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54Parashot_B-11

PARASHÁ VAYIGASH

Por Isaac Bonilla Castellanos
Bereshit (Génesis) 44:18-47:27
Haftará: Ezequiel 37:15-28

Resumen de la parashá: Yehudá se acerca a Yosef para hablar con él y persuadirlo de no tomar a Benjamín. El expone que Jacob morirá si Benjamín no vuelve debido a que es el único hijo de Rajel que queda y que lo ama mucho. Judá se ofrece como siervo en lugar de Benjamín por no ver el mal que vendría sobre su padre a raíz de no verlo. Yosef no soporta más y manda a que todos salgan del lugar, Yosef llora y se revela a sus hermanos diciendo: “Yo soy Yosef”, sus hermanos están turbados delante de él sin hablar una sola palabra. Yosef hace que se acerquen diciéndoles que no les haría daño pues fue el plan de Dios para preservar vida. Yosef manda a sus hermanos a informar a su padre, el espíritu de Jacob revive y sube a encontrarse con Yosef en un sentimental momento. Yosef instruye a sus hermanos sobre cómo hablar a faraón, estos hablan a Faraón y piden asentarse en la tierra de Goshen. Faraón da su visto bueno. Los años de hambre siguen viniendo y todos van a Yosef por pan quien se los da por dinero, ganado, tierras y sus propios cuerpos. Los hijos de Israel moran en la tierra de Goshen donde se reproducen grandemente.

La revelación de Yosef

y del Mesías sufriente

No estaría exagerando al llamar este episodio el momento más emotivo, dramático y poderoso del libro de Génesis (Bereshit). Pareciese que toda la trama del libro conlleva a este episodio cargado de emociones y de sentimientos encontrados. Culpa, felicidad, asombro, miedo, etc., se juntaron en ese momento en Egipto. Nos referimos precisamente a la revelación de Yosef a sus hermanos.

Yosef había estado probando a sus hermanos para ver si habían cambiado. El plan era fácil: Probaré a mis hermanos para ver si están arrepentidos; si lo están me revelaré a ellos. Para esto Yosef utilizó muchos recursos: Hablar ásperamente, meterlos en la cárcel, retener a uno de ellos, pedir a Benjamín, darle a Benjamín más porción que ellos para ver su reacción, etc.

Yosef añade mil puntos a su anotación de maestro de drama al probar a sus hermanos con la más decisiva y difícil de todas las pruebas: El decir que Benjamín tendrá que quedarse con él para siempre, puesto que la copa se halló en su saco. Esto plantea un serio conflicto a los patriarcas, quienes en la superficie tienen dos opciones:

  • No aceptar que Benjamín se quede ahí. Esto posiblemente provocaría que Tsafnat Paneaj (El nombre egipcio de Yosef) se enoje y los encarcele a todos causando otro problema mayor: Su familia está a punto de morir de hambre si ellos no regresan con más alimento.
  • Dejar a Benjamín ahí. Esto solucionaría el problema de la comida, pero sería un golpe mortal para su padre al perder al segundo hijo de Rajel, su amada esposa.

Los patriarcas saben al problema al que se enfrentan y se quedan atónitos ante los hechos; sin embargo alguien rompe el silencio e intercede por Benjamín: Ni más ni menos que Yehudá quien aconsejó vender a Yosef a Egipto. Las palabras de Yehudá llegan al corazón de Yosef, él expone lo siguiente:

“Ahora, pues, cuando vuelva yo a tu siervo mi padre, si el joven no va conmigo, como su vida está ligada a la vida de él, sucederá que cuando no vea al joven, morirá; y tus siervos harán descender las canas de tu siervo nuestro padre con dolor al Seol. Como tu siervo salió por fiador del joven con mi padre, diciendo: Si no te lo vuelvo a traer, entonces yo seré culpable ante mi padre para siempre; te ruego, por tanto, que quede ahora tu siervo en lugar del joven por siervo de mi señor, y que el joven vaya con sus hermanos. Porque ¿cómo volveré yo a mi padre sin el joven? No podré, por no ver el mal que sobrevendrá a mi padre.” (Bereshit [Génesis] 44:30-34).

