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54Parashot_A-14

Parashat VaErá

Prof. José Alberto Fuentes
Shemot (Éxodo) 6:3-9:35
Haftará: Yejezquel (Ezequiel) 28:25-29:21

En la parashá anterior, concluimos con un comentario acerca de la expresión: “Seré el que seré” (Éxodo 3:14), diciendo que el Eterno quiso darle a entender a Moshé que Él sería quien el pueblo quisiera que Él fuera. Esto es muy importante ya que el Dios infinito se revela a su pueblo de diferentes maneras como lo veremos claramente en esta parashá. Como el hombre es limitado, para que el Ser ilimitado se revele, deberá investirse en diversos atributos para ser asequible a la mente humana. De hecho, la parashá lleva el nombre de VaErá, y aparecí, ¿puede el Dios infinito aparecer así simplemente?

En esta ocasión conoceremos un poco más acerca del concepto judío de Dios para entender por qué el Dios eterno se manifiesta de maneras diversas, sin perder su singularidad; de paso veremos el tema del nombre de Dios, y su importancia en cuanto a si debemos pronunciarlo o no. Como muchas comunidades nacientes en la fe hebrea, están muy interesadas en la pronunciación del nombre de Dios, me parece muy bueno poner el tema sobre la mesa, y saber si es tan importante la pronunciación, o hay algo por encima de ésta que necesitamos saber y entender.

Habló todavía Dios a Moisés, y le dijo: Yo soy Y-H-V-H. Y aparecí a Abraham, a Isaac y a Jacob como Dios Omnipotente, mas en mi nombre Y-H-V-H no me di a conocer a ellos. (Ibíd. 6:2-3)

Aquí hay algo muy importante que analizar, notemos como Hashem se revela con el Nombre santo de las cuatro letras, pero dice que a los patriarcas no se dio a conocer con ese nombre sino con el nombre de El Shadai. Lo cual parece desde una óptica simple que es una contradicción, ya que los patriarcas sí conocían el Nombre, entonces, ¿qué significado tiene esto?

Veamos a la evidencia:

Y a Set también le nació un hijo, y llamó su nombre Enós. Entonces los hombres comenzaron a invocar el nombre de Hashem. (Génesis 4:26. Énfasis añadido)

Claro está que el Nombre de las cuatro letras era invocado aún antes de los patriarcas por la humanidad, lo cual parece agravar la supuesta contradicción.

Y volvió por sus jornadas desde el Neguev hacia Bet-el, hasta el lugar donde había estado antes su tienda entre Bet-el y Hai, al lugar del altar que había hecho allí antes; e invocó allí Abram el nombre de Hashem. (Ibíd. 13:3-4. Énfasis añadido)

Como sabemos, la Torá es un concepto divino, por lo tanto, no existen errores, ni contradicciones en el texto; cuando nos encontramos con este tipo de cosas, hay que indagar más a fondo para encontrar el porqué de la aparente contradicción y qué mensaje quiere transmitirnos la Torá.

El tema importante que se nos transmite no es tanto la pronunciación del Nombre, sino la revelación del Nombre en la persona. Con esto aprendemos que el Dios Eterno se manifiesta de diferentes maneras según los propósitos de su voluntad. Por supuesto que Avraham conocía la pronunciación del Nombre de cuatro letras. Sin embargo, no conoció la revelación de ese nombre, que es lo más importante. En otras palabras, no se relacionó con el atributo que implica ese Nombre sagrado. Por eso, el texto en cuestión dice que él palpó de manera particular la manifestación de El Shadai.

Antes de entrar al tema principal que quiero transmitir, quiero dejar bien claro que la moda de pronunciar el Nombre de cuatro letras de cierta manera es algo incorrecto. Además, es algo en lo que no debemos poner tanto tiempo y esfuerzo por descubrir la manera correcta de pronunciarlo. Como dijimos, lo más importante es que comprendamos cuál es la manifestación de ese nombre y podamos llegar a conectar con él.

Hay algo muy importante en la parashá pasada que deja la advertencia e indicación literal de ocultar y tener cuidado en pronunciar el nombre.

