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54Parashot_A-21

PARASHÁ KITISÁ

Prof. José Alberto Fuentes
Shemot (Éxodo) 30:11-34:35
 Haftará: Melajim Alef (1 Reyes) 18:20-39

Se cuenta que una vez un gentil se presentó ante Shamai y le dijo:

Me convertiré al judaísmo siempre y cuando me enseñes toda la Torá mientras yo pueda permanecer parado en un solo pie. Shamai echó al gentil inmediatamente.

Fue entonces el gentil ante Hilel con la misma propuesta. Hilel le dijo: No hagas a tu prójimo lo que no quieres que te hagan a ti. Eso es toda la Torá. El resto es puro comentario. Ve y estúdialo. (Shabat 31 a. Énfasis añadido)

Está escrito en Pirkei Avot:

“Toda disputa que es en aras del Cielo, está destinada a perdurar… ¿Cuál es una disputa que es en aras del Cielo? Las disputas entre Hilel y Shamái”.

A veces estudiamos de manera simple las historias de estos dos grandes sabios, viéndolos como simples rivales,  cuando en realidad tenemos un mar de sabiduría ante nosotros.

La parashá que nos ocupa, nos habla de un concepto muy importante: “las tablas de la ley”, concepto profundo que nos hace reflexionar en cómo debe ser nuestro caminar y trabajo espiritual.

Y dio a Moisés, cuando acabó de hablar con él en el monte de Sinaí, dos tablas del testimonio, tablas de piedra escritas con el dedo de Dios. (Éxodo 31:18. Énfasis añadido)

Conocemos la historia, cuando Moshé recibía las tablas de la ley el pueblo se corrompió haciendo un ídolo de fundición, el famoso becerro de oro, como está escrito en la Torá:

Entonces Hashem dijo a Moisés: Anda, desciende, porque tu pueblo que sacaste de la tierra de Egipto se ha corrompido. Pronto se han apartado del camino que yo les mandé; se han hecho un becerro de fundición, y lo han adorado, y le han ofrecido sacrificios, y han dicho: Israel, estos son tus dioses, que te sacaron de la tierra de Egipto. (Éxodo 32:7-8)

¿Qué sucedió cuando Moshé descendió de la montaña sagrada?

Y volvió Moisés y descendió del monte, trayendo en su mano las dos tablas del testimonio, las tablas escritas por ambos lados; de uno y otro lado estaban escritas. Y las tablas eran obra de Dios, y la escritura era escritura de Dios grabada sobre las tablas. Cuando oyó Josué el clamor del pueblo que gritaba, dijo a Moisés: Alarido de pelea hay en el campamento. Y él respondió: No es voz de alaridos de fuertes, ni voz de alaridos de débiles; voz de cantar oigo yo. Y aconteció que cuando él llegó al campamento, y vio el becerro y las danzas, ardió la ira de Moisés, y arrojó las tablas de sus manos, y las quebró al pie del monte. (Éxodo 32:15-19. Énfasis añadido)

¿Por qué quebró las tablas Moshé, donde se encontraban los diez mandamientos?

Hay que recordar lo que estaba grabado en esas dos tablas. En una de ellas estaban cinco aserciones, que hablan de la relación entre el hombre y Dios. En la otra tabla estaban escritas otras cinco aserciones, que hablan de la relación del hombre con su prójimo (Éxodo 20:1-17).

Sabiendo esto, la pregunta obligada es: ¿Cuál de las dos tablas fue transgredida, en dónde falló el pueblo? ¿En su relación con Dios o en lo relacionado al prójimo? En otras palabras, ¿cuál de las dos tablas concretamente dañaron?

El texto mismo demuestra que la parte de “violaron” corresponde a la primera tabla, pues dice la Torá que hicieron un dios de fundición y lo adoraron, y justo estaba escrito lo contrario en la primera tabla de la ley:

No tendrás dioses ajenos delante de mí. No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. (Éxodo 20:3-4)

En base a esto, ¿no sería justo que sólo se rompiera la primera tabla? ¿Por qué ambas fueron quebradas? Al parecer no había necesidad de romper la segunda. Si analizamos el texto el pueblo estaba feliz, estaban cantando y danzando, señales de alegría y compañerismo. Por lo que podríamos decir que estaban cumpliendo o al menos en orden con la segunda tabla.

