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54Parashot_B-45

PARASHÁ VAETJANÁN

Por Isaac Bonilla Castellanos
Devarim (Deuteronomio) 3:23-7:11
Haftará: Yeshayahu (Isaías) 40:1-26

Shemá Israel – La cultura del oír

La parashá de esta semana comprende muchos tópicos importantes, encontrándose quizás entre las parashot más importantes ética, moral y teológicamente hablando. La parashá Vaetjanan siempre es leída en el shabat posterior a Tishá Be’av, conocido como “Shabat Najamú”. El shabat toma su nombre de la Haftará (sección de los profetas) del profeta Isaías que comienza con la palabra “Najamú” (“Consolaos”).

Sin lugar a duda podemos fácilmente imaginar el contenido más importante de esta parashá para el pueblo judío: El Shemá Israel. El Shemá Israel es una parte trascendental en el judaísmo, el judío crece y muere diciendo la famosa declaración que se encuentra en Deuteronomio 6:4 donde se dice: “Shemá Israel Ado-nay Elohenu Ado-nay ejad” que traducido es “Escucha Israel el Eterno nuestro Dios, el Eterno uno es”.

Es tanto lo que podemos comentar sobre el Shemá que este estudio se centrará sólo en los aspectos fundamentales del famoso verso del quinto libro de la Torá.  Como dijimos, el verso del Shemá Israel se encuentra en Devarim 6:4, el verso es parte de una de las oraciones más importantes del judaísmo. Cada judío observante recita el Shemá por lo menos dos veces al día en conjunto con otros versos de la Torá. Devarim 6:4-9, 11:13-21 y Bamidbar 15:37-41, son los tres versos recitados en la oración de la mañana y en la noche, cumpliendo así el mandamiento de: “hablarás de ellas cuando estés sentado en tu casa, cuando andes de camino, al acostarte y al levantarte.” (Devarim [Deuteronomio] 6:7)

El carácter corto y categórico del Shemá hizo que se convirtiera en el grito monoteísta del pueblo judío. Soportando los embates de la asimilación a culturas y creencias ajenas a la fe judía, el pueblo siempre respondía con “Oye Israel el Señor nuestro Elohim, el Señor es uno”. Miles de mártires judíos, quienes se negaban a abandonar la fe en la edad media y convertirse a la adoración gentil, murieron quemados diciendo estas mismas palabras. Sin duda alguna, el Shemá Israel está arraigada al pueblo judío como ninguna otra oración.

Esto hizo que el pueblo comenzara a ver en el Shemá, la declaración teológica de la fe judía y el monoteísmo. El Shemá rápidamente se convirtió en una especie de credo judío básico, no importa si eres un erudito de Torá, un judío estudioso de Torá promedio, o un completo extraño al mundo de la Torá; lo más fácil de recordar y lo más importante que tienes que saber es: Oye Israel, el Eterno nuestro Dios, el Eterno es uno.

Algunas personas piensan que la máxima declaración monoteísta en la Torá radica en el Shemá Israel; sin embargo, debemos de preguntarnos: Cuando Moshé lo dijo ¿tenía el objetivo de ser una declaración de creencia o un mandamiento? Reducir el Shemá a una declaración de fe o doctrina puede tener sus inconvenientes cuando consideramos las siguientes cosas:

  • Tanto los sabios judíos como Yeshúa nuestro Maestro, hablaron del Shemá siendo un mandamiento. ¿En qué sentido la declaración del Shemá es un mandamiento? ¿Qué acción demanda “Oye Israel El Señor nuestro Dios El Señor es uno”? ¿Acaso no es meramente el Shemá algo que hay que creer  y no algo que hay que hacer?
  • Versos atrás en la parashá, Moshé ha tocado el punto de la creencia monoteísta en los términos más categóricos posibles diciendo: “Aprende pues, hoy, y reflexiona en tu corazón que el Eterno es Dios arriba en el cielo y abajo en la tierra, y no hay otro.” (Devarim 4:39). ¿Es el Shemá simplemente una manera alterna de decir esto o hay algo más en su naturaleza?