Además dijo Dios a Moisés: Así dirás a los hijos de Israel: Hashem, el Dios de vuestros padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac y Dios de Jacob, me ha enviado a vosotros. Este es mi nombre para siempre; con él se me recordará por todos los siglos. (Éxodo 3:15, Énfasis añadido)

El comentarista de la Torá por excelencia, Rashí, basado en Pesajim 50a, nos dice que la palabra leolam, traducida como “para siempre” está escrita en la Torá sin la letra vav como comúnmente se escribe, de tal modo que se puede leer lealam, que significa “ocultar”. Esto nos enseña que el Nombre sagrado no debe pronunciarse tal cual se escribe, debe ser ocultado, como el texto lo indica. Es muy importante lo que dice la Torá después de esta frase: “Con él se me recordará”, dando a entender que Dios le enseñó a Moshé a pronunciar el nombre de manera oculta, en este caso cada vez que se pasa por el nombre de las cuatro letras se pronuncia como Adon-ai, Por eso, hasta el día de hoy los judíos observantes mantienen la ordenanza dada o Moshé.

Desgraciadamente cuando no se conoce el idioma, ni el texto hebreo de la Torá, ni hay maestros competentes que instruyan a las personas, se comenten graves errores como el de tratar de pronunciar el Nombre sagrado.

Como una pequeña recomendación en nombre de los sabios, en señal de respeto por la gran santidad del Nombre inefable de las cuatro letras, aunque pronunciamos Adon-ai cuando pasamos por él, debemos saber que este nombre sólo se usa en la sinagoga cuando se lee la Torá en público, o en el momento de la tefilá (plegaria); cuando usamos este nombre de manera cotidiana se pronuncia Hashem, que significa literalmente “el Nombre”.

Amado seguidor del Mesías, te animo a respetar las leyes del pueblo judío. Recuerda que nosotros estamos para aprender de ellos, no para enseñarles.

Ahora bien, volviendo al tema de los nombres, hagamos las siguientes preguntas:

¿Por qué tantos nombres de Dios? ¿No es acaso algo confuso?

 ¿Cuál es realmente el nombre del Creador? ¿Elohim, Shadai, Hashem, etc.? ¿Con cuál de todos nos quedamos?

¿Si es tan importante el Nombre de las cuatro letras, por qué se usa el nombre de Elohim en el primer versículo de la Torá? ¿Por qué no se dice: en el principio creó Hashem los cielos y la tierra?

Aún más… ¿Acaso estamos hablando de pluralidad en el Dios único?

Debemos saber en primer lugar que, nuestro mundo físico fue creado en base al dualismo como ya lo hemos visto en anteriores comentarios, de tal manera que el hombre todo lo ve en forma plural. Por lo tanto, es natural que la revelación de Dios al hombre sea percibida de diferentes maneras; a veces vemos la compasión de Dios, otras veces el juicio de Dios, y así diferentes aspectos. Para ello Dios usa nombres diferentes para interactuar con su creación que necesita forzosamente entender de esa manera las cosas.

Ante todo, sabemos que el Creador es uno, singular y único, que no posee intrínsecamente dualidad o pluralidad, de ninguna forma. Toda aparente pluralidad que la gente aprecia en el Creador uno y único es el resultado de nuestra incapacidad fundamental de concebir y comprender el proceso de creación, y con él, la presencia infinita del Todopoderoso.

Es de suma importancia prestar la máxima atención al siguiente desarrollo.

Para comprender la relación entre la absoluta unicidad del Creador y las manifestaciones multifacéticas por medio de las cuales Él se revela en nuestro mundo, nos referiremos a la descripción que hace la cabalá de la creación.

La cabalá enseña de manera general con respecto a la creación, hablando en términos humanos, que la creación consta de dos etapas, ambas descritas utilizando el mismo término hebreo: Tsimtsum, que significa “disminuir o contraer”. Dios comenzó el proceso creativo disminuyendo o contrayendo (“retirando”) Su luz infinita para crear un espacio vacío en el cual crear el mundo. En el Etz Jaim capítulo uno, el Arizal describe este proceso de la siguiente manera:

Antes que las cosas fueran creadas… la Luz Suprema era simple (es decir completa y perfecta). Ella llenaba toda la existencia. No había espacio vacío que pudiera haber sido caracterizado como espacio vacío. Todo estaba lleno de esta Or (Luz) simple de Ein Sof (Sin límite, Infinito, refiriéndose a la Divinidad). No había categoría alguna de comienzo ni de final. Todo era una simple, indiferenciada e infinita luz. Cuando se elevó su voluntad simple (completa y perfecta) de crear mundos y emanar emanaciones y manifestar la perfección de Sus acciones, Sus nombres y Sus atributos.  Él contrajo (“retiró”) Su Esencia Infinita del mismo centro de su Luz (por supuesto que, dado que el Infinito no tiene un punto central, está dicho desde el punto de vista del espacio que está siendo creado) Él retiro entonces su Luz (Aun más), llevándola hacia los extremos alrededor del punto central, dejando un espacio vacío y un hueco desde el punto central.