Quizás la reflexión o la pérdida de dos hijos, hizo que Judá pensara en la maldad que habían hecho a José, ahora es un nuevo Judá: Preocupado más por su padre que en su predilección por los hijos de Raquel, sinceramente preocupado por Benjamín, lleno de responsabilidad, dispuesto al auto sacrificio y ya no a la auto gratificación al abandonar a un hermano. Yosef ve su cambio, acciones llenas de coraje y arrepentimiento revelan su cambio.

¿Qué sucede inmediatamente? El corazón de Yosef ya no puede más, pues ha conseguido lo que quería y quizás más: Muestras palpables de arrepentimiento completo y sincero (en hebreo teshuvá shelemá). Leemos en la Torá lo que sucedió:

“No podía ya José contenerse delante de todos los que estaban al lado suyo, y clamó: Haced salir de mi presencia a todos. Y no quedó nadie con él, al darse a conocer José a sus hermanos. Entonces se dio a llorar a gritos; y oyeron los egipcios, y oyó también la casa de Faraón. Y dijo José a sus hermanos: Yo soy José; ¿vive aún mi padre? Y sus hermanos no pudieron responderle, porque estaban turbados delante de él.” (Bereshit [Génesis] 45:1-3)

Yosef se revela a sus hermanos después de su arrepentimiento; sus hermanos se asombran al no poder creer que aquel gran soberano sobre la tierra sea, nada más y nada menos, que su hermano. Llenos de temor por las represalias que este puede tomar, ni siquiera pueden responderle.

Yosef tranquiliza a sus hermanos diciendo: “Y Dios me envió delante de vosotros, para preservaros un remanente sobre la tierra, y para daros vida por medio de gran liberación.” (Bereshit [Génesis] 45:7)

Yosef dice a sus hermanos que a pesar de que ellos habían actuado con mala voluntad, el Eterno tenía un plan en su sufrimiento: Hacer que un remanente sobre la tierra quedara y dar vida por medio de una gran salvación.

Esto es exactamente lo que ha pasado con Yeshúa el Mesías. Durante más de 2000 años Israel  como nación no lo ha reconocido aun como Mesías, él ha estado dando vida a una gran cantidad de gentiles que lo han aceptado como “El Señor de la tierra”. Un remanente de Israel ha creído en él, pero como nación aún no es aceptado oficialmente por los líderes como Mashíaj (Mesías).

El rechazo de la mayoría de Israel paradójicamente ha servido para traer vida con gran salvación a las naciones. Eso es precisamente lo que Pablo escribió a los romanos como está escrito:

“Digo, pues: ¿Han tropezado los de Israel para que cayesen? En ninguna manera; pero por su transgresión vino la salvación a los gentiles, para provocarles a celos… Porque no quiero, hermanos, que ignoréis este misterio, para que no seáis arrogantes en cuanto a vosotros mismos: que ha acontecido a Israel endurecimiento en parte, hasta que haya entrado la plenitud de los gentiles” (Romanos 11:11,25)

Los creyentes de origen gentil no deben de jactarse contra Israel porque precisamente por su rechazo del Mesías. El Eterno trajo la salvación a los gentiles retardando la manifestación de la era mesiánica en la tierra. Paralelamente, el Eterno siempre ha preservado un remanente de Israel que ha creído en Yeshúa y ha estado encaminando la historia para que al final todo el pueblo judío lo acepte, tal como está escrito:

“Digo, pues: ¿Ha desechado Dios a su pueblo? En ninguna manera. Porque también yo soy israelita, de la descendencia de Abraham, de la tribu de Benjamín. No ha desechado Dios a su pueblo, al cual desde antes conoció… Así también aun en este tiempo ha quedado un remanente escogido por gracia.” (Romanos 11:1-2, 5)

Las palabras de Yosef con respecto a la posteridad (remanente) y traer vida mediante una gran liberación, son exactamente aplicables a la obra que El Eterno ha estado haciendo entre los gentiles y en la nación de Israel.

