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54Parashot_A-12

Parashat Vayejí

Por Prof. José Alberto Fuentes
Bereshit (Génesis) 47:28-50:26
Haftará: 1 Reyes 2:1-12

La parashá que nos ocupa relata un episodio muy interesante sobre los hijos de Yosef que le nacieron Egipto alejados de las tiendas de Yaacov.  La Torá nos cuenta cómo el patriarca Yaacov los bendice de manera especial y muy particular, y dice que, así como fueron bendecidos ellos así se ha de bendecir a los hijos de Israel.

En esta ocasión con la ayuda de Dios veremos algunas interpretaciones y enfoques basados en lo que los sabios han dicho entorno a este episodio. 

Y los bendijo aquel día, diciendo: En ti bendecirá Israel, diciendo: Hágate Dios como a Efraín y como a Manasés. Y puso a Efraín antes de Manasés. (Génesis 48:20)

Lo primero que llama la atención es ¿por qué se ha de bendecir el pueblo de Israel en base a esta bendición sobre Efrayim y Menashé? Algo de suma importancia debe existir en estos dos personajes para ser tomados como referencia. 

Para aquellos que no lo saben, hasta el día de hoy y ancestralmente, cuando un judío observante bendice sobre su descendencia después del kidush en shabat, utiliza esa frase como referencia, diciendo:

Que El Eterno te haga como Efrayim y Menashé… (Y hay los que después pronuncian la bendición sacerdotal de Números 6:24-27)

¿Por qué no se dice que el Eterno te haga como Moshé y Aharón? ¿Acaso no son personajes más relevantes en la historia bíblica?  ¿Por qué no tomar como referencia a los grandes pilares de la fe:  Avraham, Yitsjak, Yaacov, David hamelej, etc.? ¿Qué particularidad tienen estos dos personajes, Efrayim y Menashé?

Hay que ver varias cosas que considero relevantes para compartir.

En primer lugar, hay que recordar que estos dos jóvenes nacieron en Egipto, lugar de decadencia espiritual, lugar de idolatría. Aunado a ello, no contaban con el respaldo de una comunidad de creyentes en el único Dios verdadero que permitieran que ese lugar fuera un oasis en el desierto, nos queda claro que el reunirse y rodearse de gente santa facilita nuestro trabajo espiritual. De tal manera que estos dos jóvenes crecieron en un ambiente de obscuridad y aun así se mantuvieron fieles a las enseñanzas y costumbres de su padre que era un tsadik, y eso tiene un gran mérito.

Según el Midrash, ni siquiera los ángeles fueron capaces de mantener su nivel espiritual cuando se les permitió bajar al mundo físico en forma de humanos, no tardaron mucho en asimilarse. Cuando nos encontramos en un ambiente favorable en dónde todos siguen nuestros ideales y estilo de vida es muy fácil subsistir, pero cuando es todo lo contrario y uno debe ser la diferencia, es realmente complicado; por ese motivo la bendición que se da al pueblo de Israel en base a estos jóvenes – como sabemos, la mayor parte del pueblo judío se encuentra en el exilio. Por lo tanto, a pesar de estar en esa situación de exilio se desea que sean como estos dos jóvenes que vencieron todas esas adversidades para lograr el objetivo espiritual.

Otro aspecto muy importante a mencionar que va de la mano con el comentario anterior es que estos jóvenes perpetuaron el legado de sus ancestros.

La tarea de cada padre y madre es que sus hijos sean más que simples hijos biológicos. Los padres deben hacer todo lo posible para que ellos sigan el camino de Dios, así como la generación anterior. El claro ejemplo es Yitsjak y Yaacov, cada patriarca mantuvo el nivel de la generación anterior e incluso continuaron edificando sobre la base que había creado el anterior.

Por ese motivo Yaacov dice a Yosef sobre sus hijos:

Y ahora tus dos hijos Efraín y Manasés, que te nacieron en la tierra de Egipto, antes que viniese a ti a la tierra de Egipto, míos son; como Rubén y Simeón, serán míos. (Génesis 48:5)

Es decir, aún antes que el patriarca se reencontrara con Yosef sus dos hijos habían alcanzado el nivel de la generación anterior, por ese motivo se menciona a Reuvén y Shimón.

