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54Parashot_A-39

Parashat Jukat

Por Prof. José Alberto Fuentes
Bamidbar (Números) 22:2-25:9
Haftara: Mijá (Miqueas) 5:6-6:8

Está parashá presenta un tema que a muchos nos deja con un sentimiento de tristeza, por un lado, habla de la muerte de Miriam, y por otro lado del decreto en contra de Moshé y Aharón de no entrar a la tierra prometida.

¿Acaso fue tan grave el error de Moshé al golpear la roca?

Sobre este asunto, este episodio nos deja una gran lección, como veremos, para ello hay que dar un poco de contexto.

La Torá nos relata que tras la muerte de Miriam, el pueblo se levantó en contra de Moshé y Aharón por no tener agua. De aquí lo sabios enseñan que por el mérito de Miriam el pueblo de Israel recibía agua, por lo tanto, una vez muerta el agua faltó.

Moshé y Aharón fueron a consultar al Eterno para apaciguar la furia del pueblo y Él les dijo:

Toma la vara, y reúne la congregación, tú y Aarón tu hermano, y hablad a la peña a vista de ellos; y ella dará su agua, y les sacarás aguas de la peña, y darás de beber a la congregación y a sus bestias. (Números 20:8)

Como podemos notar, la instrucción del Eterno era tomar la vara y posteriormente “hablar a la peña a vista del pueblo”. Sin embargo, Moshé no hace lo indicado al 100%, sólo cumple la primera parte de la instrucción.

Entonces Moisés tomó la vara de delante de Hashem, como él le mandó.

Y reunieron Moisés y Aarón a la congregación delante de la peña, y les dijo:
¡Oíd ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña? Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su vara dos veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias. (Ibíd. 20:9-11)

La primera lección es, cumple la instrucción al pie de la letra, no a medias.

Podríamos argumentar que Moshé estaba fastidiado, además no estaba con el mejor ánimo por la muerte de su hermana, quizás por eso se equivocó ya que su mente estaba en otro lado. Pero eso no fue el problema, Moshé sabía lo que tenía que hacer, sin embargo, no lo hizo.

Y Hashem dijo a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado. (Ibíd. 20:12)

Podríamos decir que el fin justifica los medios, el pueblo quería agua y la consiguió, da lo mismo si Moshé hablaba o golpeaba la roca. Cuando yo era niño, este pasaje me resultaba muy duro, creía que Hashem había exagerado con el “castigo” sobre Moshé y Aharón. Sin embargo, analizando más a fondo el asunto me di cuenta de que realmente se cometió un grave error por parte de Moshé y su pasivo hermano Aharón.

En primer lugar, la responsabilidad de un líder es más fuerte, se exige de él más compromiso y entrega, por lo que no debe sorprendernos la decisión del Eterno.

En segundo lugar, Hashem quería dar una lección maravillosa a su pueblo, que cambiaría su manera de pensar y actuar, pero dado a que Moshé hizo lo contrario, se perdió toda posibilidad de hacer un cambio en los corazones del pueblo.

La primera instrucción que recibió Moshé fue que tomara la vara. ¿Qué vara tenía que tomar? Y si no tenía como tal una función más que tomarla, ¿Qué sentido tenía la vara?

En mi opinión la vara que tomó Moshé era la vara de Aharón que floreció milagrosamente. Si es que estoy equivocado, sirva de enseñanza al estilo Midrash.

Y florecerá la vara del varón que yo escoja, y haré cesar de delante de mí las quejas de los hijos de Israel con que murmuran contra vosotros. (Ibíd.  17:5)

Cómo vemos, la función de la vara era para hacer cesar las quejas de los hijos de Israel en contra de Moshé y Aharón. De hecho, se dice:

Y Hashem dijo a Moisés: Vuelve la vara de Aarón delante del testimonio, para que se guarde por señal a los hijos rebeldes; y harás cesar sus quejas de delante de mí, para que no mueran. (Ibíd. 17:10)

La vara por un lado recordaría este evento y haría reflexionar al pueblo.

Pero lo más importante viene a continuación.

Moshé recibió la instrucción de hablar a la peña a los ojos de los hijos de Israel, evidentemente con la vara en la mano. El mensaje que quería mostrar el Eterno era, sí una vara – un pedazo de madera inerte produjo vida –  por mi palabra, así también cuando mi siervo Moisés hable a la peña – un mineral inerte – está dará agua, será una fuente de vida.

El Eterno quería enseñarle al pueblo que, si la materia inerte oye su voz y produce vida, cuánto más en el ser humano, que es la corona de la creación podrá hacerlo. Cuando el hombre oye la voz de Dios, es decir, recibe la Torá, de su interior puede brotar una fuente de vida eterna como dijo Mashíaj.

El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos de agua viva. (Juan 7:38)

Esto hubiera colocado al pueblo en nivel diferente, se hubieran acabo las quejas definitivamente. Por esa razón Moshé y Aharón recibieron ese fuerte decreto.

Finalmente, cabe destacar que Moshé se comportó contrario a los ideales de un hijo de Israel. Comparto el siguiente comentario que habla de ello.

Si alguna vez jugaste al golf, sabrás lo importante que es elegir un buen palo. A veces, como cuando se juega en una pista de golf, conviene un palo de madera, pero si juegas sobre arena, es mejor un palo de hierro, mientras que uno de madera prácticamente no sirve para nada.

Todo depende de usar la herramienta correcta para el trabajo que haga falta.

El “palo de golf” del judío es su voz. Gran parte de lo que hacemos, lo hacemos con la voz: el rezo, el estudio de la Torá, las bendiciones.

Como dijo Itsjak cuando palpó los brazos de Yaakov cubiertos de pieles de cabra: “La voz es la voz de Yaakov, y las manos son las manos de Esav” (Bereshit 26:22). La voz le fue dada a Yaakov y las manos, a Esav. El poder interno que emana del corazón, es la voz. La mano es el dominio de Esav.

En nuestros días, es Esav el que envía hombres a la luna, el que construye ciudades de vidrio y acero que arañan el cielo, el que se sumerge en las profundidades del océano. Esav sabe muy bien cómo usar las manos. Y si bien Yaakov también puede competir con Esav en estos campos, en realidad no está jugando con su palo “ideal”.

Cuando Moshé golpeó la roca en vez de hablarle, estaba enviando un mensaje que contradecía la esencia fundamental del pueblo judío. Es como si hubiera dicho: “La voz no es adecuada. Hay que usar las armas de Esav, las manos de Esav”.

El poder del pueblo judío no está en los brazos. Está en la voz. La voz que se eleva en una plegaria. La voz de la hermandad. La voz de la que resuena en las salas de estudio. Ese es el único “palo” que hace falta… (Mesilot haTorá)

No olvides la importancia que tiene tu palabra, más cuando eres un eco de la voz divina.

Shabat shalom

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