Luego de esta retracción, que resultara en la creación del espacio vacío y del hueco en el medio mismo de la Luz Infinita de Ein Sof, había ahora un lugar para todo lo que sería emanado (Atsilut), creado (Beriá), formado (Yetzirá) y completado (Asiá). Entonces Él envío una simple y recta kav (rayo o hilo de Luz mesurada) hacia abajo, desde su Infinita Luz abarcadora hacia dentro del espacio vacío. La extremidad superior de esta kav tocaba la Luz Infinita de Ein sof (que rodeaba al espacio) y se extendía hacia abajo (dentro del espacio vacío hacia su centro) pero no hasta el fondo (de manera de no producir el colapso de espacio vacío y su absorción nuevamente dentro de la Luz Infinita de Dios). Fue a través de esta kav (que servía de conducto) que la Luz de Ein Sof fue llevada hacia abajo y dispersada debajo… A través de esta kav la fluyente Luz suprema de EinSof se distribuye y fluye hacia abajo en los universos que se encuentran dentro de ese Espacio y ese Vacío. (Énfasis añadido).

 El punto central representa el primer tsimtsum, el primer acto de creación. El círculo que lo rodea es el espacio Vacío, del cual es como si Dios se hubiera retraído a Sí mismo para dejar lugar para la Creación. La línea representa la kav.

Esto es semejante a alguien que está sentado en una silla, para dar lugar a otro individuo, debe pararse o retirarse para dejar el espacio.

No sólo el Ein Sof, sino también la Or Ein Sof (La Luz del Infinito) es tan tremenda que nada es capaz de soportarla de manera directa.

Esta realidad puede ser entendida con una historia que aparece en el Midrash:

El emperador Adriano preguntó a R. Iehoshua – ¿El mundo tiene un amo? Por supuesto – contestó R. Yehoshua.

– ¿Acaso pensó Ud. que el mundo podría existir sin un dueño? Entonces, ¿Quién es su amo? Hashem es el Creador del cielo y la tierra.

Pero Adriano insistía – Si esto fuera verdad, ¿por qué no Se revela varias veces al año a su pueblo para que Le teman? Eso sería imposible – contestó R. Yehoshua porque dice (Éxodo 33:20) – “Ningún hombre puede verme y vivir”.

No creo eso – dijo enojado Adriano – Nadie puede ser tan grandioso como para que fuese imposible siquiera mirarlo. R. Yehoshua se fue. Más tarde, al mediodía, volvió y le pidió al Emperador que saliera. – Estoy listo para mostrarte a Hashem – anunció. Curioso, Adriano lo siguió al jardín del palacio. Mira directamente al sol. Allí descubrirás a Hashem – dijo R. Yehoshua.

¿Qué? – exclamó Adriano enfurecido. – ¿Sabes lo que estás diciendo? Todo el mundo sabe que es imposible mirar directamente al sol al mediodía. R. Yehoshua sonrió – Fíjate en tu propia afirmación.

Tú admites que nadie puede fijar la mirada en el sol en plenitud cuando está en su cenit. Sin embargo, el sol es uno de los sirvientes de Hashem, y su gloria, es solamente una millonésima fracción del esplendor de Hashem. ¿Cómo piensas que la gente podría mirarlo a Él? Sin embargo, Él prometió que llegaría el día cuando solamente Él será exaltado y Su grandeza aceptada por todos.

Refiriéndose a la Or Ein Sof Rabí Shaúl dice:

El Único que tiene inmortalidad y habita en Luz inaccesible; a quien ningún hombre ha visto ni puede ver. A Él sea la honra y el dominio eterno Amén.  (1 Timoteo 6:16)

También está escrito:

He aquí, los cielos y los cielos superiores no Te pueden contener. (1 Reyes 8:27)

Si fuéramos capaces de experimentar directamente esta la Luz Infinita, podríamos entender Su absoluta singularidad y unidad. Pero por el Tsimtsum, en nuestro estado normal de conciencia sólo somos capaces de experimentar la revelación de la naturaleza verdadera del Creador a través de su pluralidad de manifestaciones. De todas maneras, un principio básico de la fe judía indica que la disminución y la desaparición de la Luz Infinita no son literalmente “eventos” que transforman la naturaleza de Dios como Creador.