Por lo tanto, cuando se bendice a los hijos en base a la bendición sobre Efrayim y Menashé, debemos tener en cuenta este aspecto; pedir al Eterno que nuestros hijos continúen con nuestro legado espiritual, y también concientizarnos como padres en qué debemos hacer de todo lo que esté en nuestras manos para que nuestros hijos sean hombres de Dios y así los hijos de ellos, generación tras generación.

Aprovechando este enfoque quiero compartir que en el idioma y pensamiento hebreo podemos encontrar mensajes muy bellos en los títulos padre, madre e hijo que corroboran lo que hemos mencionado.

En hebreo se usan dos palabras para decir padre (una de ellas tomada del arameo), dos para decir madre (una de ellas tomada del arameo), y dos para decir hijo.

Av= Padre
Aba = Padre

Em= Madre
Ima= Madre

Ben= hijo
Yeled= hijo


Los sabios enseñan que toda palabra tiene un significado especial y que no son simples sinónimos como puede suceder en otras lenguas.

Comencemos con yeled que implica una cuestión netamente biológica, es decir procrear un hijo y listo, por lo tanto, yeled no necesariamente sigue el legado de su padre, incluso puede ser ateo. La palabra ben a diferencia de yeled, viene de baná, construir, es decir el hijo que sigue construyendo sobre la base de la generación anterior perpetuando el legado de su hijo. No sólo es yeled sino, lo más importante, es ben, un edificador. Ahora bien, para que esto sea posible papá y mamá deben poner de su parte. En este caso av (padre) se usa de forma genérica, y aba se usa de manera muy particular, como decir papi, alguien cercano a ti, que vigila tu vida y trabaja para lograr lo mejor de ti. De la misma manera em (madre) se usa de manera general, como se dijo de Javá, em kol jai (madre de toda vida), como decir “la mamá de todos”. En cambio, ima es muy particular, como decir “mi mami”, alguien que te cobija con su amor y te introduce con su ejemplo y cuidados en el amor de Dios. Ahora bien, es importante que estén aba e ima unidos para que no haya un desequilibrio.

Ahora veamos lo que dicen los números:

Av = 3 y em = 41 lo que nos da el total de 44 que es el valor numérico de yeled.

Es decir, cuando los padres no ponen atención en su hijo, estando en todo menos en la atención de sus hijos, negocios, viajes etc., será solo un hijo biológico, no podrán causar nada en él, ninguna influencia constructiva.

Aba = 4 e ima = 42. Dijimos que, para lograr el resultado de tener a un ben, se necesita que papá y mama estén unidos, por lo tanto, la letra que une es la vav que tiene un valor de 6, Aba ve ima suman 52, el valor numérico de ben. ¡Qué importante son los matrimonios unidos en amor y fidelidad!

Que Dios nos ayude a ser buenos padres para que tengamos banim y no sólo yeladim, también ser banim de nuestros padres tanto terrenales como espirituales.

Hay un aspecto que muchos pasan por alto que es muy importante, la primera vez que se menciona en toda la Escritura la imposición de manos es justamente en este episodio.

¿Por qué y para qué se practica la imposición de manos? ¿Acaso no es suficiente la declaración de nuestra boca? Nos enseña la Torá que la imposición de manos es importante, pues este acto hace las veces de una “tubería” espiritual; una tubería conecta, de tal manera que la bendición de Yaacov, todo ese flujo divino, se va transmitiendo de generación a generación con este acto.

Hay otro aspecto que nos llama la atención, la manera tan peculiar en la que coloca sus manos Yaacov sobre los jóvenes.

Entonces Israel extendió su mano derecha, y la puso sobre la cabeza de Efraín, que era el menor, y su mano izquierda sobre la cabeza de Manasés, colocando así sus manos adrede, aunque Manasés era el primogénito. (Génesis 48:14)

Los sabios dedicados al nivel de interpretación sod enseñan algo muy bello sobre esta manera poco convencional de bendecir. Demos un trasfondo para entender el porqué del cruce de brazos.