¿Qué está esperando el Eterno para hacer que Yeshúa se revele a su pueblo? Exactamente lo mismo que Yosef: está esperando el arrepentimiento y que la nación de Israel lo aclame diciendo: Bendito el que viene en nombre del Señor, tal como está escrito:

“y luego todo Israel será salvo, como está escrito: Vendrá de Sion el Libertador, Que apartará de Jacob la impiedad. Y este será mi pacto con ellos, Cuando yo quite sus pecados.” (Romanos 11:26-27)

El arrepentimiento nacional de Israel siempre ha sido, es y será el prerrequisito para la redención final. Los profetas desde Moshé hasta el último de ellos han llevado el mensaje de arrepentimiento para hacer que el Eterno traiga su reino sobre la tierra. Quizás la referencia más famosa está en la Torá, específicamente en el libro de Deuteronomio (Maimonides enseñó que este texto junto a otros dos, son los lugares en la Torá de Moisés donde se habla del Rey Mesías y el reino mesiánico). Ahí leemos:

“Sucederá que cuando hubieren venido sobre ti todas estas cosas, la bendición y la maldición que he puesto delante de ti, y te arrepintieres en medio de todas las naciones adonde te hubiere arrojado El Señor tu Dios, y te convirtieres a El Señor tu Dios, y obedecieres a su voz conforme a todo lo que yo te mando hoy, tú y tus hijos, con todo tu corazón y con toda tu alma, entonces El Señor hará volver a tus cautivos, y tendrá misericordia de ti, y volverá a recogerte de entre todos los pueblos adonde te hubiere esparcido El Señor tu Dios. Aun cuando tus desterrados estuvieren en las partes más lejanas que hay debajo del cielo, de allí te recogerá El Señor tu Dios, y de allá te tomará; y te hará volver El Señor tu Dios a la tierra que heredaron tus padres, y será tuya; y te hará bien, y te multiplicará más que a tus padres. Y circuncidará El Señor tu Dios tu corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a El Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas.” (Devarim [Deuteronomio 30:1-6] énfasis añadido)

El arrepentimiento es la clave para hacer que el exilio del pueblo judío se acabe, para recoger a los esparcidos y para traer la era mesiánica a la tierra. Es por eso que, tanto el mensaje de Yeshúa, como de Juan el Bautista era el mismo: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos (La era mesiánica) esta a las puertas.” (Mateo 3:1-2)

Yeshúa dijo a los líderes de Yerushalaim que no lo verían más hasta que lo aclamaran como Rey de Israel, tal como está escrito:

“Porque os digo que desde ahora no me veréis, hasta que digáis: Bendito el que viene en el nombre del Señor.” (Mateo 23:39)

El profeta Zacarías describe el momento de la manifestación del Mesías en términos de arrepentimiento nacional de una manera muy profunda, ahí leemos:

“Y derramaré sobre la casa de David, y sobre los moradores de Jerusalén, espíritu de gracia y de oración; y mirarán a él, a quien traspasaron, y llorarán como se llora por hijo unigénito, afligiéndose por él como quien se aflige por el primogénito. En aquel día habrá gran llanto en Jerusalén, como el llanto de Hadadrimón en el valle de Meguido.” (Zacarías 12:10-11)

En el momento en que todas las naciones suban contra Jerusalén, el pueblo judío tendrá un arrepentimiento como nunca antes y entonces El Eterno mandará a su Mesías causando el reencuentro más esperado de la historia. Será más grande que el de Yosef y sus hermanos, será más grande que el de rey David volviendo a Jerusalén después de lo sucedido por Absalón, cuando tuvo que abandonar el trono huyendo por el monte de los olivos (2 Samuel 15-16,19).