Para justificar esta acción podríamos acudir al Midrash que dice que en cuanto Moshé vio el becerro de oro las letras sagradas volaron a su lugar de origen, y entonces ya no tenía sentido mantener unas simples piedras inertes. Aunque esto es interesante, lo más importante es que aunque sólo transgredieron lo relacionado a la primera tabla, el mensaje es: o cumples con las dos tablas por igual o mejor te quedas sin nada. Es decir, muchos piensan yo estoy bien con mi prójimo por lo tanto he cumplido mi tarea, o viceversa otros dicen, sirvo a Dios, pero no quiero nada con mi prójimo, estoy en orden con Dios pero no con mi prójimo, etc. El gran mensaje es: debes vivir en base a las dos tablas de la ley, que tienen el mismo valor, esto no es negociable.

Ahora entendemos a profundidad la historia de Shamai y Hillel con la que empezamos. Shamai rechazó al hombre porque quería aprender la Tora mientras estaba parado en un solo pie, es decir, quería solo aprender la primera tabla de la ley, solo buscaba una relación con Dios, y como vimos no podemos solo cumplir con una tabla; el ejemplo de estar parado sobre un solo pie, se da porque con un solo pie no se puede llegar tan lejos, para caminar en la vida se necesitan las dos piernas, las dos tablas. También, por esa razón Hillel hace énfasis en la parte del prójimo, porque vio que de ese pie “cojeaba” el hombre.

Ejemplos de la importancia de caminar con las dos piernas (las dos tablas de la ley), nos los dio nuestro santo maestro Yeshúa.

Acercándose uno de los escribas, que los había oído disputar, y sabía que les había respondido bien, le preguntó: ¿Cuál es el primer mandamiento de todos? Yeshúa le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento (esto equivale a la primera tabla). Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo (en referencia a la segunda tabla). No hay otro mandamiento mayor que éstos. (Marcos 12:28-31. Énfasis añadido)

Como vemos, el maestro resume la Torá en dos pilares, así como las dos tablas de la ley. No podemos separar los conceptos, ambos son vitales.

Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. (Lucas 15:18)

La importancia de los dos pilares presentada en una parábola tremenda del maestro, “he pecado contra el cielo”, hace referencia a la primera tabla, la relación hombre con Dios. “Y contra ti, alude a la segunda tabla la relación hombre con su prójimo.

Otra cosa que aprendí de un jajam es que cuando se quiere hablar de dos cosas, no es necesario decir dos tablas, simplemente con decir tablas, se entiende que son dos, y si se quisiera hablar de más de dos entonces si se mencionaría el número y el objeto. Sin embargo, en ciertas cosas la Torá se toma la “molestia” de mencionar dos y el objeto.  Según lo que aprendí es porque la Torá quiere enseñarnos en este caso que ambas tablas tienen el mismo valor, que son idénticas tanto en su aspecto físico como su aspecto espiritual.

Otra cosa muy importante de porque son diez palabras escritas en las tablas, es porque el número diez implica totalidad, de otra manera estaría nuestro servicio incompleto.  Recuerda que la Torá no tiene caducidad, y nos habla directamente. El mensaje es que cada vez que fallamos tanto con Dios como con nuestro prójimo, estamos rompiendo nuevamente las tablas de la ley. Y cada vez que sucede esto también destruimos el nombre sagrado de Dios de cuatro letras (YH-VH) que tipifica todos los mundos espirituales y físicos.

 La yud vale diez, alude a las diez palabras; la hei vale 5, representa a las cinco palabras escritas en la primera tabla; la vav que es como un gancho que conecta, es decir, une a las dos tablas; y la hei final representa a la segunda tabla en donde están escritas las 5 palabras finales.

Que importante es estar parados sobre nuestros dos pies, los dos pilares, las tablas de la ley. Que Hashem, bendito sea, nos ayude.

Shabat shalom

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