Tenemos 12 tribus de Israel, y también tenemos 12 meses en el año, cada mes representa a una tribu. En este caso la tribu de Efrayim representa al séptimo mes, también conocido como Tishrí, en dicho mes por decreto de la Torá se efectúan dos festividades muy importantes, Yom Teruá (conocido también como Rosh Hashaná) y Yom Kipur. Éstas dos festividades tienen un enfoque de arrepentimiento y perdón de pecados. Ambas tienen que ver con el juicio del Todopoderoso sobre Israel y aún sobre toda la humanidad, lo que convierte a estos días y los días intermedios en días temibles. Podemos decir que si hay un mes en el que los hijos de Israel buscan más el perdón de pecados es justamente el mes séptimo. 

¿Por qué se escogió este mes en especial para que Dios muestre compasión por su pueblo? ¿Por qué se escogió a Efrayim como símbolo de ese mes?

Cómo lo hemos mencionado en porciones anteriores, lo único que nos salva es la gracia de Dios y su infinita misericordia. La verdad de las cosas es que durante el año acumulamos una serie de transgresiones que pesan sobre nosotros y si fuéramos juzgados estrictamente conforme al atributo de juicio (guevurá) lo único que quedaría para nosotros sería – como dijeron los antiguos – una horrenda expectación de juicio, pues ¡horrenda cosa es caer manos de un Dios vivo! De tal manera que el séptimo mes es visto como el mes de la bondad (jesed) pues, aunque por nuestros pecados merecemos ser tratados por el atributo de rigor, se invierte por el atributo de bondad.

Ahora bien, Efrayim es descrito en el Tanaj en repetidas ocasiones como un pueblo pecador.

Efraín es dado a ídolos; déjalo. (Oseas 4:17)

Yo conozco a Efraín, e Israel no me es desconocido; porque ahora, oh Efraín, te has prostituido, y se ha contaminado Israel. (Oseas 5:3)

Por lo tanto, Efrayim merece ser tratado con rigor, pero ¿qué pasa?

En el lenguaje de la cabalá la mano derecha corresponde al atributo de bondad, y la mano izquierda al atributo de rigor. ¿Originalmente qué mano tenía que poner Yaacov sobre Efrayim “el pecador”? La mano del rigor, la izquierda, pero ¿qué sucede? Yaacov cambia de manos, y coloca la derecha símbolo de la bondad sobre la cabeza de Efrayim.

El mensaje es claro desde esa perspectiva, Dios en el mes séptimo pasa del rigor a la bondad, pues como está escrito: “su bondad es para siempre”. Por eso también se dice de Efrayim:

¿Cómo podré abandonarte, oh Efraín? ¿Te entregaré yo, Israel? ¿Cómo podré yo hacerte como Adma, o ponerte como a Zeboim? Mi corazón se conmueve dentro de mí, se inflama toda mi compasión. No ejecutaré el ardor de mi ira, ni volveré para destruir a Efraín; porque Dios soy, y no hombre, el Santo en medio de ti… (Oseas 11:8-9)

¡Bendito sea el Eterno por su amor y misericordia!

Finalmente, un aspecto que no quiero dejar pasar, es que estos jóvenes muestran hermandad, sobre todo Menashé que, dicho sea de paso, nos da una lección de humildad, pues no vemos jamás un reclamo de su parte, no pelea por la primogenitura, sino que sabe reconocer el lugar que por designio divino se le ha asignado. Esa es la verdadera humildad, aceptar la porción que Dios te da, sin obstruir el crecimiento de tu hermano sino, todo lo contrario, apoyarlo hasta donde sea posible.

Después de conocer esto, no nos queda duda del porqué se mandó a bendecir a todos los hijos de Israel en base a la bendición del patriarca Yaacov sobre Efrayim y Menashé. Quiera HaShem itbaraj (sea bendecido), que podamos ser merecedores de esa bendición, nosotros y nuestra descendencia para siempre.

Shabat shalom

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