Consideremos esto: El verso de Devarim 4:39 es quizás la máxima declaración monoteísta de la Torá; reparando en varios aspectos de este verso parece ser el más claro verso en toda la Torá sobre la creencia en un solo Dios.  ¿Estamos exagerando al decir esto? ¿Podemos dar evidencia de la Torá y la tradición judía sobre nuestra aseveración? Analicemos algunas cosas sobre este verso:

  • El contexto del verso viene hablando de la revelación del monte Sinaí donde todo el pueblo oyó la voz del Eterno pero no vio ninguna figura (4:10-12). Luego habla de cómo el Eterno hizo algo para que siempre creyeran en Moshé y en la Torá: Una revelación colectiva en donde todo el pueblo (y no solo un individuo) oyó su voz en el monte y cómo él sacó al pueblo de Egipto con brazo poderoso. Después de esto, Moshé dice que todo esto fue para demostrar que no hay otro Dios sino Ado-nay.
  • El verso comienza haciendo un llamado a creer o a saber esto diciendo: “Sábelo hoy (Veyada’tá Hayom)”. Si hay un verso que Moshé quería que el pueblo creyera, sin duda alguna es este, pues comienza haciendo un llamado a saber eso y llevarlo al corazón.
  • El verso utiliza el nombre “HaElohim” y no solamente “Elohim” para enfatizar que está hablando sin lugar a dudas del Eterno. Otras criaturas en la Escritura son llamadas Elohim (Moshé, los jueces de Israel, los ángeles) pero al utilizar el enfático “HaElohim”, se evita cualquier tipo de ambigüedad.
  • El verso es claro en decir que no hay otro “HaElohim” ni en los cielos ni en la tierra, haciendo completamente infinita su esfera de alcance.
  • Cada vez que en una sinagoga se ora y se recita el “Alenu” (oración final de cada servicio) se dice: “Él es nuestro Dios; no hay otro más. Verdad es nuestro Rey, y no hay nada fuera de Él, tal como está escrito en la Torá: Sabe hoy y llévalo a tu corazón que el Eterno es Dios, arriba en los cielos y abajo en la tierra; no hay nadie más”.Si en todos los libros de oración del mundo, en el Alenu se usa este verso como la prueba definitiva del monoteísmo, es debido a que los sabios entendieron que este verso proveía una declaración insuperable de la creencia judía.

Como vemos hay buenas razones para pensar que el verso más claro, explícito y excepcional  a la hora de declarar el monoteísmo de la fe judía es Devarim 4:39 y no el Shemá Israel. Esto no quiere decir que el Shemá no tenga connotaciones claras de monoteísmo o que no tiene nada que informarnos sobre el tema; simplemente debemos darnos cuenta de que si ese es su único objetivo, habría un verso aún más claro en capítulos anteriores.

Si el objetivo primario del Shemá no es ser la máxima declaración de monoteísmo, entonces ¿cuál es? Antes de contestar esta pregunta, es necesario recordar que la grandeza del Shemá radica en que es más que un verso de creencia, es un verso de acción y el MÁS GRANDE MANDAMIENTO. Comentando esta realidad, una nota de la Biblia judía de estudio (Jewish Study Bible) nos dice:

“Lectores modernos consideran el Shemá como una afirmación de monoteísmo, un punto de vista que es anacrónico. En el contexto de la antigua religión israelita, sirvió como una proclamación pública de lealtad exclusiva a Hashem como el único Señor de Israel.” (Adele Berlin and Marc Zvi Brettler, eds., The Jewish Study Bible [New York: Oxford U. Press, 2004], 380).

Esta declaración es asombrosa viniendo de una Biblia judía de estudio y a la vez muy iluminadora. En síntesis declara que la intención primordial de Moshé a la hora de decir el Shemá, no fue dar un credo, una declaración existencial, o meramente una aseveración de monoteísmo; su objetivo principal fue recalcar la exclusiva lealtad, fidelidad y obediencia del pueblo judío a Hashem.

