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54Parashot_B-19

PARASHÁ TERUMÁ

Por Isaac Bonilla Castellanos
Shemot (Éxodo) 25:1-27:19
Haftará: 1 Reyes 5:26-6:13

“Y habitaré en medio de ellos”

En la parashá Terumá vemos diversas instrucciones dadas por Hashem para la construcción del mishkán (tabernáculo). En la mayoría de los casos estas leyes parecen “aburridas” o con poco contenido para nuestras vidas actuales; lo contrario sucede al darnos cuenta que son de gran trascendencia y significado para nuestras vidas, como veremos en este estudio.

En primer lugar, las leyes del tabernáculo nos hablan sobre el deseo de Hashem de estar presente entre su pueblo. Él no es un Elohim ausente que no está interesado en la vida de su pueblo; él está plenamente deseoso de tener una residencia entre los hombres y estar cercano a ellos. Esta parashá nos muestra los diversos pasos para la construcción de un lugar único, donde la presencia del Eterno moraría con una intensidad sin igual.

En segundo lugar, nos muestra las prioridades de la vida espiritual en el tabernáculo. Si vemos atentamente el orden de las instrucciones, veremos que el Eterno empezó desde lo más interno a lo más externo, por ejemplo, la Torá enumera las instrucciones de construcción en el siguiente orden:

  • El arca del pacto (ubicada en el lugar “kodesh kadashim” o lugar santísimo, dentro del velo).
  • La mesa para el pan de la proposición. (Al lado norte del tabernáculo en frente del velo. Ver Éxodo 26:35.)
  • La menorá (candelabro)  de oro. (Al lado sur del tabernáculo en frente del velo. Ver Éxodo 26:35.)
  • El tabernáculo mismo.
  • El altar de bronce o el altar del holocausto. (Ubicado a la puerta del tabernáculo. Ver levítico 4:7.)
  • El atrio del tabernáculo.

Esto nos deja una gran enseñanza: El Eterno está primeramente preocupado por nuestro interior, por lo más íntimo de nuestro ser, por nuestro corazón, nuestro espíritu, nuestra mente, nuestra alma. Él está interesado primordialmente en el interior de cada hombre, lo exterior tiene su lugar; sin embargo el nivel de precedencia es de adentro hacia afuera.

Yeshúa y el profeta Isaías enseñaron en contra de algo que hoy se conoce como “ritualismo”, esto es la mera ejecución de ritos religiosos o ceremoniales sin ninguna repercusión interna y espiritual. Tanto en los días de Isaías como de Yeshúa, parte del pueblo sufría de un ritualismo seco, tal como se nos dice:

“Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías, cuando dijo: Este pueblo de labios me honra; Mas su corazón está lejos de mí.” (Mateo 15:7-8)

“¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia. ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio.” (Mateo 23:25-26)

En los pasajes, Yeshúa critica el ritualismo de algunos fariseos de su generación y nos advierte sobre los peligros de una religión sin espiritualidad, sin devoción, sin entusiasmo, sin gozo y alegría de corazón.

Esto no es un peligro único del judaísmo, en el cristianismo moderno vemos personas más preocupadas por trivialidades que por ser un verdadero discípulo del Maestro y cambiar e impactar el mundo con su mensaje, sus obras y su ética. Es un vicio inherente del ser humano, fijarse en lo externo pues es lo que produce honra delante de quienes nos rodean y es lo más fácil de hacer. La verdadera devoción: eterna, interna, espiritual es a menudo la parte difícil de nuestro caminar; sin embargo, es lo más preciado para Hashem.