El Rey Mesías está esperando el arrepentimiento de Judea para manifestarse a sus hermanos y al mundo como lo que es: El Rey de los judíos. Así como Yosef espero hasta el arrepentimiento de Judá, Yeshúa continua esperando al arrepentimiento completo del pueblo judío. Incluso hasta en este aspecto, la vida de Yosef es una alusión mesiánica.

En nuestros días estamos siendo testigos del mayor acercamiento al  Yeshúa judío que se ha registrado desde el siglo primero. Este acercamiento comenzó en los siglos pasados pero lo vemos hoy con una intensidad cada vez más fuerte. Grandes rabinos que creyeron en Yeshúa en los siglos pasados y continuaron siendo judíos (Yehiel Tzvi Lichtenstein “El Even Zohar”, Daniel Tzion, Ignatz Lichtenstein, etc) ya no son más extrañas e irrepetibles anomalías.

Consideremos en primer lugar al lado ortodoxo: Yosef Klausner a mitad del siglo XX, llamó a Yeshúa alguien “Más judío que Hilel” en muchos aspectos (“Jesus of Nazaret”, Yosef Klausner, Mc Millan, pág. 363-374), Daniel Boyarin, el considerado “Tercer erudito judío ortodoxo más grande vivo”, ha escrito numerosos libros (“The jewish gospels” por ejemplo) con un enfoque bastante positivo hacia Yeshúa. ¿Y qué decir de Pinjas Lapide, el judío ortodoxo y diplomático Israelí que aceptaba la resurrección de Yeshúa como “un hecho histórico” e incluso escribió un libro sobre ello?

No solamente rabinos ortodoxos se acercan al Mesías, sino también judíos seculares y líderes del judaísmo reformista. Por ejemplo, Rabbi David Zaslow escribió en el año 2014 un libro llamado “Jesus: First century Rabbi” donde discute en términos muy positivos la enseñanza de Yeshúa. Cuando discute la posibilidad de que él sea el Mesías ben Yosef (aunque no el Mesías ben David) y como esto ha sido considerado por ortodoxos y liberales, él menciona:

Rabbi Yechiel Eckstein pregunta: “¿Pueden los judíos y el judaísmo estirarse hasta el punto donde puedan afirmar que Jesús, un judío y un ser humano mortal, fue en alguna manera ‘enviado’ por Dios para traer salvación a los gentiles a través del cristianismo?” La posibilidad de que Jesús fue el Mesías hijo de José ha sido discutida por Rabbi Zalman Schachter-Shalomi y Rabbi Irving Greenberg, entre otros.” (“Jesus first century Rabbi”. Rabbi David Zaslow and Joseph A Lieberman, Paraclete Press, 2014. Traducción del autor.)

Un judío jasídico de ascendencia sacerdotal, Moshé Cohen Alloro, está pidiendo hacer un nuevo juicio a Yeshúa y declararlo inocente y reclamarlo como herencia del judaísmo ¡en estos precisos momentos! El menciona que un pecado que Hashem no perdona es vender al justo por dinero, extrayendo el texto del libro de Amos 2:6. Tanto Yosef como Yeshúa eran justos y fueron vendidos por precio, dirá Alloro, y por ello el pueblo judío debe hacer “rectificación”. Lo que estamos viviendo es increíble y nunca antes visto dentro del pueblo judío (Para más información sobre esto ver la página de Alloro: http://www.facingeachother.com/)

Algunos ya reconociendo a Yeshúa como Mesías, otros como un gran rabino, otros como un profeta, otros como un profeta levantado para salvar a los gentiles… de una forma o de otra el pueblo judío se acerca cada vez más a Yeshúa ben Yosef, de igual manera que Yehudá “se acercó”  a Yosef en esta parashá.