Esto tiene todo el sentido del mundo cuando vemos lo que sigue al Shemá Israel: “Y amarás al Eterno tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas.” (Devarim [Deuteronomio] 6:5)

En otras palabras lo que Moshé está diciendo en el Shemá no es únicamente: “Hijos de Israel crean que el Eterno es uno” (algo que ya había dicho en Devarim 4:39), sino algo muchísimo más poderoso: “Hijos de Israel, oigan atentamente: Puesto que el Eterno nuestro Dios es uno, nuestra fidelidad entera está únicamente dirigida hacia ÉL. Debemos amarlo con todo nuestro corazón, con toda nuestra alma y con todas nuestras fuerzas. En vista de que no tenemos otro Dios, todo nuestro ser debe de estar unificado en servirle. No tenemos dos dioses o dos señores de manera que tengamos conflicto de decisión o de amor. ¡Tenemos un solo Dios y nuestra fidelidad y obediencia están cien por ciento hacia él!”

Ahora sí es un mandamiento ¿verdad? Cuando percibimos la intención primaria del Shemá vemos como todo encaja perfectamente. Cada vez que cierres tus ojos para decir el Shemá al levantarte, después del Alenu, antes de acostarte, recuerda que el Eterno espera muchísimo más que una mera creencia intelectual, el espera completa obediencia y fidelidad. En el judaísmo se dice que cuando uno recita el Shemá, está “tomando sobre sí el yugo del reino de los cielos.” (Talmud Berajot 13b)

Es debido a esto que nuestro Maestro no titubeó al decir que el Shemá es el mandamiento más grande de todos, no hay esfera de nuestra vida que no sea afectada por el Shemá Israel, no hay deseo que no sea afectado, no hay pasión que no sea afectada, no hay pensamiento que no sea afectado, no hay ilusión que no sea afectada. El Shemá nos dice hacia quien debe estar toda nuestra fidelidad en momentos de tentación, duda o dilema moral.

Es por esto que nuestro Santo Maestro dijo:

“Yeshúa le respondió: El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel; el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que éstos.” (Marcos 12:29-31)

El Shemá tiene un mensaje claro para nuestras vidas. En cada momento de dilema moral o de tentación debemos oír que tenemos un solo Dios y que hacia ÉL es nuestra fidelidad. Al amarlo con todo el corazón, el alma y nuestras fuerzas, estaremos capacitados para obedecerlo y cumplir todos sus mandatos según nuestras fuerzas con el poder del Espíritu que se nos ha dado.

Es por esto que el Shemá comienza diciendo: “Escucha” y no “Observa”. Muchas veces nuestros ojos pueden engañarnos, muchas veces la percepción que recibimos del mundo puede hacernos dudar de la buena voluntad del Eterno, de su deseo para nuestras vidas, de sus leyes y de sus decretos. Esto fue precisamente lo que aconteció a los espías, al ver la altura de los anaceos y las ciudades amuralladas, su fe decayó totalmente destinando a la generación del éxodo, a perecer en el desierto.

La fe viene por el oír la palabra del Eterno (Romanos 10:14). Es por esto que el enviado de Yeshúa a los gentiles, Shaúl de Tarso, escribió:

“porque por fe andamos, no por vista.” (2 Corintios 5:7)

Cada vez que esto sucede debemos acordarnos de una sola palabra: Shemá. Escuchemos atentamente la voz del Eterno, su Torá, su palabra, sus promesas, sus mandamientos, su suave suspiro en nuestro oído, su voluntad que se revela a nosotros.

El Rabino Jonathan Sacks lo describió quizás insuperablemente cuando dijo:

“La mayoría de las civilizaciones han sido culturas del ojo. El judaísmo, con su creencia en el Dios invisible que trasciende el universo, y su prohibición contra las representaciones visuales de Dios, es supremamente una civilización de la oreja. Los patriarcas y los profetas no vieron a Dios; ellos lo escucharon. Por lo tanto, el verbo clave en el judaísmo es “shemá”, “escucha”. Para darle fuerza dramática a la idea de que Dios es escuchado, no visto, cubrimos nuestros ojos con la mano mientras decimos estas palabras” (The Koren Siddur, with Introduction, Translation, and Commentary by Rabbi Sir Jonathan Sacks [Jerusalem: Koren Publishers, 2009], 471.)

¡Que El Eterno haga que vivamos el gran mandamiento amándole con todo nuestro ser!

      שבת  שלום

¡Shabat shalom!

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