Para que Hashem haga su morada en nosotros y haga de nosotros su heredad debemos estar limpios interna y externamente, en ese orden. Hashem mora con el humilde de corazón, tal como se dice:

“El Eterno dijo así: El cielo es mi trono, y la tierra estrado de mis pies; ¿dónde está la casa que me habréis de edificar, y dónde el lugar de mi reposo? Mi mano hizo todas estas cosas, y así todas estas cosas fueron, dice el Eterno; pero miraré a aquel que es pobre y humilde de espíritu, y que tiembla a mi palabra.” (Yeshayahu [Isaías] 66:1-2)

¿Quieres que Hashem ande contigo en todo camino? ¿Quieres morar en su presencia? ¿Deseas poder sentir a Hashem en cada paso, cada minuto, cada situación? ¿Deseas decir junto con el salmista “El Señor es mi luz y mi salvación”? El Eterno quiere tu corazón sobre todas las cosas. Él ha instituido días de fiesta, remembranzas, ceremonias, mandamientos, etc.; sin embargo, todo eso es un medio para llegar a un fin: Que lo sirvas con el corazón gozoso, tal como se nos dice: “Por cuanto no serviste al Eterno tu Dios con alegría y con gozo de corazón, por la abundancia de todas las cosas, servirás, por tanto, a tus enemigos.” (Devarim [Deuteronomio] 28:47-48)

Todo lo demás es secundario, lo más íntimo en el lugar santísimo era el arca del pacto, del testimonio de Dios y su pueblo. El arca del pacto corresponde al corazón del hombre de donde mana la vida como está escrito:

“Sobre toda cosa guardada, guarda tu corazón; Porque de él mana la vida.” (Proverbios 4:23)

Es fácil perder el foco y distraerse con cosas como ir a una comunidad de creyentes, estar en un servicio de oración, en una disertación de la Torá, celebrar una fiesta del Eterno, guardar shabat, etc. Todas estas cosas son muy importantes pues son el vehículo de nuestra devoción como pueblo; el corazón, sin embargo, debe de ser el motor mismo de ese vehículo; la razón por la que hacemos todas las cosas externas, debe de ser porque nuestro interior reboza de amor por El Eterno.

EL corazón es donde la palabra de Hashem debe de morar, es debido a esto que el texto del Shemá Israel sigue diciendo: “Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón” (Devarim [Deuteronomio] 6:6). Cada Hijo de Israel, cada justo de entre las naciones que teme al Eterno debe de poner las palabras de Hashem no únicamente en su mente, sino en su corazón.

Incluso la letra inicial y la letra final de la Torá nos dan el mismo mensaje: La primera letra de la Torá (bet) y la última (lamed), forman la palabra “lev” que significa “corazón”. El mensaje es claro: Hashem quiere que sus palabras este en nuestro corazón, en nuestro ser más íntimo, ahí donde reaccionamos ante cualquier situación por instinto adquirido por nuestra espiritualidad; en el área en donde nuestra fidelidad, a ese sentir, es absoluta y universal.

La culminación máxima de Hashem en la era mesiánica consiste, precisamente, en poner la Torá en el corazón de su pueblo. El nuevo pacto, o la nueva alianza, no consiste en una nueva Torá sino en poner esa Torá en el corazón de cada hijo de Israel como nunca antes, tal como se nos dice:

“He aquí que vienen días, dice el Eterno, en los cuales haré nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá. No como el pacto que hice con sus padres el día que tomé su mano para sacarlos de la tierra de Egipto; porque ellos invalidaron mi pacto, aunque fui yo un marido para ellos, dice el Eterno. Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice el Eterno: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo.” (Yirmeyahu [Jeremías] 31:31-33)

Como discípulos de nuestro santo Maestro, Yeshúa el Mesías, ya podemos disfrutar de un anticipo de esto, por el Espíritu que hemos recibido de parte de Hashem como arras de la redención final (Efesios 1:13-14), pero la plenitud y el total cumplimiento de esto, aún está por venir. En la era mesiánica, el conocimiento del Eterno cubrirá la tierra como las aguas cubren la mar (Isaías 11:9). La profecía de Jeremías dice que la Torá estará escrita en el corazón del pueblo como nunca antes, a tal grado que nadie dirá: “Conoce a Hashem”, pues todos lo conocerán. En esos días, conoceremos al Eterno como nunca antes, pues la Torá será explicada por el Rey Mesías mismo, tal como se dice en el midrash: “La Torá que la persona estudió en este mundo es vana frente a la Torá del Mashíaj” (Kohelet Rabá11:8).

¡Que esos días vengan pronto y el reino del Eterno venga rápidamente!

שלום שבת

¡Shabat shalom!

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