En los días de Yitzjak Lichtenstein, ni siquiera había un lugar en Hungría donde un judío podía creer en Yeshúa y continuar siendo un fiel observante de la Torá en compañía de otros judíos creyentes. En nuestros días, hay congregaciones de judíos creyentes en Yeshúa en muchas ciudades en el mundo; dichas congregaciones en su mayoría también cuentan con muchos no judíos justos que aprenden cada vez más de las raíces de su fe. Sin embargo, estas congregaciones aún no son aceptadas por la mayoría de los judíos ordodoxos.

A parte de esto, una gran cantidad de judíos y no judíos de nuestros días, tienen una opinión favorable de Yeshúa en altos círculos académicos. En los principales círculos de erudición seria, la “judeidad de Jesús” se está convirtiendo en algo universalmente aceptado. Esto ha sido así desde el inicio de lo que se conoce como “The jewish Reclamation of Jesus”.

Este movimiento comenzó cuando la erudición crítica empezó a darse cuenta de algo: El trasfondo para entender y conocer a Yeshúa, no es la cultura grecorromana del siglo I, II, III o IV, ni al comparar a los dichos de Yeshúa con las religiones mitológicas antiguas, sino el judaísmo del primer siglo. Grandes mentes como E. P Sanders, Mark Nanos, Magnus Zetterholm y muchos más han demostrado que tanto Yeshúa como Pablo deben entenderse en su contexto: El judaísmo del primer siglo.

El doble Ph.D William Lane Craig, considerado uno de los tres más grandes filósofos y apologetas cristianos contemporáneos junto a Alvin Plantinga y Norman Geisler dice sobre esto:

“Ahora, sin embargo, escasamente algún erudito piensa del mito como una categoría interpretativa importante para los evangelios. Los eruditos se dieron cuenta que la mitología pagana es simplemente el contexto interpretativo erróneo para el entendimiento de Jesús de Nazaret. Craig Evans ha llamado a este cambio de posición el “eclipse de la mitología” en la búsqueda de la vida de Jesús… algunas veces este cambio de posición es llamado “La recuperación judía de Jesús”. Dado que Jesús y sus discípulos fueron judíos palestinianos del primer siglo, es contra ese trasfondo en el que deben ser entendidos(William Lane Craig, “A reasonable response”, Moody Publishers, pág. 290, énfasis añadido, traducción del autor)

¡Esta no es la voz de un cristiano cualquiera! ¡Es William Lane Craig, quien hace que famosos ateos, como Richard Dawkins, no quieran debatir con él por el temor a ser refutados en público de manera apabullante, como lo hizo a Peter Atkins, Hitchens y Sam Harris!

Nuestra generación está experimentando lo que Pablo llamó “vida de entre los muertos” (Romanos 11:15). Hemos visto como el estado de Israel ha sido restaurado, marcando así, un destello de la redención final. Más judíos creyendo en Yeshúa y gentiles acercándose al judío histórico Yeshúa. Con todo y los problemas en el camino y las malinterpretaciones debidas, la redención final avanza delante de nuestros ojos.

Nuestros días son extraordinarios, tenemos el privilegio de ver cosas que los profetas y grandes justos hubieran deseado ver. Creyentes de otras generaciones hubiesen querido ver lo que vemos nosotros. Este gran privilegio requiere una gran responsabilidad, debemos proclamar más que nunca que el Reino de los Cielos, esto es la era y el reino mesiánicos, están más cerca que nunca.

Que El Eterno nos haga merecedores de ver con nuestros propios ojos la venida de Aquel que dirá al pueblo judío: “Yo soy Yeshúa, no os pese haberme vendido, para salvar muchas almas Dios me envió delante de vosotros, para guardaros posteridad y una gran salvación”.

¡Que sea prontamente y en nuestros días!

¡Shabat shalom!

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