Así que como nada es capaz de soportar la Or Ein Sof de manera directa, Dios constriñó Su Luz para crear el espacio vacío donde introdujo una cantidad medida de esa Luz, a través de un conducto que el Arizal denomina Kav, como vimos. También esto se produjo en etapas, para evitar que el espacio vacío se desintegrase y volviera a unificarse con la Luz Infinita de Dios.

Estas etapas son los diferentes universos que el Arizal menciona y que en hebreo se denominan olamot (olam, en singular) y las sefirot (sefirá, en singular). El termino olam proviene de la raíz elem, que significa ocultamiento. Las olamot sirven para ocultar la Luz de Dios. Esto concuerda también con el comentario que hicimos de Éxodo 3:15. Por su parte el término sefirá está relacionado con la palabra saper, que significa “expresar” o “comunicar”. También está relacionado con la palabra sapir, “brillo” o “luminaria”, y sefar, “limite”. En esencia, todos estos son conceptos relacionados y apuntan al hecho de que las sefirot poseen dos funciones básicas.

Primero: Las sefirot son luces o luminarias que sirven para revelar y expresar la grandeza de Dios.

Segundo: Son recipientes o filtros que limitan y delinean la Luz infinita de Dios, llevándola hacia el ámbito finito de los límites.

De hecho, hay que decir que los nombres de Dios están íntimamente relacionados con estos conceptos de olamot y sefirot. Por ejemplo, el nombre de Hashem se relaciona con la sefirá de jesed, bondad, por otro lado, el nombre de Elohim se relaciona con la sefirá de guevurá, rigor, restricción.

Por eso dice el versículo:

¡Te has revestido de luz, como de una vestidura! ¡Extiendes los cielos como una cortina! (Salmos 104:2)

Entendamos el versículo de la siguiente manera a la luz de lo que hemos mencionado; los nombres de Dios y sus diversas manifestaciones son como vestiduras. ¿Qué funciones tiene una vestimenta?  En primer lugar, sirve para ocultar, y en segundo lugar sirve para revelar algo. Pongamos el ejemplo de una mujer judía piadosa que se viste con recato. Su manera de vestir en primer lugar sirve para ocultar su cuerpo, en segundo lugar, nos revela que es una mujer santa, observante de la Torá y las mitsvot. De tal manera que aplicando la metáfora al Dios Eterno podemos decir que sus nombres son esa vestimenta que, por un lado, esconden su esencia, y por otro lado revelan ciertas cosas a la humanidad.

Ante nuestros ojos Dios sí tiene nombres, pero ante Él, bendito sea, los nombres no son su esencia como tal, sino son una creación, a manera de conducto, con el fin de beneficiar al hombre limitado.

Ahora puedes entender que tu servicio debe ser dirigido al Ser infinito, conocido como Ein Sof. Todos los demás conceptos por muy sublimes que sean ante nuestros ojos, como el Mashíaj, por poner un ejemplo, que es una vasija muy transparente en la que se revela la Luz del infinito en el mundo de los limites, no dejan de ser creación.

Quiero hacer una advertencia muy importante: todos los conceptos que usaron los sabios, son humanos, pues como dice el tratado de Berajot “la Torá habla en el lenguaje de los hombres”. Así que el término Luz que hemos mencionado mucho, es prestado a modo de metáfora para expresar de alguna manera a la Divinidad, pues la luz es el concepto menos físico que tenemos, pues no se toca, no se huele, no se oye, etc.

Habiendo dicho esto, podemos decir que nuestro mundo físico y limitado, de hecho, el último creado alrededor del rayo de luz Infinita. El Creador se nos presenta a través de múltiples manifestaciones, filtros o recipientes, llámense nombres, atributos, mundos, la Torá, el Mashíaj etc. pero el Creador es, fue y será siempre uno y sólo uno.

Espero que esto haya sido de bendición y edificación para el cuerpo del Mesías.

Shabat shalom

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