteniéndolos para el faraón; de igual manera, Yeshúa ha estado salvando muchas almas bajo el nombre Jesucristo y adquiriéndolos para la única autoridad sobre él: El Eterno Dios de Israel.

Por ello es totalmente nefasto, cuando ciertos sectores de poca profundidad en la Escritura y en la historia, dicen que Jesús es un personaje totalmente distinto al Rabí Yeshúa de Nazaret. Ambos son exactamente el mismo personaje histórico. Cuando Tácito, Plinio el Joven, Josefo, Mara Ben Serapio, Suetonio y otros historiadores seculares, hablan sobre “Jesús”, ellos se refieren al rabino que caminó las calles de Judea y Galilea. Yeshúa y Jesús son dos maneras para referirse a la misma persona, la primera preserva óptimamente su legado judío y nos recuerda que significa su nombre: “el Eterno salva”, esa salvación que él ha estado dando desde que fue exaltado y resucitado por el Eterno.

El hecho de que Yeshúa haya tenido un nombre gentil y que haya gentiles que lo vean con una cosmovisión griega, sorprendentemente es parte del plan de Hashem. Ese hombre que aparentemente habla cosas ásperas contra el pueblo judío, en realidad ama a sus hermanos y en los últimos días su identidad judía empieza a ser restaurada. El se está revelando cada vez más a su pueblo, y paulatinamente, muchas cosas son entendidas por sus seguidores no judíos, al considerar sus palabras bajo un contexto judío.

El finalmente se mostrará a sus hermanos  cuando todos le digan: “¡Bendito el que viene el nombre del Señor!”

Yosef y Yeshúa: cualquier similitud NO es pura coincidencia

A continuación presentamos más similitudes entre Yosef y Yeshúa de Nazaret, los paralelos son increíbles y hablan poderosamente a nosotros para darnos cuenta de las grandezas de la Torá. Yeshúa reune perfectamente las condiciones para ser el Mashiaj ben Yosef pues su vida fue asombrosamente similar a la del patriarca. Hashem ideó ambas historias, levantó a los dos para salvar al mundo y a los hijos de Israel y por tanto trazó su historia de manera muy similar.

  • En Yosef reposaba el espíritu de Elohim para revelar misterios y hablar grandes cosas (Génesis 41:38). En Yeshúa también estaba el Espíritu del Eterno tal como está escrito:

“Y se le dio el libro del profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde estaba escrito:           El Espíritu del Señor está sobre mí, Por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres […] Y enrollando el libro, lo dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros. Y todos daban buen testimonio de él, y estaban maravillados de las palabras de gracia que salían de su boca.” (Lucas 4:17-22)

  • El faraón dijo a Yosef que él tenía conocimiento, sabiduría e inteligencia dadas por el Espíritu del Eterno, tal como está escrito: “Y dijo Faraón: Puesto que Dios te ha hecho saber (del hebreo da’at “conocimiento”) todo esto, no puede haber entendido (de la raíz hebrea de biná “inteligencia”) ni sabio (del hebreo jojmá, sabiduría) como tú.” (Génesis 41:39)

De igual manera Yeshúa, recibió el espíritu del Eterno quien le dio espíritu de sabiduría (jojmá), inteligencia (biná) y conocimiento (da’at), tal como está escrito:

“Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces. Y reposará sobre él el Espíritu del Señor; espíritu de sabiduría (jojmá) y de inteligencia (biná), espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento (da’at) y de temor del Señor.” (Isaías 11:1-2)

  • El nombre de Yosef fue cambiado por el rey del mundo de ese entonces a un nombre gentil, Tsafnat Paneaj (Génesis 41:45). A Yeshúa también se le conoce no por su nombre hebreo Yeshúa HaMashiaj, sino por el nombre griego, esto es “Jesucristo”.
  • Yosef tenía 30 años cuando empezó su trabajo público (Génesis 41:46). Yeshúa también tenía 30 años cuando empezó su ministerio público, tal como está escrito: “Yeshúa mismo al comenzar su ministerio era como de treinta años.” (Lucas 3:23)
  • Yosef sació el hambre de todas las naciones (Génesis 41:57). Yeshúa también ha alimentado a los gentiles durante 2000 años y lo hará en los últimos siete años de la historia, en la semana 70 profetizada en Daniel 9:27.
  • Los hermanos de Yosef lo daban por muerto ya que ellos lo habían vendido a los gentiles (Génesis 42:13). La mayoría de Israelitas piensan que Yeshúa está muerto y nada puede hacer por ellos, ignoran que Yeshúa su rey está vivo salvando la vida de los gentiles.
  • Sus hermanos no reconocieron a Yosef cuando lo vieron por primera vez convertido en el Señor de la tierra (Génesis 42:8). De igual manera, los lideres de Israel no reconocieron a Yeshúa como Mesías, y gran parte del pueblo judío aun no lo reconoce como su Mesías (Juan 1:11, Romanos 11:25).
  • Yosef vio el fruto de su aflicción después de todo su sufrimiento (Génesis 41:52). Yeshúa también después de su humillación y su sufrimiento, vio el fruto de la aflicción de su alma, tal como está escrito: Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las iniquidades de ellos.” (Isaías 53:11, énfasis añadido)

Esperemos los días en donde veremos al Mesías ben Yosef revelarse a sus hermanos, tal como Yosef se reveló a los patriarcas. Será el momento más grande de toda la historia.

¡Bendito sea el nombre del Eterno por revelarnos estas cosas y por hacernos sus hijos por medio de Ungido!

¡Shabat shalom!

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